Cantaba María Jiménez que se acabó. Y eso mismo es lo vaticinan los resultados electorales de este 12M con el procés independentista. Los partidos separatistas han perdido 13 diputados este domingo, mientras Salvador Illa ha llevado al PSC a su primera victoria de la historia tanto en escaños como en votos. El líder de los socialistas catalanes tiene en su mano pasar página a esa década perdida, una frase que ha convertido prácticamente en su eslogan desde que cogió las riendas del partido.
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Fue Artur Mas quien encendió la mecha del procés en una maniobra para esconder sus recortes, y bajo el vago argumento del tijeretazo judicial al Estatut. Un argumento que, a fuerza de repetición, se ha convertido en relato. En 2012, obtuvo 50 diputados, pero su partido, Convergència, ya no existe. En su lugar renació como Junts, liderado por Carles Puigdemont, que en esta ocasión se ha quedado con 35 representantes (tres más que en 2021). Insuficientes tanto para mantener el pulso con Madrid como siquiera para gobernar en Cataluña. El enfrentamiento hasta este domingo le ha valido a su líder para lograr la amnistía y poco más.
El batacazo de ERC y la CUP
Por el contrario, ERC y la CUP casi calcan los resultados que obtuvieron hace 12 años, con el inicio del procés, aunque se dejan por el camino 18 diputados en relación con las elecciones del 2021, las de la pandemia. Los republicanos, que han gobernado casi en solitario esta legislatura con 33 representantes, encaran la nueva etapa con solo 20 (en 2012 contaba con 21 apoyos), pero pueden ser decisivos en la formación del Govern. Los anticapitalistas, por su parte, suman 4, uno más que los obtenidos hace una década, pero son 5 asientos menos que hace tres años.
El mayor sopapo lo ha recibido ERC en la provincia de Barcelona, donde ha perdido hasta 7 representantes y 150.000 votos en esta legislatura. En la misma provincia, la CUP se queda sin 2 de sus electos y otras 50.000 papeletas. De este modo, en su conjunto, el independentismo se desangra por estas dos opciones, que ha perdido el apoyo de alrededor de 200.000 catalanes que, o han renunciado a la independencia, o bien se sienten defraudados por quienes la prometían.
No suman
Tampoco estaba en los inicios del procés Aliança Catalana; de hecho, el partido ultra de Sílvia Orriols se ha presentado por primera vez a las elecciones autonómicas y ha obtenido dos diputados: ella misma, por Girona, y Ramon Abad, por Lleida. No obstante, los demás partidos independentistas habían dicho que no contarían con los votos de la extrema derecha. Alhora, de Clara Ponsatí y Jordi Graupera, ni siquiera ha logrado representación. En conjunto, el voto independentista ha obtenido el 43,6% de los votos, frente al 52% de la última llamada a las urnas.
Pero la fotografía más amplia dice que, por primera vez en más de una década (cinco elecciones desde 2012), el independentismo no suma y no gobernará. Entre 2012-16 mandó la Convergència de Mas; entre 2016 y 2017, el Govern se lo repartió la coalición Junts pel Sí (CDC y ERC), y fue Carles Puigdemont quien llevó a Cataluña al precipicio con la fallida culminación del procés, referéndum, declaración de independencia y huida incluidos. En 2017 ganó Ciudadanos, ahora desaparecido, pero gobernó Quim Torra (Junts) con ERC. Y en 2021 pactaron, de nuevo, ERC y Junts, aunque estos últimos salieron del Govern a los pocos meses por discrepancias con la hoja de ruta separatista.
Con este panorama, el procés toca a su fin después de años de empobrecimiento de Cataluña y de polarización social. El independentismo no gobernará en esta legislatura, aunque parte de él (ERC) puede tener la llave del Govern de Salvador Illa. Habrá qué ver qué recibe, pero, en ningún caso, será a cambio del enésimo referéndum que prometía Pere Aragonès.