Andrea Rodés Joaquín Romero

La candidata de Aliança Catalana al 12M, Sílvia Orriols, por Andrea Rodés CRÓNICA GLOBAL

'Lo que me gusta de Sílvia Orriols', por Andrea Rodés

Me gusta que estudiase Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Vic, su ciudad natal. Lástima que nunca ejerciera de bibliotecaria. La lectura y los libros suelen abrir las mentes.

Según su currículum oficial, trabajó como camarera, dependienta y peón en líneas de producción de distintas empresas de la zona de Osona y el Ripollès, hasta que en 2006 empezó como administrativa en una empresa privada. Empleos muy dignos todos ellos, que supuestamente le han servido para aprender a tratar con el público, la autoridad y las jerarquías, así como para tener empatía con las necesidades de los trabajadores del sector servicios e industria.

Me gusta que, de vez en cuando, utilice las redes para anunciar cosas interesantes que suceden en su ciudad, como la “espectacular” exposición de bonsáis en la Sala Abad Sant Just, o para bromear un poco de sus problemas cotidianos, como el día que se inundó el despacho de la alcaldía y tuvo que fregar el suelo (colgó en X una foto de sí misma con el cubo y la fregona).

Me gusta (bueno, no, me da miedo, y a la vez me entra la risa) el vídeo que ha publicado en las redes sociales para anunciar formalmente la candidatura de Aliança Catalana a las elecciones al Parlamento del 12M. Orriols aparece con una chaqueta tejana con cuello de piel de zorro de imitación, los ojos maquillados con sombra negra, un muro de piedra detrás, la senyera a un lado. “Este 12 de mayo podéis validar la extinción de Cataluña u os podéis alzar con nosotros para retrasarla”, dice con voz profunda y solemne. No hay duda de que tiene grandes dotes teatrales.

Me gusta su incapacidad para sentir vergüenza cuando expone su ignorancia en público. Por ejemplo, cuando publica en X una definición del concepto “populismo” (“Corriente ideológica, política, etc. que quiere defender los intereses y aspiraciones del pueblo”) y comenta debajo: “Cada vez que me llamáis ‘populista’, me honráis… porque sí, he salido del pueblo…”. Me quedo con el comentario de un hater: “No, no. Te llamamos fascista, racista, monotemática y llena de datos fake. Populista, no. ¿Por qué? Porque no llegas al nivel de tu alter ego: Ayuso”.

La candidata de Aliança Catalana al 12M, Sílvia Orriols, por Joaquín Romero CRÓNICA GLOBAL

'Lo que no me gusta de Sílvia Orriols', por Joaquín Romero

Aliança Catalana es un partido cuyo nombre evoca formaciones ultranacionalistas del pasado local y nacional. De sus manifiestos, mítines y también de las declaraciones de la líder máxima, Sílvia Orriols, se desprende algo semejante a En defensa propia, el eslogan de Vox en esta campaña. Hay una agresión desde fuera y tenemos que resistir, dicen, igual que en esas narraciones fantásticas que cuentan la llegada a la Tierra de seres de otros mundos para invadir el nuestro, una historia que lógicamente exige un relato sobre las bondades y la supremacía de los terrícolas.

Su propuesta tiene una singularidad ruralista que recuerda la América profunda donde viven esos blancos racistas vestidos de jeans y gruesas camisas de cuadros que deben en Donald Trump un mal menor. Orriols aparece muy a menudo con los mismos tejanos desgastados y un anorak corriente y funcional; es una política dispuesta que va per feina. Su pareja es un carpintero de Ripoll, donde ella es alcaldesa desde el año pasado. Tienen cinco hijos en común que nacieron entre los 22 y los 27 años de ella. Ya digo, va per feina.

La doctrina que predica no podría llevar más que al desastre por suicida. Sus proclamas son tan auténticas y naturales, tan primarias y desprovistas de filtros, del tamiz de la política, de la historia y de la cultura que, de aplicarse, nos enviarían al pasado más lúgubre. Fundamentalmente, es enemiga del islamismo, y ejerce desde la ciudad que crio y educó a los islamistas que mataron a 16 personas en Barcelona y Cambrils; además, nueve de ellos murieron abatidos por la policía y en la explosión fortuita de Alcanar.

Los nacionalistas que gobiernan Cataluña han preferido echarse a la espalda aquel suceso, ignorar lo que supone para el país. Pero lo de Aliança Catalana ya es de una ceguera total: vamos a plancharlos, pero si se empeñan en mantener su identidad, los echamos. 

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