Al final, la sangre ha llegado al río. La negociación entre las direcciones nacionales de PP y Ciudadanos -protagonizada por Cuca Gamarra y Adrián Vázquez- se ha saldado con la dimisión del secretario general de la formación naranja, que concurrirá en solitario a las elecciones catalanas y europeas con muy pocas posibilidades de obtener representación. Los líos internos de ambos partidos, con el dirigente catalán Carlos Carrizosa rebelándose contra la decisión de integrarse en las listas del PP y los populares en plena reflexión para decidir un candidato a las elecciones del 12 de mayo, han frustrado definitivamente una suma que se ha antojado imposible durante años y ha dejado tocado al constitucionalismo catalán.
Un escenario muy poco deseable para un movimiento que deberá hacer frente a un Carles Puigdemont que insiste en recuperar el espíritu del 2017, cuando se vivieron los momentos álgidos del procés.
El escenario electoral que dibujan las encuestas invitaba a un acuerdo, según fuentes cercanas a la negociación. Especialmente en el caso de Ciudadanos, que tiene ante sí un panorama sombrío, sin que ningún sondeo le garantice representación parlamentaria pese a los giros de guión. De manera que integrar a algunas de sus caras visibles en las listas del PP se consideraba una “solución pragmática” para “salvar el proyecto”. Es decir, renunciar a sus siglas a cambio de salvar sus “ideas”.
Ruptura interna
Pero la tesis defendida por la dirección nacional, confiada durante las últimas horas en que sacaría su propuesta adelante ante la evidencia de que su criterio impera desde tiempos de Albert Rivera, ha chocado contra el muro de la dirección del comité autonómico catalán, con Carrizosa a la cabeza.
Cabe recordar que Cataluña es la cuna de Ciudadanos, además del motor de su relato político durante toda su existencia. También en el Congreso de los Diputados, donde Rivera llegó a liderar un grupo parlamentario con 57 diputados que a punto estuvo de dar el sorpasso al PP de Pablo Casado. Es por ello que Carrizosa, contrario a que dirigentes naranjas se integraran en la lista del PP, ha hecho valer durante las últimas horas el peso de la dirección autonómica frente a la dirección nacional, advirtiendo que no se aprobaría nada en el Comité Nacional que no estuviese “avalado” por el partido en Cataluña.
Su fórmula para ir a las elecciones pasaba por una “coalición constitucionalista” con “sensibilidades” del PP, Cs y de la sociedad civil catalana.
¿Carrizosa o Cañas?
Vázquez, que en parte logró hacerse con la secretaría general frente a Edmundo Bal gracias al apoyo de los dirigentes naranjas catalanes, ha perdido el pulso contra Carlos Carrizosa, el escudero de Inés Arrimadas que podría repetir como candidato a las elecciones del 12 de mayo, si la militancia no reclama cambios en favor de otro cabeza de cartel como el histórico Jordi Cañas. Un político que mantiene una importante autoridad moral sobre la militancia y no se ha quemado públicamente en este rifirrafe.
Sea como sea, con la dirección nacional del PP también inmersa en el lío interno al no decidir si mantiene a Alejandro Fernández al frente de las filas catalanas o si apuesta por otro candidato como la eurodiputada Dolors Montserrat o el presidente del grupo municipal de Barcelona, Daniel Sirera, la realidad es que populares y naranjas han “decepcionado” a las entidades constitucionalistas que esperaban un acuerdo para ir juntos a las elecciones.
Decepción en las entidades constitucionalistas
Fuentes en dichas entidades reconocen a Crónica Global que “se ha perdido una oportunidad” para capitalizar la movilización en contra que pueda generar la candidatura de Puigdemont.
Dos culebrones internos, el de Cs y el del PP, que demuestran que las elecciones catalanas del 12M han encontrado al centro-derecha constitucionalista con su propia casa sin ordenar. Mientras, el PSC encara las próximas semanas después de un congreso que ha entronizado a Salvador Illa como candidato y primer secretario y se prepara para una campaña de "voto útil" centrada en los “problemas reales” frente a la nostalgia del 2017 que representa Puigdemont.
Habrá que ver qué porcentaje de voto en contra del fugado capitalizan Vox y, sobre todo, el PP. Una formación a la que las encuestas auguran una mejora sustancial de sus resultados, pero que se debate entre un nuevo candidato más afín a las tesis de Génova y que tienda progresivamente puentes con Junts, o un Alejandro Fernández que mantenga un discurso duro e inflexible contra el independentismo.