El fugado Carles Puigdemont ha asumido la candidatura a las elecciones catalanas del 12 de mayo a empujones de su partido. Es la esperanza de Junts para recuperar la hegemonía del independentismo o tener una posibilidad de ganar los comicios, de modo que el expresident se ha lanzado al ring electoral atacando a ERC y planteando las elecciones los comicios como un pulso a Pedro Sánchez y Salvador Illa.
Puigdemont no ha escatimado en dardos hacia sus exsocios de Govern republicanos, acusándoles de “dejarse seducir por los indultos”, de falta de liderazgo o de conformarse con gestionar una “autonomía española”. Con una mano, devolvía a los de Pere Aragonès todos los golpes que Junts ha venido padeciendo desde que a motu proprio abandonó la Generalitat tras realizar una consulta a la militancia. Con la otra, reclamaba una “lista unitaria” que recuperara el espíritu de Junts pel Sí, a la que consideró la lista más “poderosa y estimulante” de los últimos años.
Es decir, que Puigdemont reivindicó la “unidad” como un nuevo eslogan vacío y carente de voluntad política real, más allá de la de incorporar algunos fichajes estrella que, como ha explicado este medio, ha generado malestar en el sector pragmático de Junts.
Puigdemont alimenta el optimismo
Pero el gran rival de Puigdemont en su discurso ha vuelto a ser, de manera idéntica al 2017, el “Estado”. La razón de la existencia de su propuesta electoral, con la que busca hacer frente a los “jueces españoles” y “Madrid”, a quien ha acusado de expoliar los recursos de los catalanes caldeando los ánimos de la sala. Puigdemont ha hablado de presentarse a las elecciones para “restituir” la presidencia de la Generalitat que le fue “ilegalmente” arrebatada con la aplicación del 155 y ha afirmado que el objetivo prioritario era lograr un referéndum pactado.
Consciente del recelo y el desánimo actual de la base independentista --que ha quedado patente en una desmovilización progresiva tanto a nivel electoral como, por ejemplo, en su asistencia a la Diada-- Puigdemont ha alimentado el optimismo alegando que la amnistía también era imposible e “inconstitucional” y, gracias a la presión de su partido, ha terminado convirtiéndose en realidad.
Otro pulso con Salvador Illa
El gran pulso electoral que librará el expresidente de la Generalitat en las elecciones del 12 de mayo será contra el otro gran candidato, Salvador Illa, y el presidente Pedro Sánchez. El mismo al que da apoyo parlamentario en el Congreso de los Diputados. Un apoyo que, pese a su retórica incendiaria, se prolongará en el tiempo mientras la amnistía no se consume de manera real y efectiva y Puigdemont sea verdaderamente “libre” y con garantías.
El fugado es consciente de que tendrá que sudar para superar al primer partido del Parlament, que es el PSC. Y ha admitido que sería difícil con un independentismo yendo desunido a las elecciones (Junts, ERC, CUP y nuevos partidos como Alhora de Jordi Graupera o Aliança Catalana de la ultra Sílvia Orriols). Tal vez por ello ha deslizado que solo volvería a Cataluña si tenía la mayoría parlamentaria para ser investido president. Es decir, que si Puigdemont acaba derrotado a manos de Illa, tal y como pronostican encuestas como la del CEO, podría posponer su regreso hasta que sea real y efectivamente amnistiado.
¿Se movilizarán más los votantes del PSC?
Finalmente, tal y como apuntan los pragmáticos de Junts a Crónica Global, cabe la posibilidad de que la candidatura del fugado termine por movilizar a una mayoría en su contra que se aglutine en torno a las siglas del PSC, como ya sucediera en 2017 con el voto útil constitucionalista a favor de Inés Arrimadas.
En una entrevista a este medio, Salvador Illa aseguró que la presencia de Puigdemont “no alterará” su campaña, ya que ha participado en otras elecciones y no se alzó con la victoria, como en 2017 y 2021. Habrá que ver si el 12 de mayo la estrella de Puigdemont se sigue apagando o si verdaderamente es el repulsivo para un independentismo en horas bajas.