Cataluña tendrá presupuestos para el último año de legislatura si no lo impiden los comunes. El Govern de ERC y el principal partido de la oposición, el PSC, han firmado ya el acuerdo para sacar adelante las cuentas de 2024. El miércoles, el Ejecutivo autonómico celebrará un Consell Executiu extraordinario para aprobar el proyecto de ley y, posteriormente, la consellera de Economía, Natàlia Mas, llevará las cuentas a la presidenta del Parlament, Anna Erra, y las presentará en la Cámara.
El visto bueno de los socialistas de Salvador Illa da oxígeno al president, Pere Aragonès, líder de un Ejecutivo en minoría de tan solo 33 diputados e inmerso en una batalla contra Junts por la hegemonía del espectro independentista. Pero el acuerdo también provocará efectos en la política nacional, otorgando tranquilidad al presidente español, Pedro Sánchez, con el grupo parlamentario de Gabriel Rufián.
Una necesidad urgente teniendo en cuenta los quebraderos de cabeza que los de Junts están generando al Gobierno en votaciones clave como los decretos anticrisis y la propia ley de amnistía, que sigue bloqueada en la Comisión de Justicia por deseo expreso del expresident de la Generalitat fugado, Carles Puigdemont.
"La semana de los presupuestos"
Aragonès e Illa han solemnizado sobre las 16.15 de este martes su acuerdo para los presupuestos catalanes en el Palau de la Generalitat. Un pacto que, según los socialistas, vuelve a evidenciar la "política útil" que emplea su partido y que se ha redactado en base a cuatro prioridades: educación, vivienda, seguridad y lucha contra la sequía. Prevé destinar 7.435 millones a la enseñanza, añadir unas 4.000 viviendas al parque de alquiler social este 2024, nuevos juzgados y medidas para afrontar la grave sequía que atraviesa el territorio.
Sin embargo, en el documento no hay referencias al Hard Rock, el proyecto recreativo y turístico en el Camp de Tarragona que el PSC exige impulsar y que el Govern se ha comprometido a no frenar. Este es, precisamente, el escollo que impide ahora un acuerdo con En Comú Podem.
De este modo, PSC y ERC vuelven a escenificar sus buenas relaciones, trabajadas durante años a través de los acuerdos en el Congreso de los Diputados y en múltiples ayuntamientos de Cataluña, además de en el Parlament desde que se consumó el divorcio entre Aragonès, Junts y la CUP.
Hard Rock, la semilla de la discordia
Pero hay problemas en el horizonte para republicanos y socialistas. Y es que el Hard Rock se ha convertido en la semilla de la discordia en la negociación con los de Jéssica Albiach, que vinculan el proyecto a "adicciones" y "delincuencia". De ahí que Aragonès tenga que emplearse a fondo con un juego de equilibrios para contentar a ambos, sin que ninguno de ellos entre en graves contradicciones ante su electorado.
Este juego de equilibrios ya fue posible en la negociación de las cuentas anteriores, si bien en esta ocasión el ejercicio se antoja más difícil al tratarse de un año electoral. Los comunes temen que sus votantes conserven en la memoria un viraje respecto al Hard Rock a la hora de ir a las urnas.
La solución podría ser una fórmula intermedia al más puro estilo ERC. No descartan una moratoria que detenga temporalmente el PDU específico para el desarrollo de este proyecto, mientras que el PSC asume que el proyecto debe "adecuarse a las restricciones del momento".
Paz para Sánchez
En cualquier caso, salvo un acto suicida de los comunes tumbando los presupuestos en tiempos de emergencia por sequía, Cataluña tendrá presupuestos en 2024 y Aragonès podrá terminar la legislatura contra todos los pronósticos iniciales. Un espaldarazo ante la recta final que por seguro agradecerá a Pedro Sánchez con un estable apoyo parlamentario de los republicanos en el Congreso de los Diputados.
Precisamente, cuando el presidente del Gobierno de España vive un momento plagado de turbulencias. Primero, con el ya citado bloqueo de la Ley de Amnistía y, segundo, con un caso Koldo que ha salpicado al ex ministro y ex todopoderoso secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos. Todo ello munición para un Partido Popular crecido tras los resultados de las elecciones gallegas.
Sánchez tiene suficiente con Puigdemont y Ábalos; necesita paz en el Congreso. Y, desde luego, no será ERC quien vaya a negársela.