El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès (ERC), está a punto de lograr la aprobación de los últimos Presupuestos de su mandato. Y es que, si bien la negociación de las cuentas sigue en marcha con el resto de fuerzas del arco parlamentario, todo apunta a que el acuerdo podría consumarse en los próximos días sin grandes sorpresas.
El obstáculo principal no están siendo ni la proximidad de las elecciones catalanas ni la falta de voluntad de los principales dirigentes políticos del PSC y comunes -Salvador Illa y Jéssica Albiach vienen ejerciendo de aliados naturales del Govern desde que Junts salió del Ejecutivo-, sino el juego de equilibrios que el president debe hacer entre ambos para que ninguno renuncie a sus exigencias ante la opinión pública. Unas exigencias a las que se ha venido dando difusión durante los últimos meses y que, ahora, pesan como una losa.
Aragonès, rehén de su debilidad parlamentaria
En el Presupuesto anterior, los dos partidos dieron su apoyo a las cuentas por responsabilidad política, pero también vislumbrando la oportunidad de convertir a Aragonès en rehén de su propia debilidad parlamentaria ante el divorcio con los neoconvergentes y los antisistema de la CUP. Es decir, que socialistas y comunes podían defender los intereses de los catalanes a la par que se convertían en administradores de los tiempos de la legislatura catalana, pudiendo empujar al republicano contra las rocas del adelanto electoral en caso de que no cumpliera con los acuerdos o la demoscopia lo aconsejara.
No obstante, contra todo pronóstico, Aragonès ha sobrevivido prácticamente la totalidad del mandato y ha encarado la nueva negociación presupuestaria con un Govern remodelado con Sergi Sabrià a los mandos de la estrategia. Razón de más para que PSC y comunes no quieran dar su brazo a torcer ante un gobierno que ha cometido numerosos incumplimientos de los acuerdos y ha puesto velocidad de crucero en su campaña electoral.
El Hard Rock, el principal escollo
El Hard Rock es, hoy por hoy, el principal escollo que hace saltar chispas ideológicas entre PSC y los comunes, y Aragonès contiene el aliento en cada sesión parlamentaria para no ofender ni a unos ni a otros. La luz verde a este proyecto fue una de las condiciones que pusieron los socialistas catalanes para dar su visto bueno a las cuentas de 2023 y, a la vez, fue la principal línea roja del partido de Jéssica Albiach, que lo considera “un disparate” que solo “trae delincuencia, adicciones e inseguridad”. Un tipo de rifirrafe muy habitual entre ambos partidos cuando Ada Colau era alcaldesa de Barcelona y se oponía a grandes proyectos estratégicos por entrar en contradicciones con su ideología de izquierdas.
En este sentido, los comunes aprietan y reiteran que el Govern en minoría de Aragonès no puede confundir la “buena voluntad” de su partido con un cheque en blanco para aprobar los Presupuestos. Es más, sugieren que esos recursos podrían invertirse, por ejemplo, en vivienda. Una de sus principales banderas políticas.
El PSC y su mano tendida
Por su parte, desde el PSC reclamaron el Hard Rock como uno de los proyectos necesarios para el territorio de Tarragona, si bien siempre ha mostrado su "mano tendida" al Govern en un alarde de pragmatismo político ante la delicada situación de Cataluña tras una década de oportunidades perdidas por culpa del procés. El propio primer secretario del PSC, Salvador Illa, dijo en una entrevista el pasado miércoles que le costaría mucho votar en contra de los presupuestos del gobierno. Sin embargo, los socialistas también redoblan la presión sobre Aragonès para evitar un viraje de posición y esperan que el president sepa encontrar la fórmula para satisfacer a ambas partes sin que se renuncie a un proyecto muy beneficioso para la economía del territorio.
Precisamente respecto al territorio, cabe recordar que Junts y PSC empataron en escaños en Tarragona en las elecciones autonómicas de 2021. Y si bien los del grupo parlamentario liderado por Albert Batet ni están ni se les espera en la aprobación de los Presupuestos, existe una lucha soterrada entre los socialistas y los neoconvergentes por abanderar el Hard Rock en las comarcas tarraconenses. El PSC quiere luz verde al proyecto para crecer electoralmente, y Junts utilizarlo como misil frente a sus adversarios electorales para vender en el territorio que la inoperancia de Aragonès y los socialistas ha frustrado la inversión.
Con todo, no cabe duda de que las elecciones catalanas están cerca y no solo se deciden en Barcelona. Cada escaño de Cataluña cuenta a la hora de conseguir la mayoría suficiente para gobernar. Igual que cuenta cada movimiento estratégico en la negociación de los Presupuestos a la hora de influir en el futuro voto de los catalanes.
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