Anna Gabriel
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Anna Gabriel pone fin a su periplo judicial saliendo impune de los cargos que se le atribuyeron. La en su día aguerrida y desafiante diputada de la CUP huyó poco después del golpe secesionista al Estado de octubre de 2017. Y su destino para residir en el extranjero fue, paradójicamente, uno de los países menos anticapitalistas y antisistema -algo que ella se considera a sí misma- que existen: Suiza. El mismo por el que también han optado otros de sus correligionarios secesionistas, como el diputado de ERC Rubén Wagensberg y la secretaria general de dicho partido Marta Rovira para evitar rendir cuentas ante la justicia, o bien el expresidente de Òmnium Jordi Cuixart por razones empresariales.
Gabriel regresó a España en 2022 cuando se despejó su panorama judicial al pesar sobre ella sólo una acusación de desobediencia, delito que en ningún caso le hubiera llevado a prisión. Ahora, la Audiencia de Barcelona ha archivado su caso. Lo cual no le ha impedido seguir con su discurso victimista, calificando de "represión" las causas pendientes por Tsunami Democràtic y los autodenominados Comitès de Defensa de la República (CDR), las plataformas ultranacionalistas convocantes de protestas que derivaron en graves daños, disturbios y actos de violencia tras la sentencia a los mandatarios del procés en 2019.
"La represión y la persecución política sigue bien vivas contra muchas personas", clamó ayer Gabriel en sus redes sociales. Curiosa forma de aludir a la situación de personas que, como ella, han ocupado importantes cargos públicos y se han ido a vivir a algunos de los países más caros del mundo, o bien a aquellos que, siendo seguidores de su causa, ahora están acusados de graves delitos que todavía deben dirimirse ante los jueces.