Arranca el curso político en Cataluña con Carles Puigdemont como absoluto protagonista de la escena. Un escenario que, en los últimos años, era impensable debido a la irrelevancia política que venía arrastrando Junts, mayormente como consecuencia de su propia estrategia de no negociar prebendas con el Gobierno de Pedro Sánchez (PSOE), mientras que ERC apostaba por la mesa de diálogo y el deshielo con el Estado.
Sin embargo, los últimos resultados de las elecciones generales del 23J colocaron a los neoconvergentes como pieza clave de la gobernabilidad, y ahora el expresidente fugado es uno de los políticos más deseados. Tanto para el PSOE como para un PP que no se cierra a hablar con Junts para lograr la investidura, no sin cierta controversia interna.
Un escenario favorable a Junts
Ayer lunes en Bruselas Puigdemont se reunió con la líder de Sumar, Yolanda Díaz. Ambos acordaron "explorar todas las soluciones democráticas para desbloquear el conflicto político en Cataluña", lo cual ha vuelto a situar al fugado bajo los focos. Él, en nombre de la persona que más manda en Junts a pesar de no ocupar cargos orgánicos en la dirección del partido. La vicepresidenta del Gobierno, como líder de la formación de izquierda, ya que fue desautorizada como voz del Ejecutivo.
Puigdemont es el ganador de la reunión. Y volverá a tomar todo el protagonismo del espacio independentista catalán este martes, cuando está previsto que anuncie en una conferencia ante los suyos las condiciones para la investidura.
El escenario no le puede ser más favorable a un partido que no le acompañaron los resultados en las urnas en las últimas generales. La Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha lanzado un comunicado advirtiendo a Junts y ERC de que la negociación con el Gobierno tiene que pasar por "el reconocimiento del 1-O". Si bien, hasta ahora, sólo estaban sobre la mesa la amnistía y la autodeterminación, este condicionante viene a ser un espaldarazo a las tesis que Junts ha sostenido durante los últimos años, especialmente en el sector más radical liderado por Puigdemont y Laura Borràs.
Cambio en la estrategia de ERC
O, lo que es lo mismo, la ANC insiste en la necesidad de una línea más dura en la negociación con el Gobierno. Una estrategia diferente a la que ha desempeñado ERC, que ahora busca reconciliarse con la entidad y ha anunciado que el president de la Generalitat, Pere Aragonès, irá a la manifestación secesionista de la Diada.
Ayer lunes, el republicano anunció una decisión en la que pesa más la necesidad de dar una imagen de unidad del espacio secesionista, aunque sólo sea una imagen, que las críticas que le puedan caer. Además, lo hizo con pompa y circunstancia. Fue lo más destacado de su apertura del curso político en Cataluña. Se trata de una clara muestra del cortejo que su formación quiere desplegar ante la base social independentista en las próximas semanas tras los últimos batacazos electorales.
Así, ERC participará en la manifestación de la ANC del 11 de septiembre, dando un giro de 180 grados a su estrategia. El año pasado no asistió a la cita y se conformaba con la "mesa de diálogo" y arrancar prebendas al Gobierno -como los indultos o la derogación del delito de sedición y la rebaja del de malversación- para superar las convocatorias electorales. Pero los resultados de los comicios municipales del 28 de mayo y los generales han dado un baño de realidad a ERC. Han cuestionado su estrategia y les han dejado en una posición muy debilitada frente a sus adversarios de Junts en el ecuador de su mandato.
Puigdemont, en el foco
Frente a la depresión del espacio republican, el que preside la Generalitat en solitario, Puigdemont se congratula por sus éxitos. Por un lado, se ha logrado posicionar como el principal actor político nacionalista. Acapara todas las miradas, hasta el punto de que el PP se abre a abrir una línea de diálogo con Junts. Y, por otro lado, el haber abandonado el Govern le ha provocado un mínimo desgaste el 23J -ha perdido sólo un diputado-, además de haber conseguido salvar los muebles en las municipales.
A la espera de los próximos acontecimientos, no hay duda de que la formación neoconvergente vive un momento dulce, mientras que Aragonès y ERC han protagonizado su inicio de curso político de perfil más bajo. Y es que tanto Junts como el PSC le comen el terreno.