El tiempo de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont ha pasado. Lo dicen los resultados electorales y las alianzas tejidas para constituir los ayuntamientos catalanes. El fallecido intento de Xavier Trias y Ernest Maragall por acceder a la alcaldía de Barcelona puede parecer el ejemplo más evidente de esa pérdida de influencia en el independentismo. Pero hay más casos.
El presidente de ERC mantiene su veto al PSC, esto es, a pactar con los socialistas, una postura a la que Pere Aragonès ha hecho caso omiso, acordando sus presupuestos de la Generalitat con Salvador Illa. Aragonès va soltando lastre de Junqueras, como se vio en la última crisis de gobierno, cuando el president expulsó a tres consejeros próximos al líder del partido.
Maragall y Junqueras, contra el PSC
En el caso de Barcelona, Junqueras y Ernest Maragall han compartido su rechazo a los socialistas. Como se sabe, el alcaldable por ERC fue dirigente del PSC, pero dolido con el mal trato que, asegura, el partido le dio a su hermano Pasqual, dio el salto a ERC. La visceralidad del discurso que pronunció Maragall tras conocerse el apoyo de los comunes a Collboni, aleja cualquier posibilidad de un futuro tripartito de izquierdas. Al menos si depende de Junqueras.
Algo que reduce las perspectivas de futuro de ERC, que se queda sin liderar las cuatro grandes capitales de provincia y sin penetrar en el área metropolitana, donde arrasa el PSC. La candidatura de Gabriel Rufián, una apuesta personal de Junqueras, para la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet se estrelló estrepitosamente en las urnas.
El fugado, contra los partidos del 155
Por su parte, Puigdemont es cada vez menos relevante en la política catalana. Y en su propio partido, donde su aliada, Laura Borràs, se da por amortizada tras su condena y cese como presidenta del Parlament.
Junts per Catalunya tiene que decidir –de nuevo-- su futuro, que no pasa por el bronco discurso independentista del fugado. Todavía ayer, el expresidente hacía un llamamiento a no pactar con los partidos “del 155”, esto es, con PSC y PP.
Hace cuatro años que Junts gobierna en la Diputación de Barcelona con PSC –algo que, por cierto, permite a su esposa, Marcela Topor, mantener programa televisivo y sueldo en La Xarxa--, pero es que, además, Junts no ha puesto trabas a establecer alianzas a nivel local. Y en el único lugar donde los neoconvergentes mantenían una postura contraria a pactar con PSC y ERC para impedir que la radical Sílvia Orriols gobernara Ripoll (Girona), el partido se ha dividido.
Las grandes mayorías, como la lograda en Figueres, han sido posibles gracias a candidatos moderados que se han presentado sin las siglas de Junts.
Más espectáculo en el Congreso
A Puigdemont solo le queda colocar alguna pieza en el Congreso, como Miriam Nogueras, para garantizar que el espectáculo continúa. Como hizo Rufián durante años como portavoz de ERC en la Cámara baja. Y aunque es cierto que Junts logró en las locales del 28J ser la fuerza ganadora en más municipios, no parece que en las generales del 23 de julio vaya a experimentar una subida considerable. Y menos tras la fallida operación Trias.
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