Comienza la cuenta atrás para la constitución de los ayuntamientos. La de Barcelona está en el foco político y mediático. La propuesta de Ada Colau de un mandato compartido con ERC y PSC implica la continuidad de una forma de hacer política acuñada popularmente como “el gobierno del no” por todos los grandes proyectos que la ciudad ha perdido.
Calcular el coste de oportunidad de esas iniciativas perdidas por el rechazo o, cuando menos, la falta de interés de los comunes, resulta difícil. Pero un repaso a las mismas demuestra que, durante estos ocho años, la capital catalana podría haber experimentado un gran empuje económico y social, por no hablar de la creación de puestos de trabajo, si el Ayuntamiento de Barcelona hubiera sido más proactivo.
Tormenta perfecta
En 2017, se produjo una tormenta perfecta que impidió que Barcelona fuera la sede de la Agencia Europea del Medicamento (AEM). El proceso secesionista estaba en su momento álgido y numerosas empresas comenzaban a deslocalizar sus sedes ante la incertidumbre política y jurídica generada por el independentismo unilateral impulsado desde la Generalitat de Cataluña.
Tampoco ayudó a esa candidatura –la Torre Glòries (conocida como Torre Agbar) estaba llamada a ser la sede de la AEM– la desidia de la alcaldesa Colau, quien confesó a sus socios del PSC que el proyecto no era del agrado de sus bases. Sin embargo, Barcelona hubiera sido un lugar ideal para albergar la Agencia, retener talento y demostrar la potencialidad de su treintena de centros biomédicos. Finalmente fue Amsterdam la capital europea elegida.
Otras sedes y aeropuerto de El Prat
La AEM es una entidad emblemática, pero no menos interesantes eran las candidaturas para acoger la Autoridad Europea de Preparación y Respuesta Ante Emergencias Sanitarias (HERA, por sus siglas en inglés), que finalmente se quedó en Bruselas, o el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio, que la Ciudad Condal perdió ante Bonn.
El mandato de Colau no sólo ha perdido esos organismos europeos. También en el terreno de las infraestructuras se ha encallado la ciudad. Los comunes han sido muy beligerantes en contra de la ampliación del aeropuerto de El Prat. La alcaldesa no ofreció ninguna alternativa. A su juicio, el crecimiento de la infraestructura escondía una “operación inmobiliaria” y atentaba contra el medio ambiente. Su rechazo se unió a las dudas del Gobierno de Pere Aragonès y, de momento, no está previsto que se lleve a cabo.
El cierre de Nissan
Durante el mandato de Colau también se ha asistido al cierre de la planta de Nissan. En un principio, la alcaldesa se alineó con los trabajadores, participó en sus manifestaciones y prometió que impediría la deslocalización. Posteriormente fue menos activa y la empresa se fue de Barcelona, sin que las prometidas “trabas” de la líder de los comunes se hayan cumplido.
Mil trabajadores se fueron a la calle, pero Colau se opuso a la creación de un centro de mantenimiento de tanques que habría creado 500 puestos de trabajo. La alcaldía nada hizo por acoger la gigafactoría de baterías de Volkswagen, que finalmente se fue a Sagunto. La continuidad del Mobile World Congress es casi un milagro, teniendo en cuenta el desinterés de la alcaldesa.
Olimpiadas de invierno y Barcelona World Race
En materia de deportes, la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno (en los que se iba a utilizar la marca Barcelona) también fue boicoteada por los comunes, al igual que la Barcelona World Race. La Copa América de Vela sí será una realidad, en parte gracias al apoyo de la empresa privada.
Barcelona se ha quedado, asimismo, sin el Museo Hermitage. Colau celebró que los inversores renunciaran a que la ciudad catalana acogiera este gran centro cultural.
Bloqueo a hoteles de lujo
Especialmente proactiva en vetar proyectos ha sido la primera edil en materia inmobiliaria. Grandes firmas hoteleras como el Four Seasons desistieron en su intento de desembarcar en Barcelona. Tampoco fue posible que Hyatt se instalara en la Torre Glòries. AC Hoteles también optó por Madrid ante las trabas encontradas en Barcelona.
El desinterés del consistorio por el Centro Europeo de Medicina Tradicional China demostró hasta qué punto falla la diplomacia de Colau. Cuentan que el equipo de la alcaldesa rozó la mala educación cuando los promotores acudieron a explicarle el proyecto.
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