Un gobierno trifásico. Esto es, por etapas. La desesperada propuesta de Ada Colau para retener la alcaldía de Barcelona, consistente en repartir el mandato de PSC, comunes y ERC, ha causado sorpresa en medios políticos e inquietud en el mundo empresarial. Y también desconcierto en un PSC al alza en toda Cataluña y que sale a ganar en las próximas elecciones autonómicas.
El candidato socialista a la alcaldía, Jaume Collboni, ha manifestado que rechaza la oferta con la boca pequeña. El martes por la tarde confirmó que se iba a presentar como alcalde en el pleno del 17 de junio y que iba a “forzar” a los comunes a que eligieran entre él o Trias. ERC fue más contundente en contra de la propuesta de Colau, pero algunos sectores temen que los socialistas caigan en la tentación de renovar su apoyo a la líder de la confluencia de izquierda.
El empresariado manda un aviso a Collboni
"Entre el empresariado catalán y barcelonés costaría mucho asimilar que Xavier Trias no fuera alcalde, y mucho más que los comunes volvieran a participar en el gobierno municipal", advierten a Crónica Global desde el mundo empresarial. Por su parte, fuentes socialistas avisan de que el alcaldable de Junts per Catalunya (JxCat), a pesar de haber hecho campaña sin las siglas, forma parte de un partido que apoyó un proceso independentista que también fue nocivo para Barcelona.
Brindis al sol, o no, el tripartito que propone Colau en el consistorio barcelonés –hubo un pacto entre 2003 y 2010 en la Generalitat entre PSC, ERC e ICV (partido que luego se incorporó a los comunes), pero sin reparto de la presidencia– plantea muchos interrogantes: ¿quién será el interlocutor? ¿Habrá intercambio de cromos con la futura Generalitat? ¿Logrará un acuerdo de estas características lograr que vuelvan las empresas que huyeron durante el procés? ¿Evitar que gobierne la lista más votada tiene coste electoral, como ha ocurrido en Sant Cugat del Vallès o Figueres?
Salvador Illa, en el centro
Todas esas preguntas tienen como epicentro un nombre propio: Salvador Illa, primer secretario de los socialistas catalanes y actual jefe de la oposición tras haber ganado las elecciones autonómicas de 2021, aunque un pacto independentista le impidió gobernar.
El PSC fue el partido más votado en las municipales del 28M. Volvió a arrasar en el área metropolitana y ganó en grandes capitales como Girona, Lleida y Tarragona. En otras urbes como Figueres o Sant Cugat del Vallès, el PSC había participado en 2019 en cordones sanitarios que evitaron gobernar a la lista más votada.
Cerró pactos antinatura con ERC y la CUP para desplazar a los convergentes de las alcaldías con resultados que no han sido buenos para ninguna de las tres formaciones, especialmente para los republicanos. Los ciudadanos dictaminaron el 28M que esos experimentos no son bien recibidos y Junts per Catalunya ganó por mayoría absoluta.
17 de junio, constitución de los plenos
La ocurrencia de Colau, lanzada cuatro días antes de que se constituyan los ayuntamientos, podría colocar a Illa en la misma situación. Esto es, un castigo en las elecciones autonómicas –no es descabellado que estas se adelanten ante la debacle electoral y el gobierno en minoría de ERC— tras una buena trayectoria.
Desde el PSC sostienen que un acuerdo progresista en el Ayuntamiento de Barcelona, liderado por Collboni –quedó segundo y Colau, tercera— “es la garantía de un gobierno responsable en el Ayuntamiento de Barcelona, como ha ocurrido en el Gobierno de España (PSOE-Podemos). Tenemos legitimidad para ponernos al frente del gobierno municipal”. Y recuerdan que, gracias al PSC, Barcelona mantiene el Mobile World Congress y acogerá la Copa América de Vela. Dos eventos que los comunes veían con malos ojos. “Trias pertenece a un partido que propició la expulsión exprés de empresas. El procés fue nocivo para Barcelona”, recuerdan.
¿Regreso de empresas?
De hecho, una de las promesas de Collboni y de Illa durante la campaña fue el regreso de esas empresas que huyeron del proceso independentista por la inestabilidad política y jurídica provocada. Un tripartito entre PSC, ERC y comunes no es la mejor garantía, aseguran desde el mundo de los negocios, para que regresen.
Recuerdan que la inseguridad jurídica ha sido una constante en los últimos ocho años de gobierno en Barcelona, con ejemplos como la reserva de suelo para vivienda protegida que ha frenado la obra nueva y las grandes rehabilitaciones en la ciudad, y que un cambio de ciclo implica cerrar del todo esta etapa.
Carpetazo a la era Colau
Con un añadido, que la campaña de los socialistas se centró en dar carpetazo a la era Colau. Para ello hicieron bandera de los años de experiencia acumulada en la gestión del Ayuntamiento de Barcelona desde las etapas de Maragall y marcaron distancias con los comunes, hecho que les convirtió en blanco de las críticas por parte de sus adversarios en las urnas que le recordaron a Collboni su condición de primer teniente de alcalde. Los resultados de las elecciones locales demostraron que esta estrategia les funcionó de forma parcial. En la pelea con Trias por el voto anti-Colau se impuso el neoconvergente.
Presupuestos de la Generalitat
Por otro lado, el “intercambio de cromos” en los presupuestos de la Generalitat y del ayuntamiento en 2021 –entre ERC y comunes, en aquel caso– sería casi imperativo en
el caso de un gobierno municipal tripartito. Condicionaría las políticas sociales y económicas y plantearía dudas sobre quién es el verdadero interlocutor del Ejecutivo catalán.
Cuestiones todas ellas que desgastan a los socialistas catalanes en un momento de expansión y a las puertas de unas elecciones generales.