No hay confusión en las siglas del PSC y ERC. El votante sabe perfectamente qué partido hay detrás de las mismas. No así las que están llamadas a englobar al PDECat. La proliferación de plataformas electorales creadas a modo de paraguas de partidos locales añaden confusión al espacio catalanista que sigue huérfano de referente. Mientras Junts per Catalunya (JxCat) sigue sin definir su futuro ideológico, quienes se arrogan el legado de Convergència (CDC) establecen acuerdos de cara a las municipales con una doble finalidad: salvaguardar los derechos electorales del PDECat, en fase de liquidación, y plantar cara a una marca asociada a Carles Puigdemont, a la ruptura con ERC y la consiguiente salida del Govern.
El resultado es una previsible fuga de votos de Junts hacia esas plataformas, lo que debilita la posibilidad de pactos con el PSC y de renovar el gobierno de la Diputación de Barcelona. En paralelo, Esquerra parece consolidar su marca y amenaza la continuidad de los socialistas en una entidad supramunicipal, clave en la expansión territorial, pues se maneja mucho dinero e influencia.
El pulso de PSC y ERC en el área metropolitana
Si se cumplen los augurios electorales, las elecciones municipales estarán protagonizadas por el pulso entre PSC y ERC en el área metropolitana de Barcelona. Los resultados determinarán si se produce un adelanto de los comicios autonómicos y si, como añaden esos sondeos, JxCat se hunde. Previamente, los neoconvergentes medirán su músculo en el territorio y el peso de su marca corporativa, identificada todavía con Puigdemont y con una deriva independentista que actualmente genera rechazo en un votante harto de proyectos unilaterales y confrontación. No es casual, por tanto, que los neoconvergentes comiencen a poner el acento en temas más sectoriales como el de la okupación o la fiscalidad.
Cuando Junts rompió con el PDECat, la ofensiva del fugado contra los alcaldes que se presentaron con las siglas del partido de David Bonvehí rozó tintes de opa hostil. De hecho, muchos cargos locales hicieron el trasvase. Hasta que la militancia de JxCat votó a favor de romper con ERC, con la consiguiente salida del Govern, una decisión contraria a la voluntad de consellers y ediles.
Espai CiU, Ara Pacte Local, Impulsem Lleida...
Este enésimo gesto de radicalidad movilizó de nuevo a quienes aspiran a ocupar el espacio catalanista que quedó huérfano tras la desaparición de CDC. Es ahí donde surgen nuevas marcas como Espai CiU, impulsada por PDECat, PNC y Convergents, aunque sin demasiadas posibilidades de éxito. Pero lo que realmente puede suponer una amenaza para JxCat o, en cualquier caso, provocar una fuga de votos en el territorio --en la ciudad de Barcelona, las dinámicas son diferentes-- es la aparición de coaliciones electorales con las que PDECat pretende proteger a sus alcaldes, salvando sus derechos electorales, en colaboración con otras formaciones como Centrem.
El pasado sábado, el partido fundado por la exconsejera de Empresa Àngels Chacón --actualmente retirada de la política-- decidió sumarse a la coalición electoral para los comicios municipales denominada Ara Pacte Local, formada por PDECat y el partido municipalista Ara Catalunya, presentada oficialmente a finales de octubre. El objetivo es computar votos conjuntamente, ya que las formaciones, por sí solas, son conscientes de que tienen muy difícil llegar al 5% necesario para obtener representación. Un instrumento jurídico, en definitiva, para evitar divisiones.
Torpedear mayorías
La iniciativa, que se suma a otras como Impulsem Lleida, creada por una cuarentena de alcaldes, supone plantar cara a JxCat. Pero tiene un efecto colateral importante, pues podría torpedear las mayorías que este partido podría alcanzar con PSC para revalidar el gobierno de la Diputación de Barcelona.
Los socialistas catalanes mantienen una geometría variable en materia de pactos, pero dentro del partido hay dirigentes que ven con buenos ojos una sociovergencia que impida a ERC y los comunes hacerse con alcaldías importantes --por ejemplo, la de Barcelona--. De hecho, es la gran apuesta del sector negocios, confiados en que, finalmente, Junts volverá a refundarse para soltar lastre de Waterloo. Pero la atomización de ese voto catalanista no garantiza esas mayorías. De hecho, el gran temor del partido liderado por Salvador Illa es precisamente ese, que ERC aumente su presencia en ciudades metropolitanas y le aparte de la Diputación de Barcelona. No es de extrañar, por tanto, que en previsión de que los socialistas catalanes no revaliden mayorías absolutas --L’Hospitalet de Llobregat, Cornellà o Santa Coloma de Gramenet, por ejemplo--, hagan guiños a Ciudadanos, formación también en declive, pero que lucha por ser determinante si el predominio de PSC va de dos o tres concejales.