Silvana Boccanfuso denuncia que los historiadores ignoraron el papel de la mujer en la construcción europea

Silvana Boccanfuso denuncia que los historiadores ignoraron el papel de la mujer en la construcción europea

Política

Boccanfuso: “Los historiadores ignoraron el papel de la mujer en la construcción europea”

La historiadora italiana aborda en un libro la figura de Ursula Hirschmann y su defensa del federalismo europeo, hoy amenazado por nacionalismos “que se vuelven más fuertes en época de crisis”

13 febrero, 2022 00:00

Tuvo un importante papel intelectual y operativo en la construcción europea. Pero los historiadores la silenciaron. Silvana Boccanfuso aborda en el libro Ursula Hirschmann. Una mujer por y para Europa (Icariala fascinante vida de esta intelectual, que participó activamente en los debates clandestinos de un grupo de antifascistas desterrados en una isla durante la segunda guerra mundial. Fruto de esas conversiones fue el Manifiesto de Ventotene, documento fundacional del federalismo europeo.

En una entrevista con Crónica Global [se puede ver íntegramente en este enlace], la doctora en Historia de la Integración Europea afirma que los europeos "debemos tener el coraje de llegar a la plena unidad política" y advierte de la amenaza que supone un nacionalismo que "se vuelve más fuerte en épocas de crisis".

--Pregunta: Ursula Hirschmann fue una protagonista invisible de la construcción europea. ¿Por machismo?

--Respuesta: No por machismo, ignorar a la mujer es un fenómeno natural del estudio de la historia. Normalmente los historiadores dan atención a unos personajes que tienen mayor visibilidad. Es un problema incluso de documentos. En el proceso de la integración europea había unos personajes de visibilidad mayor, se dio atención mayor a los hombres. En los años 2000, me di cuenta gracias a la ayuda del biógrafo de Altiero Spinelli que había un agujero en la historia del proceso de unificación, un personaje femenino muy fuerte y visible, que había hecho cosas, y que no estaba estudiado. Empecé en 2007 y lo único que sabíamos era que Ursula era la mujer de Eugenio Colorni y después de Spinelli, que había participado en un grupo llamado Femmes pour l’Europe. Era un terreno virgen. Estoy muy satisfecha haber llegado a una definición de la historia política y personal de Ursula, lo que acabó en una tesis doctoral. Después me alejé un poco de Ursula, pero vi que era necesario que se hablara de ella y salió el libro.

--¿Cómo se puede resumir la aportación de Ursula Hirschmann a la construcción europea?

--Tuvo un valor intelectual y operativo. Está atada a la historia del Manifiesto de Ventotene – Por una Europa libre y unida (1941) –documento fundacional del federalismo europeo--, una isla utilizada por los fascistas como lugar de confinamiento político. Ursula llegó como mujer de Colorni, joven socialista de Milán. Se habían conocido en Berlín en 1932. En esa isla, un grupo de personas confinadas pudieron confrontar ideas, miedos, ambiciones... Y llegaron a la conclusión de que la única forma de sobrevivir en Europa, para acabar con las guerras y los conflictos, era llegar a la construcción de una federación europea y al abandono de la soberanía nacional. Ursula tuvo un papel intelectual en las conversaciones que llevaron al Manifiesto de Ventotene. No tenemos documentos escritos porque estaban en una isla de confinamiento, estaban controlados por la policía, no podían escribir nada. Las cabezas más influyentes fueron Ernesto Rossi, Spinelli y Colorni, pero Ursula fue un miembro activo de esas conversaciones.

--¿Hasta qué nivel?

--No sabemos hasta qué nivel, podemos hacer suposiciones. Ella llegó a Ventotene ya con una identidad política muy fuerte, había empezado en Berlín cuando tenía en 17 años y Hitler irrumpió en la escena política alemana. Ursula se puso inmediatamente en contra de los fascismos, tenía un rechazo a cualquier tipo de frontera, límite o barrera entre los hombres en la humanidad. Rossi era economista. Spinelli era el político con una historia muy fuerte. Y Colorni, el filósofo que podía llevar la conversación hasta sus límites intelectuales. Cuando Ursula llega a la isla, ya lleva su forma de ser europea. Ella ya vivía como europea, porque ya había dejado Berlín, había vivido en París, se casó con un italiano… Ella consideraba la humanidad de una manera cosmopolita. Su papel operativo fue muy fuerte. Ella sacó el manifiesto de Ventotene escrito en papelitos y le dieron difusión en el continente.

--¿Los populismos y los nacionalismos amenazan esos valores que defendía Ursula Hirschmann?

--Siempre pienso que hay una amenaza de estos valores. En los momentos de crisis, el nacionalismo se vuelve más fuerte. Las personas, para defenderse, se encierran en lo que conocen. Ese es el miedo. Cíclicamente, en la historia, surgen amenazas que pueden ser económica o sanitaria, como hemos visto en esta temporada. La defensa instintiva del ser humano es encerrarse en su propia identidad nacional. Pero hay personas que instintivamente se consideran individuos de una humanidad muy, muy amplia. Hay otros seres humanos que esto no lo tienen. Ursula se consideraba muy individual y, por eso, muy cosmopolita. La amenaza es esta. Por eso estamos aquí, hablando de personajes de la historia. Los historiadores no somos políticos y lo único que podemos hacer es dar difusión a una manera de pensar, a unas vidas, a unas existencias. Tenemos un riesgo continuo.

--¿Qué tiene que hacer la Unión europea para que, definitivamente, sea una construcción federal?

--Tenemos que conseguir la unidad política verdadera. El proceso de unificación es incompleto. Tenemos una moneda única, pero no tenemos una cabeza política central. Todavía lo son los gobiernos nacionales. La construcción federal está en proceso. Damos tres pasos adelante y dos atrás. Debemos tener el coraje de llegar a la unidad política completa. ¿Cómo hacerlo? Es muy difícil para mi hacer comprender que no es importante la identidad nacional a quienes tienen miedo a perderla. Eso no va a pasar. Pero la UE quiere llegar a una unificación política, sin olvidar las diferencias culturales. Los europeos no deben tener miedo, debemos estar unidos en las diferencias culturales. ¡Yo sigo siendo italiana, pero de Nápoles! En Italia tenemos mucha conciencia de la ciudad de donde somos.

--¿El conflicto en Ucrania pone a prueba la fortaleza de Europa? Muchos pueden pensar que entre Rusia y Estados Unidos, la UE no puede hacer nada por sí misma.

--La crisis siempre es una oportunidad. Esta crisis puede volverse en algo que nos ayude en avanzar en el proceso de verdadera unidad políticas. La crisis sanitaria ha sido una oportunidad. Espero que no haya una guerra, pero soy positiva sobre Europa.

--¿Alemania tiene demasiado peso en Europea?

--Es normal que en un espacio geográfico haya regiones más fuertes que ejercen de motor. Si llegamos a hacer este clic cultural, no veremos la diferencia, pero sé que es difícil. Es inevitable que el Estado que tiene más peso económico tenga una fuerza tractora. Si logramos una Europa federal ya no se tendrá la percepción que Alemania es más fuerte. Esa es la prueba de que, interiormente, todavía no somos europeos. No ha llegado el cambio cultural todavía.

--Comentabas al principio el papel de Ursula en el movimiento feminista europeo.

--Fue un descubrimiento increíble. Cuando empecé a estudiarla, quería saber el papel de Ursula en la idea de una Europa federal, en un trabajo de grupo. Pero después de unos años de estudio, me encantó la mezcla de hechos personales y políticos. Es una característica de toda su vida. En los años setenta, llegó a Bruselas cuando Spinelli es nombrado comisario europeo. Llegó como su mujer. Los primeros años fueron difíciles porque estaba como mujer de un funcionario, aunque habían sido compañeros de lucha durante 30 años. Ella se encuentra con un papel que no es el suyo. Cae en una crisis personal profunda. Como mujer la entiendo. Estaba cerca de los 60, una edad muy crítica. Pero tenía la capacidad de transformar una crisis en una oportunidad. Empezó a leer escritos feministas y vio que la mujer tenía una gran energía. ¿Por que no usarla para dar fuerza a las instituciones europeas? Era un momento de crisis económica, de disgregaciones nacionalistas. Unió a las mujeres federalistas en un grupo de presión que se llamó Femmes pour l’Europe, que antepone el federalismo para hacer más efectivas las batallas feministas, para que las mujeres estén protegidas por la comunidad europea.