En el último foro al que he asistido sobre industria e inteligencia artificial la presencia femenina era ínfima. Las fotos en el mundo desarrollado de comités de alto nivel o consejos de administración en las que no hay ninguna mujer deberían producir molestias a la vista de todos. Es contradictorio ver imágenes como esta en un mundo en el que hablamos de disrupción, equipos interdisciplinares y nuevos modelos de negocio. Sean startups en mallas y bambas o empresas con traje azul o gris las fotos se parecen: el uniforme del poder es uniformemente masculino.

Estamos en el 21 del XXI y seguimos sin que ningún país sea 100% igualitario y, por lo tanto, sin que tengamos realmente en cuenta el potencial del 50% del talento, nada más y nada menos que unos 3.700 millones de mujeres. ¿Cuál es el problema? ¿Una estructura patriarcal? ¿No hay mujeres en carreras STEM? ¿La brecha digital existe?

Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2020 solo el 28,3% de los mánageres o líderes en el mundo eran mujeres, una cifra que ha cambiado muy poco en los últimos 27 años, triste si se estima que en promedio el 47% de la fuerza laboral son mujeres.

Si hacemos hincapié en el mundo tecnológico, la cifra cae al 12% de presencia femenina en dirección además de que las compañías tecnológicas más grandes están gobernadas por los Tech Bros, una evolución tecnológica del apodo machos alfa. En sectores como los videojuegos, las cripto o los e-sports, que son el prefacio del Metaverso, la presencia femenina es anecdótica.

La pandemia también ha puesto de manifiesto que las mujeres han representado solo el 24% de los miembros del grupo de trabajo Covid-19, lo que confirma que el techo de cristal sigue firmemente establecido en las economías y en la política. El problema es que además de cristal o de cemento Portland, ahora le estamos añadiendo un techo de bits muy preocupante y que genera una brecha digital más grave: la no visible.

Cuando hablamos de brecha digital esta empieza por no tener acceso a las tecnologías digitales, la educación y el conocimiento de las tecnologías (según Eurostat, solo el 18,7% de profesionales TI en Europa son mujeres), pero sigue con la invisibilidad de referentes en el mundo digital, la falta de liderazgos a alto nivel de la tecnología, y ahora se manifiesta también de forma invisible a través de algoritmos sesgados.

Como todo en este siglo, el patriarcado se ha digitalizado y se manifiesta en forma de menor presencia en las redes (invisibilidad), pero, sobre todo, por el sesgo de los algoritmos controlados por inteligencias artificiales. Un sesgo por género en un algoritmo puede significar acceder o no a un trabajo o a un crédito así que, si no ponemos remedio, tendremos una nueva fuente de discriminación.

Putin ha dicho que “quien se convierta en líder de la inteligencia artificial (IA) se convertirá en el gobernante del mundo”. Pues este gobernante es la China liderada por Xi Jinping. Mientras, Biden busca aliados en Japón y Europa acaba de desvelar los primeros planes para regular la IA. No estamos entendiendo que, en breve, seremos tecnológicamente dependientes y vasallos industriales de países o corporaciones con regulaciones, respeto por la igualdad e intereses muy distintos a los nuestros. Proyectos como Women in tech, Mujeres STEM, Mujeresciber, Women 360º, Young IT Girls, EJE&CON, DonesTIC, FibraCAT, BCN Fem Tech y tantos otros son necesarios para revertir esta tendencia.

No somos conscientes de que la IA afecta a todos los sectores y que detrás de cada algoritmo hay un programador y detrás de cada programador, una organización dirigida por los poderosos uniformes. Así que no hay otra, “yo antes muerta que sencillamente analógica” y me queda claro que el feminismo tecnológico va de que controlemos la inteligencia artificial.

En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls y rodeaos de sinergentes que siempre suman aptitudes, conocimientos y valores.