Una vez más, corrillos, pasilleo y comentarios inconfesables por parte de ERC en el Parlament. “Un referéndum no se propone, se organiza”, afirmaban dirigentes republicanos, en referencia a las exigencias, no negociadas dicen, de la CUP. Recordaban también la lealtad que siempre expresaron al expresidente Quim Torra, pues “tuvimos oportunidad de criticarle en sus discursos, pero no lo hicimos”. Al menos, de forma pública.
En este sentido, no ha habido quid pro quo en este nuevo mandato. Esto es, lealtad por parte de Junts per Catalunya (JxCat) hacia el ahora presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, quien afronta su primer debate de política general (DPG) en el Parlament al frente del Govern. Un debate que ERC necesita “que salga bien”, pero sus socios de gobierno no se lo están poniendo fácil, solemnizando así una bicefalia gubernamental donde las diferencias en la estrategia para lograr la independencia y las discrepancias en política fiscal son ya demasiado evidentes. Por un lado, la CUP exige un referéndum en esta legislatura. Por su parte, JxCat quiere confrontación y mayor pleitesía hacia la figura de Carles Puigdemont.
Puigdemont planea sobre el debate
La figura del expresidente fugado, detenido y puesto en libertad el pasado fin de semana en Italia, planeó tanto en los prolegómenos como en el discurso de Aragonès. La oposición, que hoy le dará la réplica formal en la Cámara catalana, ya avanzó sus críticas, centradas en el empeño del president en “pedir perdón” a JxCat en sus más que prolijas justificaciones sobre la mesa de diálogo. Lo viene haciendo desde el fin de semana, cuando el fugado fue arrestado en Cerdeña en base a la euroorden del juez Pablo Llarena y los neoconvergentes bramaron contra ese "Estado represor" con el que Aragonès quiere sentarse a negociar.
En el arranque del DPG, el dirigente republicano se refirió varias veces a Puigdemont, aunque no con la intensidad deseada por JxCat, que además le exige confrontación y no renunciar a la vía unilateral. Ni el partido liderado por el fugado ni la CUP explican cómo pretenden conseguir la independencia, más allá del referéndum exprés que proponen los antisistema en una propuesta de resolución, y la política de hechos consumados que defienden Laura Borràs, Jordi Puigneró --vicepresidente del Govern-- o Quim Torra sin precisar hoja de ruta.
Homenaje a Torra
Torra fue agasajado por la presidenta del Parlament y el propio Aragonès momentos antes de que éste comenzara su discurso. El inhabilitado anticipaba ya esas diferencias en la estrategia a seguir para implementar la "república catalana". El presidente aguantó los reproches, pero es que, ya en el plenario, dedicó buena parte de su intervención, de más de dos horas, a justificar la negociación con Madrid.
De nuevo, y en un alarde de demostrar que no es un botifler, Aragonès se extendió demasiado en ello, al tiempo que marcaba perfil independentista. No fue suficiente para los neoconvergentes, que encargaron a una desconocida Mònica Sales, portavoz del grupo, que descalificara las palabras del president. Para PSC, Ciudadanos, PP y En Comú Podem, Aragonès se descalifica él solo, pues nada nuevo les aportó la presentación de su plan de gobierno.
Responsable de antiguos problemas
Subrayaron, eso sí, que Aragonès es responsable de algunos de los problemas que ahora promete resolver, como las desigualdades sociales al alza en Cataluña --el republicano era responsable de las finanzas del Govern en la anterior legislatura--, la financiación de las escuelas bressol, en manos de ERC desde hace cuatro años sin que se hayan revertido los recortes aplicados por Artur Mas, o el bloqueo en la renovación de los cargos de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), TV3 y Catalunya Ràdio, debido a las pugnas entre ERC y JxCat por el control de los medios públicos.
Y si Aragonès parece haber sucumbido a la bicefalia que implica presidir la Generalitat con Puigdemont en la sombra, igualmente dual es la política fiscal del Govern. Hace unos días, Jaume Giró, consejero de Economía propuesto por JxCat, aseguraba que no aumentaría los impuestos en los próximos presupuestos de 2022. Pero ayer, Aragonès no descartó esa posibilidad para garantizar la suficiencia financiera del Govern. Así lo expuso en el DPG, para sorpresa de los grupos parlamentarios, comenzando por los comunes, a quienes la “fiscalidad verde” que promete el republicano les suena bien. "Otra cosa es quién interpreta la partitura", según palabras de Jèssica Albiach. ¿Aspira Aragonès a renovar un pacto presupuestario con los comunes como en el anterior mandato, con permiso de Giró?
Discrepancias, por tanto, en la gestión, que ya se apreciaron en el fallido proyecto de ampliación del aeropuerto de El Prat, con JxCat a favor y ERC en contra. En este caso fue Aragonès el que marcó los tiempos, hasta el punto de desautorizar a Puigneró, que había negociado la nueva infraestructura con el Gobierno central. No obstante, ambas formaciones sí han coincidido en reprochar al Ejecutivo español que rompiera la baraja.