Ciudadanos (Cs) cumple 15 años y Carlos Carrizosa, su líder en Cataluña, hace balance. En una entrevista con Crónica Global, admite el declive de la formación naranja y hace autocrítica, pero también asegura que hay un amplio electorado que se siente representado por el liberalismo y la centralidad de Cs. Carrizosa (Barcelona, 1964) advierte de que, para los independentistas, "hacer política" es que los demás se bajen "los pantalones".
--Ciudadanos cumple 15 años. ¿Qué balance hace?
--Son muchos y empezamos desde cero. Y creo que la política catalana ha cambiado gracias a la irrupción de Ciudadanos. Nosotros hemos normalizado el uso del castellano en las instituciones, cosa que antes era realmente difícil. Fuimos los primeros en criticar la manipulación TV3 de forma clara y contundente. Los primeros en asentar las bases de una crítica intelectual al nacionalismo catalán. Hemos conseguido que la sociedad rompa tabús, que los padres en los colegios, si les parece que les imponen el catalán, contesten. Ya no hay esas unanimidades, esos mantras identitarios que parecían necesarios para formar parte de la sociedad catalana. Incluso hemos cambiado la política del PSC. En el último pleno vimos como el señor Illa se expresaba en castellano, además a propósito, y eso provoca escozor en las filas independentistas, pero ya nadie se atreve a cuestionar el uso del castellano. Y aunque crea que Illa lo hace con una intención política clarísima, lo hace porque cree que ha llegado el momento de hacerlo. Y si ha llegado el momento de hacerlo es gracias a que Ciudadanos abrió el camino.
--En esos 15 años, cuáles han sido los puntos de inflexión en Ciudadanos.
--Hemos tenido una historia de éxitos hasta las elecciones de noviembre del 2019. La política española se complicó extraordinariamente y todo aquello que habíamos ganado en representación nacional, sufrió un golpe electoral duro. Quizá de ese momento, todavía nos estamos recuperando, el contexto político está cambiando muchísimo por la irrupción de partidos populistas de derecha y de izquierdas. Y con una fuerte polarización entre PSOE y PP, con el tema del nacionalismo de por medio. Nosotros no tenemos amigos, nos pegan desde PSOE, PP, los extremistas y los nacionalistas. Es difícil sobrevivir para un partido libre, mantenerse políticamente fuertes. No tenemos intereses ni medios de comunicación ni grandes empresas. Somos los que éramos en 2006. Pero quiero resaltar la utilidad y el espacio político que sí existe. Tenemos una marca y una líder nacional, Inés Arrimadas, y un espacio político, el liberalismo, el centro. Y una postura clara contra los nacionalismos segregadores. Nuestro partido pasa momentos difíciles, pero hay electores, hay ciudadanos que sí sienten que nosotros representamos lo que ellos creen. En Cataluña, todavía es más claro. Haber nacido en Cataluña y haber marcado la política catalana, nuestros afiliados y votantes son muy de Cs, son afiliados de piedra picada, pues han sufrido el señalamiento y las amenazas. Por eso, en este 15 aniversario, y una vez se vaya superando la pandemia, queremos volver a hacer una política más tradicional, más de hacer actos, más de estar con los nuestros. Que se nos vea en la calle, eso es importante para nosotros.
--Comentaba que ese centro derecha liberal tiene un espacio. ¿A dónde se ha ido ese voto? Tenemos el caso reciente de Francia, donde Macron acaba de sufrir un revés en las elecciones regionales. ¿Es coyuntural, por esa irrupción de los populismos?
--En 2013 hubo elecciones en Alemania en las que el Partido Liberal, que gobernaba en coalición, no llegó a sacar escaño. Luego se repuso. Y eso es porque los partidos liberales, en época de polarización, son los que tienen más dificultad. Creo que se debe al momento político. La sensatez y la moderación, el liberalismo, la defensa de los derechos de las personas, siempre vende. Defender políticas sociales sin cuestionar el polo de creación de riqueza, dejando al mercado con los reguladores estrictamente necesarios, sin que nadie se quede atrás, siempre va a tener un espacio. Teniendo un buen partido, con una gran líder y numerosos afiliados en toda España, confiamos en que nuestro espacio se consolide. Me preguntaba si el voto se ha ido a la abstención. Yo creo que sí. En Cataluña, nuestros votantes se quedaron en casa. Eso supone un ejercicio de autocrítica, de averiguar por qué no pudimos atraerlos. Quizá los padecimientos de la marca influyeron, pero al constitucionalismo siempre le ha costado movilizarse y en esta ocasión (14F), cuando parecía superada la amenaza del golpe, provocó que se quedara mucho voto en casa.
--Ese discurso liberal suena bien al empresariado, a un sector catalanista que también está huérfano de partido. ¿Se plantea Ciudadanos volver a ocupar ese espacio catalanista como en su día hizo?
--Las raíces de Cs no son catalanistas. No nos consideramos ni catalanistas ni españolistas. Nos llamamos Ciudadanos, aquí y en toda España, porque es en lo que creemos, en la ciudadanía. No vamos a abrazar el catalanismo. Es más, creo que el concepto de catalanismo debería ser sustituido por el de catalanidad porque es la certeza, el sentimiento, la pertenencia administrativa a Cataluña. Es un hecho. Pero los ismos suponen unas adhesiones a ciertos rasgos identitarios en los que no creemos. Me gustaría que Cataluña liderara España, que fuera su locomotora, como lo fue, porque es nuestra responsabilidad. Cuando digo que quiero ser el presidente de la Generalitat, es porque estamos comprometidos con los catalanes en el ámbito de nuestras competencias. Y eso es una catalanidad sana. Cada vez más, las personas se van a sentir en un mundo global, menos atadas a la identidad, y más a la gestión de nuestros intereses.
--Los independentistas se han dado de plazo dos años para rendir cuentas de sus avances. ¿Cree que estamos ante otra legislatura perdida?
--Me duele decir que sí. Esta legislatura ha empezado de la peor manera, con un gobierno de ERC, muy condicionado por dos partidos extremos, como son Junts y la CUP. El problema es que cuando uno es presidente de la Generalitat y dirige las políticas, tiene unos socios que están en una subasta permanente para ver quién puja más y a ver quién es más nacionalista. Y esto está empujando a Aragonès, que tampoco va con el lirio en la mano en cuestiones nacionalistas, a estar corriendo todo el rato cada vez más lejos para que los otros no les alcancen en la disputa por el electorado independentista. Por lo tanto, hemos empezado mal, porque este gobierno está marcado por las pujas y las subastas nacionalistas. Y porque las primeras decisiones son sorprendentemente ilegales. Destinar 10 millones de las arcas públicas a pagar las fianzas impuestas por el Tribunal de Cuentas a quienes han defraudado en las arcas públicas, es entrar en los 50 primeros días de gobierno en una zona de riesgo ilegal inasumible. Y demuestra que están dispuestos a hacer lo que sea, poniendo en segundo plano las necesidades de los catalanes y priorizando el dinero que se dan entre ellos. Creo que vamos a tener dos años de ilegalidades consecutivas, estará en estado de latencia el fin abrupto de estos dos años de gobierno, cuando Junts y CUP exijan a Aragonès la amnistía y el referéndum, cuestiones ilegales e inconstitucionales que no van a poder hacerse. El mero hecho de que un gobierno tenga fecha de caducidad ya provoca una situación de inestabilidad que ahuyenta a las empresas y las inversiones, y desmoraliza a la sociedad.
--Ante esas ilegalidades, Ciudadanos asegura que acudirá a la justicia, aunque Gobierno y Generalitat insisten en que es la hora de la política.
--Claro que es el momento de la política, pero cuando lo dicen los independentistas, cuando quieren decir que vosotros os bajéis los pantalones. El independentismo quiere amnistía, autodeterminación y referéndum de secesión. Ellos solo ponen eso encima de la mesa y le dicen a los demás que eso es la democracia. Nosotros hemos contestado con otro documento de ocho puntos que hemos hecho llegar a las fuerzas políticas. Ellos dicen que el conflicto entre Cataluña y España se acaba con estas tres medidas. Y nosotros decimos, no hay conflicto entre Cataluña y España, hay un conflicto entre catalanes, y para que se resuelva, ustedes deben cumplir ocho puntos esenciales, reivindicaciones del constitucionalismo que ustedes nunca han querido oír ni hablar. La actitud de la consejera de Presidencia cuando le presenté el documento fue absolutamente de “esto no va con nosotros”. Una de las cosas es el respeto a lo español, que no veamos constantes ataques contra España en TV3 y las redes sociales. Y nunca ha habido ningún tipo de desmarque o de condena por parte del Govern. Estamos acostumbrados a las hostilidades hacia España y lo español. Pedimos que el castellano sea respetado como lengua oficial de los catalanes. Y que pongamos encima de la mesa la inmersión lingüística o el uso del castellano en las instituciones. O la igualdad ante la ley. Son cosas muy básicas que interesan a muchos catalanes que se sienten arrinconados por el nacionalismo. Hacer política no es escuchar únicamente al independentismo, que no ha tenido una conducta democrática, sino escuchar también a los demócratas y constitucionalistas. O como hace Pedro Sánchez, resolver el problema solo a los independentistas. Habrá que mirar también por los chicos que tienen que levantar la mano en la selectividad para que le den los exámenes en castellano y significarse. También deberán aflojar ellos.
--Cs es un partido reformista. PSOE y PSC proponen una reforma estatutaria o de la Constitución para abordar un modelo federal. ¿Está de acuerdo?
--Nuestra propuesta es la que le acabo de decir. Que se hable de las cosas que interesan al independentismo, que no todo sean renuncias para el constitucionalismo. Cuando se sientan a hablar en una mesa que nosotros llamamos de chantaje, y el Gobierno decide de salida darles los indultos, luego pasa lo que pasa, que el presidente Aragonès dice que no es suficiente, que las sentencias eran injustas. Y sigue con el relato del Estado opresor. Los indultos ha logrado armarles y rearmarles ante su electorado. Ahora resulta que quienes estaban señalados por cometer delitos graves están enaltecidos y se dice en el decreto de los indultos que Junqueras y Forcadell son ejemplos de democracia. Esto debilita mucho al constitucionalismo. ¿Única ventaja? Que Sánchez tiene los votos en el Congreso para estar dos años más en la Moncloa. ¿Beneficio para los constitucionalistas? Ya verá como ninguno. En dos años seguiremos con el mismo problema, pero con el apoyo de la convalidación del Estado de que el poder judicial quizá se pasó con las sentencias.
--Reformulo la pregunta. ¿Ciudadanos apoyaría ese tipo de reformas constitucionales?
--Nosotros creemos que si hay reformas constitucionales, se abre el melón de la Constitución y puede ser peor o mejor para los nacionalistas. Es toda España, es la soberanía nacional la que reside en el Congreso y en el Senado. Y si hubiera una reforma constitucional de calado, también debería entrar el PP y los partidos que tienen representación importante. Esto no va a ser al gusto del nacionalismo, del PSOE y Podemos. Yo eso lo veo lejano. Pero sí veo reformas que clarifiquen la distribución de competencias, las del Estado y las de las comunidades autónomas. Que se reformule el nombre y se vaya a un Estado federal… Lo somos de facto, pero la principal de las cuestiones es que el Estado no puede renunciar nunca a reforzar su presencia en todas las comunidades autónomas. Uno de los ocho puntos que proponemos es el respeto a las instituciones del Estado. Si viene el Rey o la Princesa de Girona, ellos tienen que aceptar el papel institucional del Estado. He visto una dejación del Estado.
--En esa definición de las competencias ¿cabría una recentralización? ¿Por ejemplo, en materia de educación?
--Nunca hemos abogado por una recentralización, pero sí que el Estado ejerza sus competencias. Con la creación de un fondo de 10 millones para pagar las fianzas de las personas que se llevaron el dinero de la Generalitat, hemos pedido al presidente Sánchez y a la ministra de Hacienda que intervengan las cuentas de Cataluña para evitar ese manejo cuasidelictivo. ¿Quiere eso decir que la Generalitat no pueda gestionar sus cuentas? Claro que puede, eso es la autonomía, lo que pasa es que si lo hace indebidamente, el Estado debe actuar. Y lo mismo en Educación. No es lo deseable. La arquitectura autonómica es correcta, pero tenemos unos dirigentes nacionalistas desleales.
--En la anterior legislatura, Ciudadanos tenía suficiente representación como para haber forzado la renovación de TV3. ¿Qué pasó? ¿Por qué no se hizo?
--Primero, porque nosotros, quizá demasiado ingenuamente, no forzamos la máquina, no solo en la anterior legislatura, sino en la anterior, para la renovación de los cargos. O ni supimos o no hicimos las acciones políticas necesarias para que ciertos cargos pudieran renovarse atendiendo a las nuevas mayorías parlamentarias. Quizá no fuimos lo suficientemente políticos. Y de eso se aprovechó el PSC, que alguna vez intervino para que no ocurriera y ahora le interesan mucho esos cambios. Había socialistas nombrados en algunos órganos que querían preservar su cargo. Exactamente igual que el PP, al que no interesaba remover al suyo. Y al nacionalismo, que había perdido influencia, tampoco. La verdad es que nosotros no nos tiramos mucho al ruedo para intentarlo. Para nosotros, la lucha por los sillones no es lo más agradable de la política. Quizá ahora yo pienso que fue uno de los errores que pudimos cometer. Porque si tuviéramos a alguien dentro de TV3, seguramente muchas de las cosas que se están haciendo no se harían. No forzamos lo suficiente.
--Hablemos de futuro. Dentro de dos años puede haber una tormenta perfecta, elecciones municipales, quizá catalanas y generales si se adelantan. ¿Cómo se prepara Cs para ese ciclo electoral?
--Hace un año hicimos un congreso telemático. Estuvimos poco en la calle. Los próximos dos años inexcusablemente vamos a tener que estar en los municipios, en los medios de comunicación locales, vamos a conectar con la gente, a estar con los nuestros. Creo que seguimos condicionando la política catalana, la oposición real al nacionalismo la representa Cs. Vox lo hace de otra forma y desde otros espacios, el PP lleva sumido en una crisis en Cataluña y el PSC procura hacer una oposición de nadar y guardar la ropa por lo que pueda pasar en dos años y los posibles pactos que pueda tener con ERC. Nosotros sí que estamos consolidados en nuestro espacio, toca fortalecer a los nuestros. En las cuestiones que podamos ayudar al gobierno que interesen a los catalanes, como por ejemplo la pandemia, no me olvido. Pero si el nacionalismo no tiene freno, creo que iremos a peor. Cs no puede descuidar eso, la defensa de la libertad respecto a quienes nos quieren encorsetar.
--Barcelona es muy importante en las elecciones municipales. Tras la fallida alianza de Cs con Manuel Valls ¿se plantean una confluencia electoral?
--A dos años vista cuesta un poco decir si iremos en coalición después de la experiencia con Valls. Yo apostaría casi seguro por ir en solitario. Tenemos una buenísima portavoz en el ayuntamiento que es Luz Guilarte y también un buenísimo equipo de concejales de distrito. Cs en Cataluña es muy potente, en Barcelona es muy representativo, sacamos buenos resultados en las anteriores elecciones municipales. Yo aspiro a hacer un cambio en Barcelona. Soy barcelonés, tengo 57 años y nunca en mi vida había oído a tanta gente harta con un alcalde ni criticar con tantísimo dolor las decisiones de la alcaldía. Barcelona, para Cataluña, es un sello, un revulsivo, una marca.