Lo que se juega Ada Colau con el Hermitage
El rechazo de la alcaldesa y de los comuns al equipamiento cultural significa un punto de inflexión que acelera los proyectos políticos para derribarla en las próximas elecciones
30 mayo, 2021 00:00El Museo Hermitage, como ocurrió con el proyecto del tranvía bajo la alcaldía del socialista Jordi Hereu, se ha convertido en un símbolo político que puede significar el final de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Su rechazo y el de los comuns, su partido, al equipamiento cultural, pese a que los promotores han logrado asociar al Liceu --como marca local--, acelera los proyectos políticos que buscan una alternativa en la ciudad que sea capaz de dinamizar económicamente la capital catalana.
Los grupos políticos que se han movilizado en los últimos meses se ven ahora con más posibilidades para construir esa alternativa, aunque existen todavía muchas dudas, y la primera se centra en el líder de ese proyecto. Fuentes conocedoras de las conversaciones para vestir una plataforma política que sea competitiva señalan que el primer requisito deberá ser el de superar “la política de bloques, con independentistas y no independentistas, y con la vocación de que Barcelona recupere su dinamismo para volver a ser una referencia en Europa y en el mundo”.
Al lado del PSC
Se trata de grupos políticos ya existentes como Lliures, el PDECat y el PNC --con sus líderes Fernández Teixidó, Àngels Chacón y Marta Pascal--, que no obtuvieron representación en el Parlament o que ni se llegaron a presentar, pero que entienden que pueden ser útiles para agrupar a personalidades y sensibilidades políticas distintas que den apoyo a una candidatura. También han participado dirigentes de la Lliga Democràtica e, incluso, se ha hablado con el PP de Cataluña, con Alejandro Fernández, para explorar fórmulas de colaboración.
La preferencia es que todos esos movimientos se articulen alrededor del PSC, que forma parte del equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona. El primer teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni, mantiene su apuesta de gobierno: no romper con Colau. Pero sí está dispuesto a desmarcarse de las actuaciones de los comuns con las que se discrepe. Y, de hecho, el PSC se abstuvo en la comisión de gobierno de urgencia que convocó la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, que rechazó con los votos de BComú el proyecto original del Hermitage en el Puerto de Barcelona.
La carta de Elsa Artadi
Los socialistas mantendrán ahora el pulso a favor del plan porque, en gran medida, ha sido Collboni quien ha buscado una salida, a través del Liceu, y en conversaciones con la presidenta del Puerto de Barcelona, Mercè Conesa, para rehacer el proyecto del Hermitage y facilitar que el Ayuntamiento de Barcelona lo apruebe. Sin embargo, lo que está en juego es si la potencia del PSC --crecido tras la victoria de Salvador Illa en las elecciones catalanas, aunque se haya quedado como jefe de la oposición-- será suficiente, con Collboni de candidato, para arrebatarle la alcaldía a Ada Colau, que ha mostrado sus deseos de repetir como cabeza de lista de los comuns. ¿Puede haber otro candidato para encabezar una gran lista del PSC junto a una plataforma política de centro-liberal?
La otra posibilidad que se abre paso, en la medida en la que el equipo de Collboni se siente fuerte para lograr una victoria electoral, y con la que el PSC no está dispuesto --según las fuentes consultadas-- a realizar experimentos, es la de Junts per Catalunya, con Elsa Artadi al frente. Si es cierto que Artadi quiere jugar en serio esa carta, al margen de sus diferencias con el secretario general de JxCat, Jordi Sànchez, que le llevó a renunciar a la vicepresidencia del Govern, se podría explorar una candidatura de centro-liberal para ganar en Barcelona.
La presión de Foment
En las conversaciones entre los distintos grupos políticos también influyen dirigentes empresariales y patronales como Foment, que preside Josep Sánchez Llibre, muy activo en todas las cuestiones referentes a Barcelona, y con el impulso de actos a favor de la ampliación del aeropuerto de El Prat. Ese magma de complicidades, de sectores económicos que creen que Barcelona debe reorientar todas sus políticas para no caer durante años en una “dulce decadencia” puede actuar, sin embargo, como bumerán para los sectores sociales que apoyan a los comuns. Ese es el dilema de todos los implicados en buscar una alternativa posible a Colau.
El proyecto del Hermitage actúa ahora como catalizador de todas esas fuerzas políticas y económicas que se mueven en Barcelona. En los próximos días se pasará --se asegura-- de las 85 entidades actuales que defienden el equipamiento cultural en el puerto “a unas 200”, y la presión sobre Colau será enorme.
Símbolo político
Ya no se trata del propio proyecto, sino de su transformación en un símbolo político, que denota una especie de pulso entre quienes desean una ciudad más ambiciosa, que aproveche todas las oportunidades económicas que se presenten, y quienes desean un cambio en el modelo, aunque tampoco sepan, en realidad, cómo concretarlo, que es el caso de los comuns.
Los socialistas en el Ayuntamiento de Barcelona creen que se puede combinar la “buena acción municipal” con los reproches y el distanciamiento necesario con el equipo de la alcaldesa. Y ganar apoyos cuando llegue el momento electoral, justo de aquí a dos años. En mitad del mandato municipal se constata, sin embargo, que los intentos de Collboni por proyectos dinamizadores como el Hermitage chocan con posiciones numantinas como las de Janet Sanz, que no ha querido ni quiere ese proyecto, aunque ahora colabore el Gran Teatre del Liceu.
¿Precipitación de Conesa?
En ese equipamiento, sin embargo, también han jugado otros factores. El propio equipo de Collboni se mostró favorable a que el Puerto de Barcelona se tomara un tiempo antes de aprobar el proyecto, justo después de que la pasada semana se lograra que los promotores dieran el visto bueno a reformular la idea inicial, ofreciendo espacios al Liceu, que ya buscaba esa posibilidad para poner en marcha diferentes proyectos para acercar la ópera a los más jóvenes o para organizar distintos eventos. La propia Janet Sanz asumió que no se podía rechazar otra vez, y sin analizarlo con detalle, esa nueva opción.
Pero la presidenta del Puerto de Barcelona, Mercè Conesa, llevó el proyecto del Hermitage al consejo de administración el pasado miércoles, y lo aprobó, dejando de lado esa petición del Ayuntamiento de Barcelona. El resultado fue la comisión de urgencia convocada por Sanz este pasado viernes para devolver el golpe a Conesa. ¿Por qué ahora esas urgencias? Conesa no seguirá al frente de la institución, y el nuevo Govern de Pere Aragonès deberá elegir a otro presidente o presidenta en breve. Para Conesa, antes de su marcha, era importante fijar la posición del Puerto de Barcelona. Ya lo ha hecho.
Recuperar Barcelona
El equipamiento, que se defiende como “hub cultural”, se podría retomar. Los inversores han manifestado su deseo de rehacer el plan inicial, con la incorporación del Liceu, pero las trabas de los comuns seguirán en pie. Lo peor que puede pasar, señalan las fuentes consultadas, es que el asunto se pueda judicializar, como los propios promotores recuerdan. Y durante años todo quede paralizado.
Ya no es un museo más o menos importante, ya no es cómo darle salida a unos terrenos en el Puerto de Barcelona. Es una cuestión “política” que deriva en “falta de confianza” entre las diversas instituciones, y en la necesidad, para distintos grupos políticos, de “levantar ya” una alternativa que lleve a un alcalde o alcaldesa diferente a Colau a dirigir los destinos de Barcelona para recuperar “todo su poder económico”.