La grave crisis social y económica del coronavirus no parece inquietar ni afectar a los impulsores de Plataforma per la Llengua. Con la economía catalana en caída libre después de haber experimentado un alarmante descenso del 20% entre abril y junio, la entidad ultranacionalista subvencionada por la Generalitat y ayuntamientos como el de Barcelona ha emprendido ahora una campaña contra Seat, empresa automovilística radicada en Martorell y de la cual dependen decenas de miles de empleos en Cataluña.
Lejos de mostrarse preocupada por la crisis sanitaria mundial, o por el impacto que ésta está causando en la economía y las empresas catalanas, Plataforma per la Llengua ha iniciado una cruzada idiomática contra Seat por no incluir el catalán, según ellos, en su web corporativa en español --aunque sí existe dicha traducción en su versión andorrana--, en los manuales de sus vehículos o en su "pantalla". "¿Cuándo para Seat un cliente de Barcelona tendrá los mismos derechos que uno de Riga?", se preguntan los responsables de esta entidad independentista subvencionada con el dinero público de todos en su perfil de Twitter.
Queja por una traducción que sí existe
Y eso, a pesar de que Plataforma per la Llengua reconoce en el mismo hilo de esta red social que la traducción al catalán sí existe en el dominio sead.ad, donde para más inri, "también se pueden descargar en catalán los catálogos de los vehículos".
La queja lingüística de esta entidad ultranacionalista dedicada a perseguir la erradicación del castellano como lengua cooficial de Cataluña y a exigir su desaparición de los espacios públicos llega después de que la semana pasada iniciara una campaña de asedio contra TV3 --televisión pública que emite sólo en catalán-- por la aparición esporádica del castellano en algún programa, como la reciente entrevista al diputado de Ciutadans Carlos Carrizosa, que se expresó en este idioma en directo.
Plataforma per la Llengua lleva años desarrollando actividades de acoso lingüístico con iniciativas como la persecución y denuncia de los comercios que rotulan en castellano, la incitación al boicot de productos que etiquetan en esta lengua o incluso se han dedicado a espiar el idioma que hablan los niños en los patios de las escuelas catalanas --donde la Generalitat impuso hace ya tres décadas el catalán como única lengua vehicular--. Incluso, desde hace ya más de un año pone a disposición de sus seguidores una app móvil para denunciar, geolocalizándolos con su nombre y dirección, los comercios donde se utiliza el castellano en toda Cataluña.