El presidente de la Generalidad, Artur Mas, y el consejero de Salud, Boi Ruiz

El presidente de la Generalidad, Artur Mas, y el consejero de Salud, Boi Ruiz

Política

Silencios políticos en la destrucción del sistema sanitario

En sanidad, de muy mal estamos yendo a todavía peor. Ruiz recorta con odio puro y duro en la pública, y paga arbitrariamente a la privada, mientras no arranca ningún debate político respecto a un tema crucial. Esto no pasaría en ningún lugar del mundo democrático.

16 febrero, 2015 03:02

La campaña publicitaria de Boi Ruiz ha superado toda la desvergüenza posible e imaginable.

En Tarragona el caos creado por la destrucción sanitaria es multiforme, como en Lérida. En Barcelona, la inefable Barnaclínic, unidad privada dentro del Hospital Clínico, se adentra en la confusión y genera un parón desde el Parlamento autonómico, que ya veremos cómo se concretará. En los servicios de urgencia del Hospital del Valle de Hebrón, ayer domingo había 90 enfermos esperando. ¿Por qué no crear un 'Museo de los horrores'?

Sin reacción política

Hay de todo, menos una reacción política clara de la oposición que pretenda siquiera averiguar incógnitas elementales y urgentes: ¿Qué queda de la sanidad pública? ¿A cuántos días estamos de un colapso que nos afectará a todos? ¿Cómo se puede dejar al consejero Ruiz llevar a cabo una destrucción presentada como si fuera la llegada a un nuevo Paraíso Terrenal? ¿Cuándo alguna fuerza política expondrá la verdad, con criterios sanitarios y no de lucha política? ¿Cuándo la sanidad será tema de debate electoral cuidadoso? Se entiende que CDC tema hablar de sanidad. Lo que no se entiende es que no haya mucha pasión aclaratoria en todo el mundo político para ir a fondo en el tema.

En cualquier país democrático la salida publicitaria de Boi Ruiz, cantando cínicamente los pretendidos milagros de los recortes, hubiera merecido una reacción social muy amplia. Aquí no ha sido así. Nuevamente, hay que recordar el título de un libro de J.V. Foix: 'Lo que no dice La Vanguardia', por no citar a más medios.

Mentiras groseras de Boi Ruiz

Por lo tanto, el conjunto de mentiras de Ruiz es muy grosero. Ha osado decir que con un quince por ciento menos de presupuesto público en salud, con respecto al período 2010-2014, se ha recuperado la actividad quirúrgica de aquellos años.

Hay más. Entre jubilaciones y despidos, la sanidad pública -en concreto el Instituto Catalán de Salud (ICS)- ha perdido un millar de médicos de primaria. También se han cerrado plantas. Por poner un ejemplo, en el Valle de Hebrón, de sus 1.200-1.300 camas, se ha pasado a 900, lo que explica, entre otras cosas, el colapso de urgencias. Ahora, 5.000 personas menos en el ICS. ¿Tan poco trabajaban antes y tanto trabajan ahora para que todo siga como antes? Además, hay que tener en cuenta que no puede haber mejora de productividad por la sencilla razón de que ICS no dispone de dinero para poder modernizar su equipamiento y, por esta vía de modernización, poder conseguir una mayor productividad.

Recortando la pública y financiando la privada

Otro dato significativo, esta sí que real, pero camuflado, es que no se ha recuperado el nivel de intervenciones en la sanidad pública sino que se ha derivado -pagando- actividad a la privada y en especial a la privada con ánimo de lucro. Esto representa una voluntad de liquidar la sanidad pública y un incremento de los costes, al tener que pagar más en la privada.

No hay ningún estudio, ni uno solo, mostrando que los costes, por acto médico, quirúrgico o no, de la sanidad privada sean inferiores a los de la pública. Si añadimos el desorden generalizado creado por Ruiz, resulta que todo el sistema pierde racionalidad. Una parte de esta pérdida es adrede porque Ruiz siente un odio pasional contra la sanidad pública. Para él, el desorden destructor de la sanidad actual es un elemento positivo, me dice una fuente que le conoce.

Presumibles beneficios para partidos

En la sanidad privada, el mejor coste solo se consigue mediante la publicidad de la oferta y de la demanda, es decir con concursos públicos, lo que la Generalidad no ha llevado a cabo en las derivaciones que Ruiz está luciendo cínicamente. Este es el núcleo de la política de Ruiz. Sin lugar a dudas, así se favorece un tipo de gestión descontrolada que fomenta la corrupción sanitaria, con presumibles beneficios para la financiación de partidos con poder efectivo.

Se confirma la pasión de Ruiz por la destrucción de los controles del dinero público. Vuelvo a escribir que este es un aspecto crucial que determina la política de CDC. Nunca he encontrado a nadie que me haya negado, en privado, claro, que esto puede ser la clave de todo.

Atribuciones por la vía de hecho

Respecto a la atribución, por la vía de hecho, de intervenciones en hospitales privados, resulta que la empresa IDC Salud ha recibido el 50% de los 16.253 pacientes derivados por la Consejería a la privada para reducir listas de espera de la pública. Mientras la pública está siendo recortada por todos lados, la privada va recibiendo más y más actividad pública que, de no estar recortada, lo haría mejor y a menor coste que la privada. Pero Ruiz dice que no pasa nada. Si esto no es un tema, ¿cuál lo es?

Los grandes beneficiarios económicos de estas inmensas derivaciones son centros del SISCAT (Sistema Sanitario Integral de Utilización Pública). Son entes que, de derecho y de hecho, funcionan con ánimo de lucro. Tres de estos centros, el Hospital del Sagrado Corazón, el Hospital General de Cataluña y la Clínica del Vallés, se han beneficiado del 50 por ciento de las derivaciones.

De la XHUP al SISCAT, con mayor descontrol

El SISCAT ocupa el lugar y las funciones de la XHUP (Red Hospitalaria de Utilización Pública) con la particularidad de que en esta última dominaban los centros de origen a menudo institucional, como los hospitales municipales, comarcales, de fundaciones o nacidos de legados. Ahora el afán de lucro y el abandono de la equidad han tomado el poder. Lo acompañan prácticas arbitrarias como la de saltarse los concursos y todo el Derecho Administrativo, más garante de la transparencia y más eficaz para evitar la corrupción descarada.

Una vez más, para entender algo hay que poner en primer término la ideología y los intereses del "sector de negocios sanitarios de CDC". Conceptos tan cruciales como la equidad y el Estado del bienestar son deliberada y conscientemente liquidados, uno tras otro, por Artur Mas, Boi Ruiz y Mas-Colell. En privado lo reconocen, con gozo.

Espera para entrar en la lista de espera

Sin embargo, en la sanidad pública hay 159.900 pacientes esperando ser atendidos. Como ya expuse, hay listas de espera y también esperas para entrar en las listas de espera. Sencillamente se van retrasando pruebas y las llamadas confirmatorias. Esto no cuenta, y tan tranquilos.

La ejecución de los recortes ha sido efectuada de forma torpe por Boi Ruiz. En parte no sabe lo suficiente, y en parte lo ve como un mérito. Le va bien actuar como el caballo de Atila, no solo destruyendo la pública, sino haciendo de todo para que esta no se pueda recuperar. Practica una política de tierra (sanitaria) quemada y no siente ninguna vergüenza.

Miedo incluso en la concertada

Los que deberían empezar a sentir vergüenza son los políticos que no captan o no quieren captar la gravedad e irreversibilidad del drama. Tanto es así que un médico que trabaja en un centro del SISCAT me informó de que directivos del hospital privado y concertado donde trabaja le manifestaron que "Boi Ruiz se está pasando. Está recortando tanto -le dijeron- que puede haber no solo un colapso de la sanidad pública sino también de muchos centros de la concertada. Si en Barcelona se cerraran la mitad de los bares, los que quedaran estarían encantados. Pero si quedaran solo dos bares, sus dueños huirían, asustados por lo que se les venía encima".

La misma fuente me dice que servicios de hospitales privados donde no había nunca colas ahora pueden sufrir colapsos, al haber elevado mucho el número de pacientes que deben acudir, por no poder estar esperando más tiempo en la pública. Una espera que, con un morro impresionante, Ruiz niega, mientras que mi fuente y yo no podemos dar datos concretos por miedo a que esta fuera identificada.

"Qué tiempos, qué costumbres", dijo Cicerón en su primera catilinaria. Pero aquí y ahora muchos no dicen nada. El trabajo de Cicerón está vacante. En este importante sentido, los tiempos pueden ser considerados peores y más vergonzosos.