La Generalitat se ha desmarcado esta semana con la ocurrencia de que se eliminarán los campos de fútbol de las escuelas porque considera que son elementos machistas. Este es otro ejemplo del despiste que impera en la carrera para hacer ver que se es muy feminista, y que asimismo ensombrece el inmenso trabajo que resta pendiente para alcanzar la igualdad.

Es verdad que los avances que se han dado en los últimos años son colosales, especialmente desde el inicio del movimiento del Mee Too. O, algo que va de la mano, la eclosión de la sororidad. Enterrar el “cómo sois las tías” y los esfuerzos titánicos para superar la imposición social de que las mujeres somos las peores enemigas de las propias mujeres por una falsa competitividad que nos lleva a la destrucción entre iguales. Como si la competitividad y el ser un trepa con los de tu mismo sexo fuera patrimonio exclusivo de las féminas.

Las mujeres se han organizado y se reivindican. Incluso la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, se define como feminista y no tiene reparos en lanzar dardos a sus compañeros en este sentido, tal y como quedó claro en la pasada reunión del Círculo de Economía. La banquera participó en las últimas sesiones de Barcelona y, cuando llegó la tan manida pregunta sobre la igualdad en el ámbito empresarial, no dudó en espetar un: “Hablad vosotros, que siempre habláis los hombres en nombre de las mujeres”. Cosechó un sonoro aplauso, incluso del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, y del entonces máximo ejecutivo de Inditex, Pablo Isla, los receptores de unas palabras tan descriptivas como reales.

El reto actual pasa por contar con más referentes femeninos en la sociedad para romper con los estereotipos de género. Botín lo es en el ámbito financiero. En el fútbol, uno de los ámbitos con más trabajo pendiente (¿la homosexualidad no está presente en las grandes ligas?), en Cataluña hemos aplaudido con las orejas que la centrocampista del Barça, Alexia Putellas, se haya convertido en la primera mujer en ganar el Balón de Oro y la segunda española que se hace con tan apreciado trofeo tras Luis Suárez Miramontes, que consiguió lo propio en la edición de 1960. Se ha hecho con el galardón esta misma semana.

Putellas es un referente mundial. Con todo, la Generalitat demuestra su miopía al anunciar que reducirá la presencia de campos de fútbol para fomentar la igualdad. Lo enmarca en un proyecto de transformar los recreos en “espacios pedagógicos” más allá de la educación física, tal y como detalló la Consejería de Educación. Cuestión que aunaría un mayor consenso tanto social como de todos los implicados en el ámbito educativo. Pero a la hora de justificar la eliminación de porterías patinan. “Son machistas”. ¿No será que durante años la sociedad ha inculcado a las niñas que jugar al balompié era de machotas (lesbianas, una palabra que no se debe invisibilizar)? ¿No sería mejor trabajar la igualdad con el objetivo de que ellas le den a la pelota?

Querer unirse a la moda feminista tiene estas cosas, que solo se apuesta por ello por postureo. En confundir la defensa de la igualdad con generar espacios que sean contenedores estancos de “cosas feministas”, como antaño eran las “cosas de mujeres”. En nuestro grupo editorial, por ejemplo, no encontrarán nada parecido. El feminismo se practica y aplica de forma transversal. En el periodismo, en promover las referentes en todos los espacios de nuestras publicaciones y no dejarlas para un cajón de sastre. Y asumir y aprender de los errores que se cometen.

El feminismo ha roto su principal barrera y está en la sociedad. Ahora, no hacer el ridículo en su defensa debería ser una prioridad compartida por todos.