Sería difícil encontrar una organización política menos dotada para transmitir la sensación de tranquilidad y de normalidad a la población que el PP. Hay que decirlo así de claro. Ha conseguido crear las condiciones de un ambiente tensionado y casi irrespirable en términos de libertades y derechos civiles.

El secuestro de la novela Fariña por orden de un juez que atiende la petición de un político del PP es un escándalo. Poco importa que ese excalde gallego pertenezca a una familia política enfrentada precisamente al entorno de Mariano Rajoy. Lo que parece es lo que vale.

Como ocurre con el rechazo de la feria Arco de la obra Presos políticos en la España contemporánea, creación de un artista que en la anterior edición expuso versiones de una cruz gamada que pasaron sin pena ni gloria. De poco sirve que, a la vista del desastre, los perpetradores del desaguisado se hayan echado para atrás. Lo que parece es lo que vale.

Otro tanto podría decirse de la ratificación de la condena del rapero mallorquín Valtonyc, que irá a prisión por insultar al jefe del Estado y ensalzar el terrorismo.

La sensación que permanece es la de una amenaza a la democracia. Es un ambiente que da pie a que personajes como el director de Amnistía Internacional en España, Esteban Beltrán, pueda decir que "cada vez hay más miedo a salir a la calle y a movilizarse para reclamar derechos" por las "miles de sanciones impuestas a particulares, activistas y periodistas en relación con libertad de expresión".

El Gobierno es el responsable de lo que ocurre y de lo que algunos dicen que ocurre

No cabe la menor duda de que el responsable de lo que ocurre --y de lo que algunos dicen que ocurre-- es el Gobierno por su desapego a la transparencia y su nula empatía.

Cuando se ve a jueces y a organizaciones privadas entrando como elefante en cacharrería contra un periodista que cuenta en un libro lo ya explicado en los diarios, un rapero mediocre que insulta en lugar de cantar o un fotógrafo al que le gusta provocar atentando contra la sintaxis, uno no tiene más remedio que sentir añoranza.

Añoranza de aquellos tiempos en los que la libertad de expresión se enfrentaba a enemigos más sutiles: una compañía de teatro montaba Operación Ubú intuyendo ya las trapacerías de Jordi Pujol cuando apenas llevaba unos meses en el poder.

El Joglars levantaban 14 años después otra versión del drama --Ubú President, la mejor y la más vitriólica--, con información sobre las marrullerías y corrupciones del régimen pujolista que todo el mundo callaba por la ley del silencio vigente en Cataluña.

La misma troupe representaba en 1999 Ubú President o los últimos días de Pompeya, donde se anunciaba con desgarro la decadencia del virreinado.

La historia de Els Joglars es la historia de la libertad de expresión en la Cataluña de los últimos 40 años

La historia de Els Joglars es la historia de la libertad de expresión en la Cataluña de los últimos 40 años. Albert Boadella tuvo que abandonar, harto del boicot de las instituciones y vencido por un vacío que había llegado hasta el patio de butacas. Ya en Madrid recibió el trato que se merecía de traidor y vendido por odiar a su país.

"Lo hago por saturación, porque estoy harto del mundo de empalagosa autocomplacencia y mitificación que ha creado el pujolismo. Cuando ves a un personaje cinco veces al día por televisión riñéndote, diciéndote cómo tienes que ser para que te consideren buen catalán, cuando tienes siempre encima a esa especie de rector de pueblo que te sermonea, revolverte es una cuestión higiénica. El espectáculo tiene una función terapéutica. Hay necesidad de catarsis, lo noto en la atmósfera".

Así se expresaba el dramaturgo en 1995, cuando sabía que lo que estaba haciendo --Ubú President-- le saldría caro.

Es una lástima verse obligado a sentir añoranza de esa persecución más bizantina, eficaz y falsaria porque la que ahora asoma la cabeza recuerda más a aquella otra de la que también fueron víctimas Els Joglars cuando cayeron en manos de un tribunal militar precisamente por censurar desde un escenario a la justicia militar con La torna.