Hoy terminan unas elecciones a las 13 cámaras de comercio de Cataluña que han superado cualquier lógica empresarial. Han sido unos comicios politizados y con muchas dudas alrededor de la plataforma electrónica que la consejera de Empresa y Conocimiento, Àngels Chacón, ha defendido a capa y espada.
¿Ha sido el gran test de un futuro referéndum de autodeterminación desde el sofá de casa? A lo mejor los que defienden esta tesis tienen razón, pero no sería precisamente una prueba que haya acabado con un éxito rotundo. Más bien ha conseguido enfadar al empresariado catalán por el corolario de problemas y extrañeces que acumula.
También ha despertado un interés inusual. Sí que se había seguido la batalla por el poder en la organización de Barcelona protagonizada en otros tiempos por Antoni Negre y Joan Gaspart, por ejemplo. Pero desde el sector y más por el morbo que suponía el pulso entre gerifaltes que por ser una cuestión de interés general.
La irrupción de la ANC ha sido un elemento distorsionador. Nunca una entidad que, sí, parte de la sociedad civil, pero con vocación política y no empresarial, se había lanzado a la arena electoral. Y menos con las intenciones que ha dejado tan meridianamente claras su presidenta, Elisenda Paluzie. Quiere copar todos los espacios de poder para que no queden en manos de los no independentistas. No engaña a nadie.
Otro ha sido el papel de Pimec. Cuenta con sillas específicas para las patronales en las cámaras. Su presidente, Josep González, asegura que sólo ha dado apoyo a la candidatura de Enric Crous y Josep Maria Torres porque este último se lo ha pedido y forma parte de la cúpula de la organización de pymes. Obvia que la estrategia de impulsar una propuesta propia parte de mucho antes del pacto y que toda la maquinaria de la entidad se ha volcado en recabar votos. Incluso ha pagado los certificados digitales a las empresas que lo han solicitado.
Las elecciones son pasto de la impugnación. ¿Podría haber hecho algo distinto la consejera Chacón? ¿Y el Consejo General de Cámaras de Comercio, cuya voz se ha escuchado más bien poco? Podrían, pero se debe recordar que los comicios parten de otra rara avis. Han sido tres los consejeros que dieron forma al decreto base del proceso --Felip Puig, Jordi Baiget y Santi Vila--, y todos ellos prometieron por activa y por pasiva que lo publicarían, cosa que nunca hicieron.
Tras los comicios se deberá crear la Cámara de Comercio de Cataluña, y esta institución empresarial se planteó como otra estructura de estado. La patronal nacionalista Femcat, que ha impulsado la candidatura de Enric Crous, participó de forma activa en su génesis. Tanto, que Baiget tuvo que retirar el primer borrador que vio la luz ante la polvareda que generó. Prefirió dar un paso atrás y abrir el diálogo con los empresarios para reelaborarlo.
Chacón no ha levantado el pie. En círculos privados lamenta la presión a la que ha estado sometida durante el proceso electoral. Al final, esta obstinación ha empañado la imagen de persona cercana con el tejido económico catalán que intentaba cultivar. Venía del mundo local y su conocimiento limitado de las organizaciones empresariales en el inicio de su etapa en la consejería lo suplió con horas y dedicación, tal y como reconocen los propios empresarios. Pero ha sido incapaz de mediar en el conflicto que se ha generado con los comicios.
El resultado final será clave para el recuerdo que quede de su mandato. Y eso no quiere decir quién gane este miércoles. Las elecciones camerales han tomado de forma inevitable el camino de los tribunales. Será un juez el que dictamine, al final, su pulcritud.