El testimonio de intelectuales como Bruno Bimbi es muy relevante. Al tipo le han hecho de todo en la Universidad de Barcelona por el simple hecho de exigir un pequeño –ínfimo, en realidad– espacio para el español en la institución pública y por denunciar públicamente la discriminación sistemática de los castellanohablantes.

Él, incluso, habla de xenofobia. Es argentino y considera que su condición de latinoamericano le ha supuesto un menosprecio adicional. Aunque, en realidad, la situación es tan grave para los extranjeros como para los compatriotas de fuera de Cataluña y para los catalanes castellanohablantes.

Hace año y medio, Bimbi publicó un artículo en el digital Ctxt en el que expuso una situación inaudita (aunque frecuente). Los 11 grupos de una asignatura obligatoria de un grado de la Facultad de Filología se impartían exclusivamente en catalán, pese a que en dos de ellos se anunciaba que la lengua vehicular era el castellano.

No hubo nada que hacer. Una profesora decía que debía ser un error y le instó (a él y a otros estudiantes de su misma condición) a cambiar de grupo. Pero ni con esas. El otro grupo anunciado en español también era en catalán. Y le propusieron dejar las clases y estudiar por su cuenta la bibliografía recomendada.

Aquel artículo, titulado ¿Cómo se dice xenofobia en catalán?, le supuso cientos de insultos en las redes sociales. Improperios mucho más salvajes de los que había recibido en toda su vida, y eso que como periodista había tocado temas delicados, como la ultraderecha, el conflicto palestino-israelí o el Papa.

Como remate, Ctxt pidió perdón a sus lectores por haber publicado el artículo. Y poco después, Bimbi fue invitado a abandonar el consejo editorial del digital. No volvió a colaborar con ellos.

Pero la cosa no quedó ahí. Tras la polémica del artículo, han seguido las represalias. En una ocasión, se quejó por escrito de que el examen de una asignatura impartida en castellano fuera en catalán. La profesora le castigó calificando su actitud de forma negativa, lo que le bajó la media excelente que tenía.

Otra profesora le bajó las notas –también excelentes– sin explicaciones. Cuando reclamó, la jefa de estudios, Maria Pilar Perea Sabater, le aconsejó: “No te metas en polémicas en los medios”. En otra asignatura, en este caso en catalán, el profesor se negó a explicarle una duda de procedimiento en español. Y en otra clase, también en catalán, le negaron la posibilidad de preguntar en español, ni siquiera alguna duda de forma ocasional.

Después de su artículo, Bimbi ha sufrido un sospechoso e insólito error burocrático que le dejó sin beca. Tuvo que presentar cuatro recursos hasta solventar la confusión, que nadie sabía aclararle.

El último de los “casuales” contratiempos que le han surgido tras su denuncia ha sido la eliminación de dos asignaturas de su currículum académico tras aprobarlas con matrícula de honor. La jefa de estudios le confirmó que podía matricularse en ellas pero, tras la polémica, la universidad le ha dicho que no son válidas, que se equivocó al elegirlas. Y se ha visto obligado a cursar otras dos.

Finalmente, Bimbi ha explotado. “Mi artículo sobre la xenofobia en la Universidad de Barcelona, por el que perdí mi trabajo en Ctxt, va a cumplir un año y medio, y todavía me siguen castigando. Lo último (de una larga lista) fue sacar de mi expediente dos materias aprobadas con matrícula de honor. Son rencorosos, eh”, se lamentaba en las redes sociales.

Y añadía: “Es impresionante cómo se ha naturalizado que esta gente pueda manejar una universidad pública como si fuera su comité y perseguir a quien se anime a decir algo. Los propios profesores te dicen con resignación que no se puede hacer nada, porque en Filología mandan los fanáticos”.

Fanáticos, persecución, xenofobia. Y todo, únicamente, por pedir algunas clases en castellano.