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Alejandro Tercero opina sobre el supremacismo del nacionalismo catalán

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Zona Franca

Los cordones sanitarios de Artur Mas

"Lo sorprendente es que todavía haya quienes se sorprendan de que Artur Mas presione a Junts para pactar con el partido más xenófobo de España cuando antes se conjuró ante notario para no pactar con el PP"

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En octubre de 2006, el entonces candidato de CiU a la presidencia de la Generalitat, Artur Mas, firmó ante notario un documento titulado Contrato con los catalanes. Entre las 21 promesas electorales que recogía el texto, destacaba un cordón sanitario al PP.

En concreto, ponía negro sobre blanco el compromiso del dirigente nacionalista a “no firmar ni establecer ningún pacto permanente o estable con el PP para gobernar en Cataluña durante la próxima legislatura”.

Esta semana, 19 años después, el expresidente autonómico ha rechazado poner líneas rojas a Junts (el partido heredero de CiU) para pactar con Aliança Catalana.

"Yo no creo en los cordones sanitarios, porque la evidencia nos enseña que son un error, porque lo único que consiguen es victimizar a este tipo de partidos. Y, a través de la victimización, crecen", ha señalado en una entrevista en TVE.

Hay quienes se han sorprendido ante este supuesto cambio. Pero lo sorprendente es que todavía haya quienes se sorprendan de que Artur Mas presione a Junts para pactar con el partido más xenófobo de España cuando antes se conjuró ante notario para no pactar con el PP.

Quizás convendría recordarles que de eso trata el nacionalismo catalán. Y siempre ha sido así en el último medio siglo.

Los extranjeros contra los que hoy arremete Sílvia Orriols son los catalanes con ancestros en el resto de España contra los que poco antes arremetía la CiU de Artur Mas y Jordi Pujol. Con la diferencia de que éstos sí contaban con la omnipresente maquinaria de la Generalitat para aplicar su odio.

Es evidente que Mas pide negociar con Orriols porque le está esquilmando los votantes a Puigdemont y tienen que reaccionar. Como pedía no acercarse al PP porque entendía que le podía perjudicar electoralmente.

Pero no es menos cierto que las propuestas de Aliança apenas son una imperceptible evolución de lo que siempre ha defendido e implementado CiU y sus marcas derivadas.

Basta con recordar escritos como el de Pujol sobre “el hombre andaluz”, del que decía que “no es un hombre coherente, es un hombre anárquico”, “destruido”, “un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual”, y que “si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña".

O eslóganes como el de “La España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva”, de la época de Mas. O los famosos artículos del expresident Quim Torra, en los que tildaba de “carroñeros, víboras, hienas, bestias con forma humana” o con “un pequeño bache en su cadena de ADN” a quienes defendían el uso del español en un vuelo internacional.

De todas formas, ni CiU ni Junts tienen la exclusiva en cuanto a racismo y supremacismo. Si se echa una mirada a sus vecinos de ERC, se puede constatar tres cuartos de lo mismo.

El actual líder del partido, Oriol Junqueras, no se cortó a la hora de reivindicar una supuesta “proximidad genética” de los catalanes a los franceses, para defender su proyecto secesionista. Mientras que otro destacado exdirigente de la misma formación, Heribert Barrera, proclamaba que “en América, el coeficiente intelectual de los negros es inferior al de los blancos”.

Así las cosas, no parece descabellado pensar que Rufián sea el próximo en rechazar el cordón sanitario a Aliança Catalana.