Pásate al MODO AHORRO
Una familia catalana hace cagar el tió a principios del s. XX

Una familia catalana hace cagar el tió a principios del s. XX

Zona Franca

El tió reclama caricias para evacuar el vientre

"Dicen los amigos de los troncos que hay que modificar las tradiciones para lograr un mundo de paz y amor"

Publicada

Otra vuelta al sol y ja hi tornem a ser. Ya estamos de nuevo en Navidad. Con su amor, sus comilonas, sus reuniones familiares y amicales, su consumismo… y sus idiocias, no necesariamente expresadas en la mesa por el cuñado graciosete.

Hace unos pocos años, como si no tuviéramos bastantes líos en el mundo, a alguna mente necia de alguna escuela modernita se le ocurrió que al tió no hay que azotarlo con un palo, pues es un acto violento, y la violencia genera más y más violencia.

Era algún caso puntual, muy guay, pero que, aunque minoritario, está captando nuevos adeptos en guarderías y otros centros educativos. De hecho, TV3 lo ha elevado a noticia, pues ha detectado varios nidos de bondad en Cataluña.

Dicen los amigos de los troncos que hay que modificar las tradiciones para lograr un mundo de paz y amor. Aseguran que el tió caga igual a golpe de palo que con caricias, y que es mejor la segunda opción. O pegar al suelo con la vara. O dar palmadas. O susurrarle.

Supongo que estas personas que están al cuidado de nuestros hijos son las mismas que visten a sus perritos o los llevan en carritos de bebé. Pero, a lo que vamos. Pese al aparente desorden, el péndulo inicia el camino de vuelta.

Desconozco si es que el algoritmo me conoce o si la corriente va creciendo, pero cada vez son más los comentarios de indignación que leo acerca del destrozo que algunos tratan de hacer de las tradiciones. Empezamos a despertar.

Comenzamos a gritar que no hay que renunciar a lo nuestro para que no se ofendan los nuevos vecinos, que no somos nosotros los que nos tenemos que adaptar. Y vemos también que hay estupideces que son eso, y que hay que irse oponiendo a las chorradas.

A todo esto, estamos en otra pantalla. La de las nuevas familias. La de la movilidad. La del ya no vuelvo a casa por Navidad porque estoy muy lejos, en otro continente, y el regreso es caro y cansado. Eso también cambiará.