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Gonzalo Baratech analiza a Grupo Ferrer

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Zona Franca

Grupo Ferrer, imperio del fármaco en Barcelona, apuesta a toda máquina por un mundo más justo y 'woke'

"Los 710 millones en activos que atesora este titán empresarial son la mejor garantía de que su gran patrón, Sergio Ferrer-Salat, podrá continuar durante largo tiempo su férrea lucha por un mundo mejor"

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La farmacéutica Ferrer, propiedad del gastrónomo Sergio Ferrer-Salat, es una compañía singular. En el documento de información no financiera que acompaña la memoria anual, el acaudalado empresario diserta extensamente sobre los problemas y las injusticias que a su entender campan por el orbe.

Alude asimismo a la emergencia climática, la polarización política, la intolerancia, la sostenibilidad y la responsabilidad social:

“En EEUU ha habido un esfuerzo coordinado por desacreditar el llamado ‘capitalismo woke’, y se ha atacado a las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión".

"Algunas organizaciones están dando marcha atrás, en silencio. Abandonan sus supuestos valores, diluyen sus compromisos y se alinean con las corrientes políticas cambiantes. En Ferrer no vamos a hacer lo mismo".

"No nos preocupa ir a contracorriente. Sabemos que el camino será difícil. Implicará que nos enfrentemos a resistencias, adoptemos y defendamos una visión a largo plazo, y nos preparemos para abordar verdades incómodas".

"No podemos avanzar hacia la justicia social en solitario. Necesitamos aliados de todos los sectores de la sociedad: socios que colaboren con nosotros y que también nos exijan rendición de cuentas. Porque el verdadero progreso requiere responsabilidad compartida, diálogo abierto y un esfuerzo sostenido de muchas partes implicadas".

"Ahora, más que nunca, quienes creemos en la justicia social debemos mantenernos unidos. UTILIZAMOS NUESTRO NEGOCIO PARA LUCHAR POR LA JUSTICIA SOCIAL”.


De esta original guisa, mayúsculas incluidas, concluye la arenga pública que encierra el informe.

Como el movimiento se demuestra andando, Sergio dedica ingentes esfuerzos dinerarios al logro de sus objetivos. Entre otros pormenores, lidera cuatro fundaciones tituladas Ferrer Talent, Música Ferrer-Salat, Finestres y Ferrer Sustainability, que su corporación farmacéutica lubrica con generosidad para que puedan desarrollar las actividades respectivas.

El año pasado dobló las partidas asignadas hasta un total de 15,5 millones. Además, hizo entrega de nada menos que un millón de comidas a 60 instituciones que trabajan con colectivos vulnerables.

En cuanto al devenir de Grupo Ferrer, en 2024 se dieron varios hitos notables. Las ventas llegaron a los 700 millones. Por vez primera, la vertiente internacional —que abarca 112 países— superó, por poco, la doméstica.

Además, la cuenta de resultados dio la vuelta y retornó a la senda de la rentabilidad. Registró un beneficio neto de 1,8 millones, frente al déficit de 14,8 del ejercicio anterior.

Capítulo aparte merecen las fuertes sumas que la entidad invierte en investigación de nuevos productos, para ponerlos al servicio de la población.

Por desgracia, algunos proyectos jamás llegan a buen puerto. Hace un par de años hubo de cancelar uno sobre la esclerosis múltiple, con un quebranto de 30 millones. El calibre de tal boquete ocasionó la afloración de números rojos en las cuentas anuales, los primeros desde tiempo inmemorial.

Otra intentona de I+D, relacionada con la enfermedad de Parkinson, fracasó también. En 2024, los científicos llegaron a un callejón sin salida en sus pruebas clínicas. A la dirección no le quedó otro remedio que dar de baja la sección entera. El finiquito arrojó un menoscabo de 35 millones.

Las escasas ganancias recolectadas durante dicho ejercicio no impidieron el habitual reparto de dividendo. La cantidad distribuida se elevó de 3,5 a 5,3 millones y se cargó contra reservas.

El cuerpo de accionistas del laboratorio se ciñe a Sergio Ferrer-Salat Serra di Migni, titular del 95,9% del capital, y su hermana Beatriz, con el 4,1%. Esta última está casada con el veterano abogado Rafael Fontana, mandamás del despacho Cuatrecasas.

El consejo de administración lo componen Sergio Ferrer-Salat; su tío José Vilarasau Salat, ex presidente de La Caixa, que en febrero cumple 95 años; y el director Mario Rovirosa Escosura.

Este relevante consorcio de las ciencias de la vida reúne hoy unos activos de 710 millones, unos recursos propios de 250, y da empleo a 1.760 colaboradores.

Se fundó en los años 50 del siglo pasado por iniciativa del inolvidable Carlos Ferrer-Salat, a quien acompañaba su primo Jorge Ferrer Batlle. Carlos falleció en 1998. Legó el grueso de su conglomerado industrial al hereu, Sergio. A su hija Beatriz le dejó un puñado de valiosos inmuebles, que generan abundantes rentas anuales.

Los conspicuos guarismos que luce el titán empresarial de la Ciudad Condal son la mejor garantía de que su gran patrón Sergio podrá seguir haciendo honor al apellido y continuar durante largo tiempo su férrea lucha por un mundo mejor, más justo, solidario y woke.