La nueva Cataluña tras el procés independentista que algunos anhelan será una autonomía en España y diversa. Dos elementos, seguramente perogrullo, que no gustan a algunos, que aspiraban a que la región se moviera en otras coordenadas. Pero es así. Acéptenlo.
No hay caso que ejemplifique más la nueva encrucijada a la que entra el territorio que la senda que está siguiendo la selección española en la Eurocopa 2024, en la que ha progresado como un cañón con un combinado nacional diverso, sí, pero empujado --sobre todo en el partido contra Francia-- por el jovencísimo Lamine Yamal. Un chaval de 16 años del barrio de Rocafonda, Mataró, de padres africanos --ambos-- que epitomiza mejor que nadie la nueva Cataluña.
Este rincón de mundo ha entrado, parece, en un escenario de cierta paz identitaria tras años de trifulca por las banderas. Y, también, en una encrucijada en la que la comunidad se mira a sí misma y halla personas que no solo hablan castellano o catalán, sino un crisol de lenguas. Y que profesan culturas y religiones distintas.
En este nuevo escenario, el debate no se centrará solo en la cuestión territorial, sino que quién compone la demos se convertirá en unos de los cleavages principales de la conversación pública. Si no el más importante.
Algunos querían que la nueva Cataluña tuviera la capital en Girona, y han terminado descubriendo que la región tiene su ciudad principal en Rocafonda. No por peso económico, eso seguro, sino porque pocos enclaves presentan tanta significación pública como este barrio popular de 11.000 habitantes.
Una zona que tiene problemas, claro. Y gravísimos. Quebraderos de cabeza que deberían interpelar a las Administraciones, a todas, y no ser abono para el populismo más descarnado. Las calles donde creció Lamine Yamal piden soluciones políticas y sociales, y no convertirse en munición para los nuevos y autoproclamados mesías del vulgo.
Porque como vimos hace 48 horas en Alemania, de los barrios populares también puede salir talento a raudales. Quizá contra todo pronóstico.
En la Cataluña posprocés no habrá arcadias felices, sino debates complejos y sin soluciones radicales. Más vale que nos armemos todos de capacidad de dialogar, pactar y consensuar, porque la capital de la autonomía, más que la Copenhague del sur, como pregonaban algunos altavoces, será la Rocafonda del norte.
Y ello no tiene por qué ser malo, si sabemos aprovechar el potencial de todo el mundo y dar oportunidades en igualdad de condiciones. Armémonos, porque por ahí puede haber muchos más Lamine Yamal.