Ya hay acuerdo entre el PSOE y los independentistas para sacar adelante la ley de amnistía. De esta forma se confirma que el principal problema en España se llama PSOE-PSC.
Al contrario de lo que argumentan los socialistas, no hay nada más corrosivo para la convivencia y la reconciliación que dejar impunes los delitos de los que intentaron destruir el país.
Es más, no se recuerda mayor ejercicio de hipocresía que el del PSOE y el PSC, que hace apenas unos meses juraban y perjuraban que no habría amnistía porque era inconstitucional y porque los condenados o procesados no habían perdido perdón, y ahora defienden justo lo contrario pese a que la Constitución es la misma y los beneficiados con la gracia insisten en que lo volverán a hacer en cuanto tengan oportunidad.
De todas formas, al PSOE y al PSC también se les deben aplicar algunos atenuantes. El más relevante de ellos es el apoyo de los ciudadanos. No olvidemos que todos los que votaron a los socialistas el verano pasado avalaron la amnistía y la desarticulación del Estado. Todos sabían que pactarían con los nacionalistas. Y no les importó.
Como tampoco les ha importado que el Gobierno de Sánchez se haya bajado los pantalones hasta donde se lo ha pedido Junts.
Vistas las tragaderas de los socialistas, aún parece que Puigdemont podía haber sacado mucho más. Ya puestos a desmantelar el Estado, el fugado podría haber obligado a Sánchez a pactar la fecha del referéndum secesionista. Nadie duda de que todo llegará y sólo es cuestión de tiempo.
Parece claro que el PSOE y el PSC son el problema. Dice Bolaños que la amnistía lo arreglará todo. Aunque no se lo cree ni él. Es consciente de que los nacionalistas no se detendrán. Pero le da igual. Se trata de mantenerse en el poder el mayor tiempo posible al precio que sea. Sacar adelante la legislatura como puedan. El siguiente, que espabile.
Mientras tanto, aumenta la desafección. Y no me extraña. La amnistía solo es un paso más en el desguace del Estado.
Un Estado que, además, impide a mis sobrinos recibir una pequeña parte de su educación en español en ningún centro público. Un Estado que me dejó tirado cuando unos okupas asaltaron mi casa hace justo cuatro años. Un Estado que hizo todo lo posible para que no pudiese alquilar libremente un pequeño apartamento familiar en la playa, vetando las licencias turísticas en Cataluña hace unos meses.
El mensaje del Gobierno es claro: que cada uno que se busque la vida como pueda.
Pues tomamos nota.