Se ha comenzado a despejar la equis de una ecuación sin resolver. El Puerto de Barcelona está armando un equipo de especialistas en drones para vigilar la Copa América de vela, y posiblemente mantenerlo después para blindar una infraestructura crítica. Así, se empieza a conocer quién velará por la seguridad del evento, algo que a estas alturas aún no estaba claro.
La carrera de regatas arrancará el próximo 22 de agosto, a la vuelta de las vacaciones para muchos españoles. En aquel momento, las costuras de la Ciudad Condal se tensarán. La urbe y su capacidad se pondrán a prueba, y ello incluye la planta hotelera y de restauración, la limpieza, el agua o la movilidad. Uno de los aspectos que pasarán un test de estrés será la seguridad ciudadana.
Es una de las principales preocupaciones del entorno de la organización, una vez el montaje va viento en popa. Dos ejemplos: los seis equipos participantes ya tienen sus bases. Y el consorcio público, la Fundación Barcelona Capital Náutica, también. La construcción avanza a buen ritmo, y todo estará listo. Pero nadie sabe si la prueba pasará el examen de la seguridad.
Es así porque los cuerpos policiales llegarán fatigados al macroevento. Mossos d'Esquadra apenas tiene efectivos en Barcelona. La Guardia Urbana, humillada con la salud pública, opera al límite. Policía y Guardia Civil tendrán que movilizar efectivos de fuera de la región.
Es cierto que se están produciendo movimientos en este sentido. El nombramiento de un jefe superior de Policía especialista en orden público debe leerse en este sentido, además de otros. Y habrá más que explicaremos en Crónica Global en los próximos días y semanas.
Pero no todo está resuelto. La seguridad ciudadana tiene vasos comunicantes con la marca ciudad, y los organizadores --públicos y privados-- lo saben. Y durante la Copa conviviremos los vecinos y los visitantes, como habitualmente, más un extra de turistas, muchos de elevado poder adquisitivo, que visitarán el destino.
La población objetiva que tendrá Barcelona entre agosto y octubre precisa de un policing distinto al habitual. Y este sigue sin definirse. Es lo que le falta a la Copa América.