Conocí a Xavier Rodríguez en la sede del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) una mañana de otoño. Es adjunto a gerencia desde 2021, haciendo tándem con la doctora Anna Fontquerni. Ambos, directivo gestor y directiva asistencial, tienen buena prensa en el sector sanitario. Son resolutivos, opinados y lideran. Están cumpliendo. 

A Rodríguez le entregamos en mano los originales de los indicios de presunta corrupción en una directiva anterior del SEM cuando mandaba CiU que nos habían llegado por correo postal anónimo a Crónica Global. Se lo trasladaron a los Mossos d'Esquadra por si veían indicios de delito en el supuesto trato de favor a Ambulancias Domingo. En manos de la policía catalana está. 

Antes del SEM, Rodríguez estuvo 13 años en el CatSalut. Se nota. Tiene un trato amable y es receptivo con los inputs externos que le trasladamos. Y eso que eran un trágala: supuesta corrupción en Emergencias a las puertas de su concurso público más importante en una década. Un marrón. Pues Rodríguez prometió estudiarlo, y lo hizo. Lo ha enviado a Mossos. Fue resolutivo, al contrario que otros altos directivos del SEM, los de Comunicación, sobre todo --aunque no exclusivamente--, que parecen tratar a Crónica Global de apestados o fachas. La Cataluña de ancho mental comarcal. 

Y eso que somos el medio que destapó la rama sanitaria del caso 3%, que ha terminado en la Audiencia Nacional. Les ha dado igual: llevan 13 meses sin dejarnos hacer un café con la doctora Fontquerni, cuyo nombramiento también avanzamos en esta casa el 15 de diciembre de 2022. Se lo hemos pedido, claro, pero les parece dar igual. "Prietas las filas frente a los fachas", parecen pensar, cuando les pedimos conocer el proyecto de la doctora Fontquerni. Eso sí, sí han tenido tiempo de presentar a la doctora a los influyentes 9 Nou o a Rescate Vial. Cuestión de prioridades comunicativas. 

En cualquier caso, el argumento se sostiene: Rodríguez tiene apariencia de ser un sólido número dos en el SEM. Y eso que le ha caído un buen encargo: licitar el macrocontrato de las ambulancias catalanas, con 1.985 millones de euros en juego. 

Hasta ahora, lo ha hecho razonablemente bien. Ha esperado a que se cerraran la mesa de equiparación y el convenio, ha invitado a expertos, ha peinado el sector en busca de las últimas innovaciones, y ha rebajado el peso del precio en la adjudicación para evitar bajas temerarias. 

Pero a Rodríguez, el buen gestor, se le asoman otros retos. Tiene que velar porque la inexplicable buena relación de la Consejería de Salud con Ferrovial no se transforme en favoritismo descarado. O encauzar el malestar patronal por la dotación económica de algunos lotes de la licitación, que han cristalizado en un cisma empresarial y en un recurso al Tribunal de Contratos. 

O confirmar que el descarado amiguismo del SEM con la carrocera independentista Bergadana ha terminado, y ahora impera la libre competencia, como debería haber sido siempre. 

Todo ello, la gestión dura, recae en él. Tiene muchas miradas encima, pues no se antoja un concurso fácil en Cataluña. Vendrán curvas, y el hombre de los 2.000 millones de euros debe demostrar que sabe navegar por una punta de estrés que quizá durará todo 2024 entre recursos, impugnaciones y contraescritos. 

El teléfono de Xavier Rodríguez debe en estos momentos ser el más buscado de Cataluña. Merece un voto de confianza. Si lo malgasta, allí estaremos la prensa para fiscalizarlo.