Pedro Sánchez ya tiene investidura. ERC y Junts han exhibido sus respectivos pactos. Más allá de los codazos de los independentistas respecto a quién ha conseguido arrancar más compromisos al PSOE y cuánto matiz puede aplicar el presidente del Gobierno a lo rubricado, los acuerdos implican un cambio para 300.000 catalanes. Los usuarios habituales de Rodalies.

En el plano político, todos ganan. El PSOE comparte la responsabilidad de gestionar una red con carencias de inversión acumulada y los republicanos pueden asegurar que han conseguido torcer el brazo a los socialistas. ERC también tiene vía libre para prometer que se acabarán los retrasos porque la Generalitat sí que sabe gestionar y está comprometida con los catalanes. Lo más difícil de esta afirmación será mantenerla en el tiempo, ya que Rodalies acumulará de forma inevitable problemas en los próximos años.

El sistema requiere de mejoras destacadas, como la del túnel de entrada a Barcelona, y las obras que se ejecutan y están programadas elevan la tensión que ya soporta. El programa de inversiones actual llega a 2030 y se espera una revisión por parte de la nueva empresa mixta que se encargue del servicio --es decir, se prolongará en el tiempo--. Falta saber cuánto tiempo prolongará el Govern la excusa de que no puede mejorar la calidad del transporte por la herencia recibida.

Esta herencia es muy compleja. El diseño del transporte ferroviario en España no es precisamente un ejemplo de homogeneización de la red. Es bueno para el usuario porque los títulos están integrados (si alguien ha visitado países como Japón apreciará la gran ventaja que esto implica), pero conviven multitud de tipos de vía, de tensión de la catenaria y de sistemas de señalización.

En Cataluña, sin ir más lejos, las dos grandes líneas de Ferrocarriles de la Generalitat usan anchos de vía distintos. La del Vallès es UIC, el estándar internacional, mientras que la del Baix Llobregat-Anoia es de vía métrica. En Renfe, los trenes de Rodalies y de Media Distancia usan ancho ibérico, mientras que la alta velocidad sí se construyó con el estándar internacional.

El Metro de Barcelona es el mayor ejemplo de caos en los raíles. La Línea 1, la roja, es la única que usa el ancho de vía ibérico por su antigüedad, ya que se inauguró en 1926. El resto circula con ancho internacional.

Y esta variedad de sistemas es replicable a la señalización, la seguridad, la electrificación (tensión de la catenaria) y otras complejidades técnicas. Sin entrar en el plano laboral, donde los sindicatos más representativos del sector ya han convocado una huelga en contra del traspaso sin conocer siquiera los detalles.

Tras el pacto político, se debe abordar el encaje de bolillos que supondrá la ejecución del traspaso. Desde el sector se recuerda que el Gobierno y la Generalitat ya exploraron entre 2009 y 2010 la creación de una empresa mixta para la gestión de Rodalies, pero la negociación concluyó sin éxito. 14 años después, traspasar lo que está sobre el papel a la realidad es, como mínimo, muy complejo.

El relato y el éxito del traspaso ya se han divulgado. Se deberían emplear los mismos recursos para evitar que el anuncio político llevara a más frustración ciudadana. Y es que quizá Rodalies tiene nuevos gestores en el medio plazo, pero acabar con los retrasos es otra cuestión.