Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas. Inevitable pensar en Junts per Catalunya (JxCat), una formación que, por mucha refundación o transversalidad que predique, no deja de ser la derecha catalana de toda la vida, remozada con un poco de activismo independentista por aquí y coqueteo antisistema por allá. Si se es de derechas se dice y no pasa nada. Pero lo que es intolerable, lo que supone un insulto a la inteligencia, es que el mismo partido que defiende el modelo de Glovo asegura ser el artífice de los presupuestos de la Generalitat más sociales de la historia.
Aumenta el gasto, sí. Y se amplían las partidas para salud, educación y servicios sociales, también. Pero lo importante es cómo se aplican esas partidas. Esto es, cómo se ejecutan esas cuentas. Porque, lo hemos sabido gracias a un informe de la Cámara de Comercio de Barcelona, la Generalitat deja un 20% de su inversión presupuestada sin ejecutar desde el 2013.
A estas alturas de procesismo, conocemos los birlibirloques de ERC y Junts, quienes aseguran dar prioridad a las personas, para luego dejar de pagar a las entidades sociales --debe 65 millones, según la Taula del Tercer Sector--, hacer trilerismo con la gratuidad de las guarderías --un objetivo que no se cumplirá antes de diez años-- o externalizar servicios mientras se dispara el número de interinos o eventuales en ámbitos como el de la sanidad.
Leer la letra pequeña de las cuentas de 2022 --recordemos que se prorrogaron las prepandémicas de 2020 porque el Govern renunció a elaborar unos presupuestos para este año-- lleva tiempo y Ciudadanos lo ha hecho en materia de la Consejería de Acción Exterior, cuya titular es Victòria Alsina. Efectivamente, la que ve Glovo como el “modelo que queremos”, para perplejidad de los sindicatos, quienes recuerdan cómo esta empresa, ejemplo de precarización laboral, se niega a cumplir la ley rider, y de ERC, que arremetió contra sus socios de gobierno tras las palabras de la consellera.
Alsina defiende las competencias de su departamento, esto es, la promoción exterior de Cataluña. Una actividad que realizan otras comunidades autónomas, pero a través de sus oficinas comerciales --en el caso catalán, de ACCIÓ--, no de una red paralela de “embajadas” que nunca han explicado ni su actividad, ni sus gastos ni sus funciones. De hecho, ninguno de los delegados de esas oficinas ha comparecido en el Parlament porque, según la Generalitat, al ser cargos de confianza --elegidos a dedo-- no están obligados.
El Tribunal de Cuentas arrojó luz al respecto y de ahí las fianzas millonarias impuestas a los dirigentes independentistas que supuestamente despilfarraron recursos públicos para internacionalizar el procés. Salió al rescate el Instituto Catalán de Finanzas (ICF) que, mediante la creación de un fondo de 10 millones de euros, quiso pagar las fianzas. ¿Para esto queremos los presupuestos?
JxCat, eso sí, ha cumplido su promesa de no subir los impuestos. Nunca sabremos qué piensa el republicano Pere Aragonès al respecto, pues fue él mismo quien pactó en 2020 unos presupuestos con En Comú Podem que elevaron sensiblemente la presión fiscal precisamente para incrementar el gasto social. La pandemia redujo rápidamente la efectividad de esas cuentas.
Los neoconvergentes, que entonces presidían la Generalitat, aseguraron que ese no era el modelo de país que defendían. Pero ahora, en un spot lanzado para convencer a la CUP, sacan pecho, por ejemplo, de su preocupación por el cambio climático y las políticas de eficiencia energética --ERC y JxCat frenaron el despliegue eólico y fotovoltaico para ganarse a la CUP en las negociaciones para formas gobierno--, proclaman que la vivienda es un derecho fundamental --durante años, CDC especuló e hizo negocio con el parque público de vivienda-- y hacen bandera de la memoria histórica --la presidenta del Parlament, Laura Borràs (Junts) celebró el 50 aniversario de la Assemblea de Catalunya, excluyendo a participantes como el exlíder del PSC, Raimon Obiols--.
Giró ha cumplido, pues ha presentado sus presupuestos en la fecha prometida y sin subir impuestos. Eso sí, la forma que tiene de cuadrar ese “gasto récord” es incluir los fondos Next Generation y la recaudación prevista en base a un modelo fiscal “españolazo”, que diría el líder del PPC, Alejandro Fernández. Las cuentas están ahora en manos de la CUP, que por ahora se inclina por el no.