Que la historia oficial del coronavirus no se sostiene por ningún lado lo demuestra la cantidad de teorías conspirativas que han aparecido a su alrededor en tan poco tiempo. Hay demasiados cabos sueltos. Y demasiados intereses por medio.
En efecto, esta guerra mundial se presenta en un nuevo formato, pero, a fin de cuentas, tiene los mismos protagonistas que los conflictos bélicos comunes: mientras unos mueren, algunos buscan la manera de enriquecerse en y con la desgracia amparados por la legalidad. Y bajo el paraguas de la amoralidad.
Seguro que hay muchos casos de estos, al margen de los partidos que buscan obtener un deleznable rédito político en tiempos de tragedia (más preocupante es que posiblemente algunos ganarán votos en las urnas con este proceder). Es evidente que las cosas se pudieron hacer mejor desde el principio, pero de poco sirve seguir dividiendo cuando estamos todos con el barro por las rodillas. Ahora hay que denunciar los hechos a fin de corregir el rumbo, claro que sí; habrá tiempo de pedir mayores responsabilidades. Pero tirar a derribar solo porque se busca de un mayor poder futuro es… mejor me reservo los calificativos.
En esta ocasión, sin embargo, la cosa va mucho más allá de la política. En estos días de encierro, un conocido bróker/especulador está promocionando unos cursos gratis a través de las redes sociales sobre cómo invertir en bolsa. ¿Por qué ahora? Porque en las tragedias es donde más gana. Y, de paso, reparte el sentimiento de culpa. No es la primera vez que este tiburón hace negocio con las desgracias. Se le da bien nadar en estas aguas.
El 11S, como él mismo ha contado en alguna ocasión con media sonrisa en los labios, aprovechó el impacto del primer avión para vender acciones, por si fuese un atentado. En efecto, lo fue y, tras el segundo avión, la bolsa se desplomó. Él ya había vendido a un buen precio, y recompró los títulos cuando estaban por los suelos. Negocio redondo. Sin embargo, murieron 3.000 personas y hubo 6.000 heridos en aquella fatídica jornada.
“Yo no hice negocio de un atentado terrorista. Aproveché una coyuntura con unos instrumentos legalmente permitidos”, argumenta este bróker. Los fallecimientos relacionados con el Covid-19 son muchos, muchísimos más que los notificados en las Torres Gemelas. También lo será el beneficio de estos buitres, con semejantes caídas bursátiles en todo el mundo.
Con todo, hay que reconocer que no se esconde. Pero hay otros que sí lo hacen, o pretenden maquillar sus fines con buenas palabras o gestos de cara a la galería. Podemos mirar hacia el mundo de los laboratorios. Decenas, cientos, miles de científicos trabajan contrarreloj para hallar una vacuna para el coronavirus. Muchos, la mayoría, lo hacen por vocación, por la satisfacción de salvar vidas. No obstante, hay quien se está frotando las manos solo con pensar en el negocio que hará con la cura del Covid-19. ¿Y qué pasa con las mascarillas y otros elementos de protección? Algunas remesas ya pagadas se paran en el país de origen y se pierden porque otro país ofrece más dinero. Y eso es solo la parte que nos cuentan.
Ejemplos de este tipo seguro que hay cientos. Al loro con ellos. Serán los que, cuando pase todo y tengan los bolsillos llenos a costa del virus, vendrán a darnos lecciones. No son oportunidades a causa de, sino a costa de, que es muy distinto.