Hemos vivido una campaña electoral marcada por la pandemia. Cuando todo antes parecía que era favorable a Donald Trump por los resultados de la economía, sin embargo, la pandemia lo cambió todo, con mensajes y comportamientos muy dispares por parte de los candidatos.

Estas elecciones y el mandato de Donald Trump han dejado muy polarizada a la sociedad norteamericana, con una campaña muy bronca, insultos, disturbios y revueltas raciales, acusaciones, y, sobre todo, la gestión de la pandemia. En este sentido, Joe Biden y Kamala Harris han insistido en la falta de un plan para atajar la pandemia y han aplicado como estrategia la movilización de su electorado demócrata para evitar lo que pasó en 2016, cuando Hillary Clinton aún ganando en votos perdió las elecciones por 80.000 votos en los estados pendulares: Wisconsin, Michigan y Pensilvania.

Nunca se había dado un índice de participación en el país de más de 100 millones de personas en el que Donald Trump se ha mostrado contrario al voto por correo porque ve peligrar los resultados. Según las encuestas ocho de cada diez votantes que han utilizado esa posibilidad son demócratas. Trump no era partidario y no va a aceptar una posible derrota. Por esto y sin reparos irá al Tribunal Supremo como ya ha manifestado.

Es una estrategia que comenté como moderadora en el Debate CompoLider, el 20 de octubre de 2020, Las elecciones USA: sprint final a la presidencia, en el que el nuevo y express nombramiento de la juez conservadora, Amy Berret  --por el fallecimiento de la juez demócrata Ruth Bader Ginsburb-- será determinante si acude a la Corte Suprema.

En el debate, con la participación de tres embajadores españoles como Inocencio Arias, Juan Antonio Yánez y Javier Rupérez, se manifestó ese peligro y se coincidió en que la victoria de Joe Biden podía ser más positivo para las relaciones internacionales y multilaterales entre Europa y el mundo.

Tras el cierre de la jornada electoral, Donald Trump se declaró “ganador" y acusó a los demócratas de “robo y fraude”, amenazando con judicializar el proceso para anular el voto por correo en el que se pone en marcha un procedimiento que va a causar más “incertidumbre e inseguridad”. También se pone en duda la democracia de la primera potencia mundial.

Respecto a la comunicación política la campaña del partido republicano ha sido personalista. Donald Trump, sin un programa del partido y con el slogan de Ley y Orden o Make America Great Again ha dirigido a su electorado un mensaje marcado por el negacionismo sobre el virus, con escasa protección y sin uso de las mascarillas, dando positivo por Covid en una recta final de campaña de vértigo.

Por otro lado, Joe Biden aunque es menos carismático, ha sido más cercano y se ha mostrado fiel a los mensajes de su campaña: El alma de America. Ha sido coherente con la distancia de seguridad, la utilización de mascarilla en sus actos electorales y ha conseguido el voto de los jóvenes y de las mujeres mayores ante la incongruencia de Trump. Las encuestas de RealClearPolitics le ha dado desde junio 10 puntos de ventaja y en estas semanas hasta 6 puntos. Sin embargo, ayer Trump consiguió la victoria en estados tan importantes como Florida, Texas y Ohio, pero todavía quedaban ocho estados y la asignación de 98 votos electorales. En algunos estados como Pensilvania (20 votos), Michigan (16) o Georgia (16), el reparto dependerá de un puñado de papeletas.

Estamos expectantes en las próximas horas y días a los resultados. Será determinante, de nuevo, el recuento del voto por correo de los estados de Michigan, Wisconsin y Pensilvania.

Veremos si hay un cambio de presidente o se inicia un proceso judicial como ya ocurriera el 7 de noviembre de 2000, en el que Tribunal Supremo legitimó la derrota de Al Gore por tan solo 537 votos respecto de George Bush.

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