Llevamos dos meses desde las elecciones generales. Más otro mes y medio desde la convocatoria. Casi cuatro meses y no hay gobierno. De rechifla. Es de rechifla que las leyes permitan a una nación estar sin Gobierno tanto tiempo. Y lo que nos espera. Esto va para largo. Leyes antiguas que permiten al candidato tomarse todo el tiempo que le viene en gana para presentarse a la investidura. Tiempo y más tiempo, hasta aburrir a los contrarios y buscar su enfrentamiento, a ser posible. Y no es por los independentistas de ERC, “por nosotros no es” manifestaba ayer un diputado del partido. Entonces ¿por quién es? ¿Quién es el culpable de que España no tenga Gobierno?

Nos tienen embobados de tal manera que ya en algunos cenáculos se comenta que es mejor estar sin Gobierno. España funciona, ¿para qué queremos Gobierno? Anda, que se queden todos en casa. Tanto tiempo sin Gobierno el ciudadano se acostumbra y no ve su servicio. “Con alcaldes y Autonomías, tenemos. El Congreso que lo cierren porque, para lo que hacen, mejor cerrado. Así ahorramos”, ha escuchado este juntaletras a un expolítico y actual empresario. Se oye de todo. Que si Gobierno de coalición, que si Gobierno de cooperación, que se abstenga Ciudadanos, que se abstenga el PP, que si nuevas elecciones… Aburren. Y mucho. Los ciudadanos ya han votado. Ahora toca que los políticos consigan alianzas. Y si no son capaces que se vayan a su casa, porque no sirven. Paso a otra generación.

Hay tres opciones: coalición, cooperación o elecciones. A elegir. ¿Cuál gusta menos? Pues habrá que apuntarse a ella, es la que gana, seguro. No gusta la opción de otras elecciones. Porque según algunas encuestas quedaríamos igual. Bajan Ciudadanos y Podemos. Suben PSOE y PP. Y al sumar los bloques daría el mismo resultado que ahora. Ninguno con mayoría. Más difícil todavía. La obviamos sin descartarla. Nos queda Gobierno de coalición  o de cooperación. Por buscar palabras enredadas que no quede. Pronto se sacarán otra de la manga. En cuanto vuelva Pedro de Japón. Seguro que allí aprende alguna que le sirva. Y se vuelva a reunir con Pablo, el de Podemos, que ya se ha reunido con los sindicatos para ver de llevarlos a su alforja y poner de su parte a los pensionistas que siguen manifestándose todos los lunes pidiendo la pensión mínima de 1.080 euros, subida de las pensiones de acuerdo al IPC y el blindaje de las mismas en la Constitución. Ahí es nada. Por pedir que no quede.

Piden el Gobierno con Podemos, pero Sánchez no quiere ver a nadie de ese partido en el Consejo de Ministros y mucho menos a Pablo Iglesias. “Una cosa es que estén sentados en gobiernos autónomos y, otra muy distinta, en el Gobierno del Estado”. Por ahí no. El aparato del partido socialista no pasa por ahí. Pues toca esperar. Primero una ola de calor, luego una semana de recuperación, después otra de negociaciones, otra para pensarlo y ya estamos en mitad de julio. Verano, ¡qué calor! Vámonos de vacaciones y Dios dirá en septiembre. ¿En septiembre? Todo es posible, pero querrán irse de vacaciones con Gobierno nombrado. No por nada, simplemente por evitar quinielas de ministros. Porque si no vamos a tener un verano lleno de ministros y noticias falsas. Lo que faltaba.

En estos días de negociaciones y pactos estamos viendo la repetición de lo acontecido en 2015 con Mariano Rajoy. Se han cambiado los nombres y los actores. El “no, es no”, cuyo copyright pertenece a Sánchez, lo representa Rivera. Con todo el derecho, como antes hizo Sánchez, que incluso se fue del Congreso. Y Sánchez va de gran ganador cuando sólo tiene 123 diputados, los mismos que Rajoy en 2015 que nos llevaron a otras elecciones.

Ay, el teatro que se representa con el cambio de papeles. Asegura una ministra actual que “sí habrá investidura antes de verano”. Lo mismo sólo es su deseo y no la realidad. Esperemos un buen final porque los ciudadanos ya están cansados de tanto politiqueo y no tener que recordar los versos de Gil de Biedma: “De todas las historias de la Historia / sin duda la más triste es la de España / porque termina mal”. Es hora de dejar de marear la perdiz y buscar un acuerdo beneficioso para los ciudadanos. Un acuerdo de razón y progreso. Porque lo difícil viene luego a la hora de gobernar. En el día a día. ¿Tendremos Gobierno que nos tranquilice las vacaciones? La respuesta ha de esperar.