La política española es una ruina. Al menos hoy. ¿Mañana? Mañana queda muy lejos. Hoy, la política, deja mucho que desear. Es débil y de bajo nivel. Cuanto más se escucha a los candidatos, sean del partido que sean, más se echa de menos los cerebros políticos del siglo pasado. Eran profesionales de alto nivel en su sector que dedicaron un tiempo a mejorar la vida de los ciudadanos. Después volvieron a su despacho. Misión cumplida. Hoy es una profesión. Y ha nacido un caudillo. Se llama Pedro Sánchez. Es el ‘puto’ amo del conglomerado político que salió de las elecciones del pasado 28 de abril. No se sabe de qué va. Un compañero de correrías ha manifestado en privado que “Pedro tiene de socialista lo que yo de obispo”. Y es agnóstico, por lo menos. Ahí vamos.

Pero hay algo cierto. Hoy es el rey. Con 123 diputados, que hace pocos años eran un rotundo fracaso. Pero hoy es un éxito. El ganador, sí señor. Se hizo con el control del PSOE después de haber sido defenestrado y se ha hecho con el control de la política nacional. Mientras dure. Fue audaz con la moción de censura y listo al convocar elecciones cuando el contrario estaba dividido. Y sin cabeza destacada. De ahí su victoria. Ejerce de rey y todos van pasando por su reclinatorio a confesarse. ¿Pactos? Veremos. Primero que elijan alcaldes. Luego, según interés, puede pactar a varias bandas.

Por la derecha con Ciudadanos. Ya, ya, ya sabemos que Rivera ha dicho que no. Pero son políticos, y puede que el no solo sirva mientras lo pronuncia. Por la izquierda con su socio debilitado, Podemos. En las últimas elecciones se quedó en la mitad. Además, los nueve diputados andaluces están en rebelión. No quieren a Pablo. Y tampoco lo quieren las empresas y los poderes fácticos de España, Europa y América. Cuidado con Pablo, amigo Pedro. No lo queremos en el Gobierno, le han advertido. ¡Uff! Si Pablo Iglesias no apoya a Pedro vamos disparados a otras elecciones. A Iglesias no le interesa. Sus diputados podrían reducirse a la  mitad de la  mitad de lo que le ha quedado. No es fácil la matemática. Pero aun sumando, son pocos. No da la cifra. Pues sumamos a los independentistas.

¿Cómo ha dicho? Que sumamos a ERC, que con los 15 diputados alcanzamos mayoría. ¿A cambio de qué? Una silla en la mesa de presidencia del Congreso. ¿He leído bien? Sí, amigo lector. Ha leído usted muy bien. En eso andan, eso dicen. Pero a Pedro le corre el miedo por el cuerpo. Le dan convulsiones, o algo parecido. Un precio alto. Muy alto, dicen en voz baja algunos del PSOE. Que no les oigan. Que no nos menciones. Muy alto el precio. El liderazgo empezaría a debilitarse. Habrá que meditar. Pero de momento manda Sánchez. Tiene varias opciones. Es el rey. O te unes a él o te vas al trastero porque la primera fila de la oposición la mantiene el PP. Tiene más diputados. Así se lo han dicho a Rivera.

Porque tras la ronda de contactos del presidente del Gobierno en funciones, Albert Rivera ‘Riverita’ se ha presentado como el líder de la oposición. Ve al PP, que ahora se definen como de ‘centro derecha liberal’, en crisis y rectificando. Y sin líder. Veremos el 26 de mayo por la noche. Lo mismo hay dimisión. Todo puede ser. Pero Rivera ya va de líder. Quiere desbancar al PP. Comérselo. Absorberlo, como ha hecho con los votos de muchos de sus militantes y con cualificados dirigentes. Quiere dar el sorpasso. No hará pacto de gobierno. Veremos. Pero sí le tenderá la mano en pactos de Estado como Educación, inmigración, terrorismo, y, sobre todo, y por encima de todo, en la exigencia de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Ah, además, que Torra el President cumpla con la misma Constitución y sus obligaciones como presidente de la Generalitat. Toma dos tazas, don Pedro. Y sólo con cuatro senadores...

Rivera tiene el artículo 155 entre ceja y ceja. Y enormes ganas de aplicarlo. Tendrá alguna cuenta pendiente con Torra, se supone, porque su obsesión raya el límite. El silencio de Casado le da alas a Rivera. Y quiere engullirlo. Se le puede cruzar en la tráquea y será peor el resultado.

Los sorpassos ya están anticuados y es difícil conseguirlos. Los ciudadanos españoles están de vuelta de tantas promesas incumplidas y de tanta palabrería de los políticos. Y cansados de votar y ver que los políticos no hacen nada, salvo buscar su sillón. Pragmatismo. Sensatez. Inteligencia. Eso busca el votante. Los sorpassos se suelen volver en contra. Cuidado, Rivera, cuatro años mirando al techo del Congreso se pueden hacer muy largos. Los agujeros ya están contados.