El denominado Institut Nova Història ha adquirido cierta celebridad por lo extravagante de las teorías que postula y defiende. Más aún, por lo extravagante de sus métodos de investigación, que se apartan del método científico y entran de lleno en el ámbito de las pseudociencias. En efecto, lo del INH no es historiografía crítica, sino pseudohistoria.

Para el avance del conocimiento en el terreno de la Historia, como para el progreso en cualquier otro campo de conocimiento, es menester desde luego que se cuestione lo que se da por sabido, tanto como explorar lo no conocido aún. Ninguna objeción puede haber, pues, a una visión crítica con las tesis mayoritarias o más asentadas, si se postula desde el rigor historiográfico y con método.

Sin embargo, lo que difunde el INH es otra cosa: un conjunto de febriles teorías que se pueden categorizar, tout court, como meras patrañas.

“Es el momento de decir basta y de desenmascarar unas prácticas pseudohistóricas que no se apartan mucho de las teorías de Erich von Däniken sobre la intervención extraterrestre en la construcción de las pirámides egipcias, mayas y las líneas de Nazca”. Son palabras de Àngel Casals, Catedrático de Historia de la Universidad de Barcelona, y durante muchos años miembro del equipo rectoral de la Universitat Catalana d’Estiu, recogidas por la revista Sàpiens en febrero de 2020. Es difícil decirlo más claro.

Lo grave del asunto es que estos pseudohistoriadores han encontrado un cierto grado de apoyo institucional, con la aceptación acrítica e incontestada de documentales con sus tesis en los medios públicos catalanes, entrevistas en esos mismos medios, y quizá algo más.

Hubo en agosto del 2019 una marejada estival alrededor del ínclito INH. En aquella ocasión, como diputado del PSC en el Parlament, anuncié y luego registré una serie de preguntas destinadas a esclarecer si la Generalitat de Catalunya subvenciona de algún modo las actividades del INH, a conocer las ocasiones en las que los medios públicos de Cataluña han difundido y reemitido documentales basados en sus teorías, y el coste que tal difusión ha tenido para las arcas públicas, a conocer las ocasiones en que estos mismos medios han invitado a los miembros del INH como entrevistados o tertulianos, y finalmente a tratar de esclarecer los contratos públicos que han obtenido con la Generalitat una serie de empresas que comparten o habían compartido domicilio fiscal con el INH, y cuyo administrador único era a la vez miembro del patronato de la fundación INH.

En enero del 2020 los socialistas votamos a favor de una propuesta de resolución, iniciativa del grupo parlamentario de C’s, en la Comisión de Asuntos Institucionales del Parlament, que instaba a advertir de la falta de rigor del INH y a reprochar el papel de los medios públicos en la difusión de sus teorías

Siendo esto así, puede resultar chocante al lector conocer que los socialistas votamos recientemente en contra de un punto de una moción, también iniciativa de C’s, que exhortaba al Gobierno de la Generalitat a no financiar al INH.

Veamos pues la razón del voto emitido por el PSC, aparentemente incoherente. Antes que nada, leamos el texto completo del punto objeto de controversia:

“25.3. Crear un fondo destinado a un programa para el derecho de los catalanes a una historia rigurosa, académica y libre. Además, adquirir el compromiso de no financiar, directa o indirectamente, ni difundir falsas teorías carentes de fundamentación histórico como, por ejemplo, la del Institut Nova Història.”

Podemos estar de acuerdo con el inciso final, relativo al INH. Sobre todo, en lo relativo a una posible financiación indirecta, porque subvenciones directas de la Generalitat no recibe, como conocemos gracias a las preguntas que formulamos los socialistas, y en lo relativo a que no se difundan sus coloristas teorías (en los medios públicos, se entiende, aunque no lo diga el texto).

Pero el primer inciso del punto en debate es un despropósito, una auténtica aberración. Y no se podía votar por separado un inciso del otro.

¿Qué significado tiene la creación de un fondo que financie un programa para el derecho de los catalanes a una historia rigurosa?

No corresponde al gobierno, a ningún gobierno, establecer lo que sea una suerte de verdad histórica. Miedo da. Este trasunto del orwelliano Ministerio de la Verdad sería tan lesivo para la historiografía, o más, que las astracanadas y patrañas del INH.

La creación de tal fondo, y por lo tanto su control, se encomendaba nada menos que al actual gobierno de la Generalitat de Cataluña. Una genialidad, vamos. Brillante.