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Ramón de España opina sobre José Luis Ábalos y sobre las denuncias por presunto acoso sexual en el PSOE

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Manicomio global

La erótica del poder (o algo parecido)

"El actual PSOE, como el gran Ábalos, se declara feminista y socialista sin ser ninguna de las dos cosas"

Publicada

Una de las características más curiosas del actual proceso de putrefacción que está sufriendo el club de fans de Pedro Sánchez (antes conocido como Partido Socialista Obrero Español), aparte de las declaraciones del presidente sobre cada nuevo imputado o detenido, que consisten siempre en decir que apenas conocía al mangante en cuestión, es la presencia de abundantes abusadores sexuales y rijosos en general. Estábamos acostumbrados a que nuestros políticos tuvieran tendencia al lucro ilegal, pero lo de que no pudieran mantener sus genitales dentro de los pantalones constituye una relativa novedad que vive un auge notable.

Después del caso Nevenka, nos quedamos con la copla de que el motín de las gónadas era cosa de la derechona, de esos sujetos con pinta de capitalista de cuadro de Grosz que consideraban que el machismo desacomplejado se podía poner en práctica con sus subordinadas, pues para algo ostentaban ellos cierto poder. Pero las cosas cambiaron con el advenimiento de la (mal) llamada Nueva Izquierda y de personajes como Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón, que parecían haberse metido en política para ver si, ¡por fin!, conseguían comerse un rosco. De hecho, su partido, Podemos, debería haberse llamado Follemos (con perdón).

A Monedero le hemos perdido de vista (igual anda por Caracas, haciéndole la pelota a Nicolás Maduro, tarea en la que brilla con luz propia), pero Errejón sigue combatiendo a su acusadora, la actriz Elisa Mouliáa, con la que le ha bajado Dios a ver, dado que la historia que ha contado sobre ella y el doble de Milhouse Van Houten no hay quien se la trague. Esa mujer es el sueño dorado de cualquier rijoso pillado en falta y la pesadilla del feminismo más cabal.

De un tiempo a esta parte, los maníacos sexuales se han trasladado de Podemos al partido antes conocido como PSOE, y no paran de caer rijosos a granel. Empezamos con Ábalos -autor de la frase inmortal “Soy feminista porque soy socialista”, cuando no era ni una cosa ni la otra-, a quien su fiel Koldo, entre tronco y tronco, surtía de vistosas señoritas cuyas fotos sacaba de un catálogo de relaciones amorosas a la venta. Creo que, ya en el trullo, Ábalos ha solicitado un vis a vis porque, como decían los romanos, Semen retentum venenum est. ¡Qué campeón, ni en el trullo se le quitan las ganas de retozar!

Luego pudimos disfrutar del gran Paco Salazar, personaje digno de una entrega de la saga Torrente con un físico ideal para haber interpretado papeles secundarios en las películas de Pajares y Esteso. Este crack de la grosería tenía unos métodos de seducción muy peculiares, como hacer sus necesidades con la puerta abierta, salir del baño con la bragueta bajada (que se subía en las narices de la víctima de turno), soltar comentarios tan chocarreros como intempestivos y comportarse, en fin, como un gañán que abusa de su posición de poder.

Después cayeron dos rijosos más, uno en el norte de España y otro en el sur. Y puede que aún quede gente por cesar. Igual, mientras escribo esto, han trincado a otro en Albacete, en Lérida o donde sea, pues el incordio sexual parece ser trending topic en lo que queda de la socialdemocracia española, donde se está dando un nuevo sentido al concepto “Erótica del poder”.

Hasta ahora, se consideraba que esa erótica solo podían ejercerla sujetos ya fascinantes que veían incrementado su poder de atracción por el cargo que ocupaban. Puede que lo suyo también fuese lamentable pero, por lo menos, se esforzaban un poco más por disimular su apetito sexual. No como ahora, que cualquier gañán carente de atractivo alguno abusa de su pequeña parcela de poder para solazarse. Contando, además, con la colaboración de los altos cargos (y, lo que es peor, las altas cargas, como ya ocurrió en Podemos) de su partido a la hora de ignorar las quejas de las afectadas por el rijoso de turno: el actual PSOE, como el gran Ábalos, se declara feminista y socialista sin ser ninguna de las dos cosas.

Hace tiempo que, desgraciadamente, no se puede hablar de la superioridad moral de la izquierda, en la que algunos creímos durante demasiado tiempo. Y aunque ya sé que el club de fans de Pedro Sánchez mantiene una relación muy oblicua con lo que debería ser la izquierda, es el único sucedáneo disponible. Por lo que la proliferación de rijosos, más los ladrones de rigor, está convirtiendo conceptos tan dignos como “progresismo” y “feminismo” en una broma de muy mal gusto.