No sé en qué universo paralelo habitan los cerebros del prusés, pero es evidente que no entienden muy bien cómo funciona éste. Puchi le ha ofrecido al beato Junqueras ser su número dos en las elecciones al parlamento europeo, pero éste le ha dicho que gracias, pero no, que con él no va a ninguna parte (entre otras cosas, porque está en el trullo, aunque eso no lo ha mencionado). En la mente de Puchi anida la idea peregrina de que un fugitivo de la justicia y un presidiario pueden ser europarlamentarios, pero nadie más lo cree, así que las cosas se le ponen crudas. Por no hablar de la manía que le tiene el beato Junqueras, que va creciendo de manera exponencial desde el día en que lo encerraron y el otro se dio a la fuga. Pongámonos un momento en las chirucas de Junqueras y entendamos que, realmente, es muy normal que no quiera ir con Puigdemont ni a dar una vuelta por el patio de la cárcel.

Mientras el beato se pudre en Lledoners, Puchi se pega la vida padre en Bélgica, y hasta le cobra a la gente por formar parte del Consell de la República sin dar nada a cambio. Con su mejor cara de cemento armado, asegura que el Consell no se pondrá en marcha hasta que haya un millón de afiliados. Es decir, hasta que él disponga de diez millones de euros o más (los diez machacantes de la inscripción son meramente indicativos). Mientras Junqui se apaña con una celdita monacal, Puchi vive en una mansión que cuesta 4.000 euros al mes y que nadie sabe muy bien para qué sirve. Él dice que hay que mantener la dignidad del cargo, un cargo que ya se encargó de denigrar con su referéndum y que sigue denigrando con sus inacabables ideas de bombero; la última, un bonito local de su Crida en Barcelona, a escasa distancia de la delegación del gobierno español.

La Casa de la República no parece registrar una gran actividad. Puede que de vez en cuando aparezca algún facha flamenco de ésos que quieren mucho al president legítimo, o incluso aquel finlandés del gorrito que no pinta nada en ninguna parte, pero tengo la impresión de que, en el Casoplón de la República, la principal actividad debe consistir en reuniones de los fugados para comer (¡a cebarse, que paga Matamala!) o jugar al dominó; cosas que podrían hacerse tan ricamente en un pisito de sesenta metros cuadrados en el barrio bruselense de Moleenbek, conocido mundialmente por su cosecha de terroristas islámicos.

Para que la masa procesista sepa qué se hace con su dinero, TV3 podría emitir una especie de Gran Hermano ambientado en la Casa de la República y que reflejara la frenética actividad que ahí se registra: Puchi tuiteando, Comín roncando en un sofá tras el último papeo financiado por Matamala, Meritxell Serret haciéndose las uñas, Puig i Gordi tocando el flabiol…Estoy seguro de que lo petarían entre su fiel audiencia.