Carles Puigdemont está que trina con el trato que recibe del Gobierno español. “¡Me tratan como a un delincuente!”, ha declarado porque no le conceden la amnistía, un tema que lo tiene podrido desde hace tiempo.

Hace unos días, como todos recordamos, tuvo una epifanía con la que descubrió (¡Dios le conserve la vista!) que Pedro Sánchez lleva un año tomándole el pelo: ni amnistía, ni catalán en Europa, ni transferencias migratorias… Y se rebotó, claro. Por eso lleva unos días amenazando al señor presidente con llevárselo por delante, aunque no se sepa muy bien cómo: lo importante, o eso parece, es dejar bien claro que está muy cabreado y que como le sigan inflando las narices lo va a enviar todo a hacer puñetas (Illa también se ha llevado un chorreo por no visitarle en Flandes, Puchi está obsesionado con recibir el mismo tratamiento que otros presidentes de la Generalitat, pero el actual no parece muy dispuesto a concederle semejante capricho, aunque, siendo una persona pía, le ha deseado unas felices fiestas).

Vista la situación desde fuera, no da la impresión de que Puigdemont tenga muchos motivos para ponerse tan farruco. Yo diría que en Waterloo se come caliente gracias al voluntarioso Jami Matamala, la Casa de la República no parece andar muy boyante (yo iría pensando en mudarse a un pisito en un algún barrio árabe antes de que Toni Comín arramble con lo que queda en la caja fuerte), la delegación en Barcelona hubo que chaparla porque no llegaba para pagar el alquiler y Puchi llevaba cuatro meses sin decir ni pío, desde su ridícula excursión a Barcelona para darse un garbeo y salir pitando (una maniobra a lo Pimpinela Escarlata que a día de hoy sigue sin entenderse muy bien). Es decir, que no sé hasta qué punto puede permitirse esta santa indignación, esta divina impaciencia, este rebote del quince que lleva protagonizando desde hace tres o cuatro días.

No negaré que Sánchez se lo lleve toreando una buena temporadita, pero eso no sorprende a nadie, pues es su tradicional modus operandi. Y teniendo en cuenta que Puigdemont le debe la vida, pues Sánchez lo rescató de la irrelevancia (por la cuenta que le traía), tal vez debería mostrarse más paciente y más humilde. Y también tratar de evitar el ridículo.

Descolgarse con lo de que se le trata como a un delincuente suena a chiste: claro que debería tratársele como a un delincuente, pues eso es lo que es, por mucha amnistía a la que aspire y que Sánchez le habría concedido de no meterse los jueces por en medio.

Para mí, una de las desgracias de la España actual es que a Puchi NO se le trata como a un delincuente, sino como a un interlocutor válido, simplemente porque dispone de siete esbirros en el Parlamento que pueden ayudar al presidente del Gobierno a conservar su sillón.

A día de hoy, sigo sin entender cómo somos capaces de negociar con un fugitivo de la justicia que, al mismo tiempo, no puede poner los pies en España sin que, en teoría, lo detengan (aunque yo creo que lo dejaron escapar durante su última visita).

A base de tratar a Cocomocho como a una persona decente, el hombre se ha venido arriba y se considera un ciudadano respetable. Por eso, cuando por fin se da cuenta de que su benefactor se lo está rifando desde hace un año (le ha llevado su tiempo percatarse, por cierto), monta el numerito del ciudadano ilustre e indignado porque se lo están tomando a chufla. ¿Pero qué esperas, hombre de Dios? Sánchez sabe perfectamente que eres un delincuente que debería estar entre rejas, pero hace como que no se ha percatado porque te necesita para pararle los pies al farcihmo (o algo parecido). Y el hombre no está en su mejor momento, entre Ábalos, Koldo, la parienta, el fiscal general del Estado, un tal Aldama… Sólo le falta que salgas tú a darle la tabarra con tu amnistía, su catalán en Europa, tus transferencias de inmigración y tu dignidad mancillada porque se te trata como a un delincuente. ¿No te das cuenta de cómo pueden empeorar las cosas con un Gobierno del PP y Vox?

A fin de cuentas, si las cosas no acaban de ir del todo bien en España es, entre otros motivos, porque NO se te trata como a un delincuente, que es lo que eres. Así pues, da gracias a Sánchez de que te sacara del olvido y no le busques la ruina, que bastante se la busca él.