ERC es un sindiós. Aunque se abracen hipócritamente, Marta Rovira y el beato Junqueras no se soportan y se hacen mutuamente la puñeta todo lo que pueden. Empezó Rovira con un manifiesto anti-Junqueras al que se sumaron Pere Aragonès, Marta Vilalta, Laura Vilagrà y algunos cracks más del partido con la clara intención de hacerle la cama al beato, quien pretende ser reelegido mandamás de la cuadrilla en el congreso de noviembre.
Ahora, Junqueras ha contraatacado con su propio manifiesto, al que se han apuntado más de 2.000 republicanos, algo más del doble de los que firmaron el de Rovira. Sostiene el beato que hay que hacer presidente a Salvador Illa, sacarle al Gobierno central toda la pasta que se pueda y, sobre todo, librarse de la molesta presencia de Carles Puigdemont, quien, según él, ejerce una funesta influencia sobre Marta Rovira, quien se vería obligada a sobreactuar en su lazismo para que el Hombre del Maletero no se le coma la merienda.
Aparte de esto, intuyo que lo de los carteles del Alzheimer no le habrá hecho mucha gracia al beato (un hombre de misa diaria no puede bendecir semejante falta de compasión humana). Por no hablar del muñeco que lo representaba y que apareció colgando de un puente hace unos años en Sant Vicenç dels Horts (sapastrada de falsa bandera que se atribuyó a los pérfidos españolistas y que ahora se ha descubierto que era un inside job, es decir, que la canallada había salido de un sector de ERC).
Ayer se reunieron Sánchez y Aragonès, cumbre de la que no sé nada mientras escribo estas líneas, pero que intuyo que debió tratarse del típico chalaneo inspirado en el célebre peix al cove de Jordi Pujol. Es decir, chantajear al Gobierno central para plegarse a sus intenciones, que en este caso se reducen a colocar a Illa en la Generalitat y el apoyo de ERC al PSOE en Madrid.
Con los nacionalistas, al final, todo acaba arreglándose con dinero, como lleva años demostrándolo el PNV. Si nos condonan esos 15.000 millones de nada que debemos al Estado y nos prometen algo parecido al concierto económico vasco, pero que luego no tendrá nada que ver con el concierto económico vasco, yo creo que ya tenemos a Illa presidiendo la Chene.
Como no podía ser de otra manera, la reunión de ayer ya fue boicoteada por Puchi, quien se sacó de la manga una supuesta infrafinanciación de Cataluña y una presunta sobrefinanciación de Madrid. Era de prever y debemos ser compasivos con Cocomocho: cada día pinta menos y molesta más (incluso a los de su propio partido), no va a recuperar la presidencia de la Generalitat ni en sus sueños más húmedos, su fiel Toni Comín está cogiendo una fama de mangante muy notable con sus gastos vacacionales a costa del Consell de la República, se le complica el caso Volhov con nuevas pruebas que apuntan en su dirección y dentro de unos meses van a juzgar a su abogado, Gonzalo Boye, por colaboración con el narcotraficante gallego Sito Miñanco.
Digamos que su situación no es precisamente envidiable. Solo falta que se le ocurra entrar en España y lo detengan, algo que será acogido con cierto desinterés por las masas que, según Lluís Llach, deberían mostrarse toçudament alçades e impedir el arresto, y aplaudido por una gran parte de los catalanes en particular y los españoles en general: con unos artículos de santa indignación en los digitales del régimen, Puchi iría que chutaba (le recomiendo el de su principal hooligan, el inefable Ramón Cotarelo).
De ahí que el beato Junqueras considere que Marta Rovira se equivoca bailándole el agua a alguien que no va a ninguna parte, en vez de concentrarse en lo de los carteles del Alzheimer, que es de traca y se está intentando cerrar en falso entre la extraña dimisión de Sergi Sabrià y la expulsión de Tolo Moya, que aún no ha acabado de largar y da la impresión de que aún le quedan muchas cosas por decir y mucha gente por delatar.
Lo cierto es que está en juego la supervivencia de ERC y que Marta Rovira da la impresión de no querer enterarse (por no hablar de sus peculiares idas y venidas: un día dice que se vuelve a Suiza, al siguiente parece aspirar a la presidencia del partido y, en general, no ve la hora de librarse de Junqueras).
Pero el beato es mucho beato y lo acaba de demostrar con ese manifiesto que ha reunido el doble de firmas que el de su némesis. Junqueras se ha dado cuenta de que la independencia es imposible. Rovira sigue creyendo en que es posible, al igual que Puigdemont. Es por eso por lo que creo que lo mejor que le puede pasar a ese partido de carlistones meapilas es que el beato siga al mando de la nave, que, en estos momentos, se precipita hacia un acantilado. Força, Oriol!