Poco después de abandonar a regañadientes la presidencia de la ANC, Elisenda Paluzie se puso al frente de una entelequia que atiende por sus siglas en inglés, UNPO (Organización de Naciones y Pueblos no Representados), con la intención de internacionalizar el prusés e informar al mundo de lo mal que trata España a los catalanes independentistas.

Ahora nos enteramos de que el pasado 21 de septiembre organizó un coloquio titulado La supresión de la autodeterminación en el instituto Ralph Bunche de Estudios Internacionales, acogido a la CUNY (Universidad de la Ciudad de Nueva York), y lo hizo en la selecta compañía de independentistas tártaros de Crimea, Mongolia del Sur y el Kurdistán iraquí. ¡Y todo ello por la módica suma de 6500 euros anuales!, que es, al parecer, lo que hay que apoquinar para que en la CUNY te hagan un poco de caso. Puestos a descubrir casos emparentables con el despilfarro de dinero público, así nos hemos enterado de que la Generalitat lleva soltándole pasta a la universidad neoyorquina desde el año 2003, habiéndose desembolsado hasta el momento la bonita cifra de 130.000 euros en propaganda procesista. ¡Será por dinero! Como el dinero público parece que no es de nadie…

 La CUNY no es la única institución que, como la Blanche Dubois de Un tranvía llamado deseo, depende de la amabilidad de los extraños. Parece que ése es también el caso de la oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la Unión Europea, cuyos representantes nos han soplado a los catalanes cerca de un millón de euros desde el 2019 (200.000 solo en el año que acaba de terminar). De esa oficina salió lo de la investigación de Citizen Lab sobre el supuesto espionaje español a políticos procesistas (aunque se equivocaron al incluir entre los espiados al inefable Toni Comín, al que luego resultó que no espiaba nadie, cosa que debió contrariarle al muchacho, pues el hecho de que el perverso estado español no siga tus pasos te convierte ipso facto en un mindundi).

Como dice el refrán catalán, Pagant sant Pere canta. Es triste que la comunidad internacional solo se preocupe de tus quebrantos políticos tras retratarte en taquilla con dinero ajeno, pero eso parece ser lo que hay. Los sobornos del lazismo muestran una doble vertiente: la habilidad para hacerse notar, aunque sea apoquinando, resulta encomiable; pero que el autobombo te lo financie el pueblo español en pleno con sus impuestos ya no lo es tanto. Por no hablar de que, con el sistema del soborno selectivo, llegará un momento, si es que no ha llegado ya, en el que cualquier pronunciamiento internacional a favor del independentismo catalán sonará a una suma de intereses, (seudo) patriótico el de los lazis y crematístico el de las entidades que se prestan por un módico precio a hacerles de altavoz.

Que el procesismo siga dando la chapa a nivel internacional entra dentro de lo previsible (dejemos momentáneamente de lado su peculiar teoría sobre la inversión de dinero público), pero lo que ya no lo es tanto es que una autoridad judicial española recién nombrada, la magistrada del Tribunal Constitucional María Luisa Segoviano, supuestamente progresista, diga que en este mundo se puede hablar de todo y que, por consiguiente, no hay que negarse a hablar del referéndum que pide El Petitó de Pineda cada vez que debe calmar los ánimos del sector más hooligan de su electorado. Cierto es que sus declaraciones no comprometen a nada, ya que justo después de decir que ella está dispuesta a hablar de todo, añade que, dentro de un orden, que si el ordenamiento constitucional y que si la cosa pinta más bien complicada. Unas declaraciones, en suma, que no implican nada concreto, que suenan a hablar por hablar y a ganas de quedar bien con el lazismo y que se podría haber ahorrado por dos motivos: porque no hace falta dar ánimos a los separatistas (sobre todo, sin cobrar) y porque para no decir nada sobre un asunto espinoso, más vale quedarse callado.

Dice el refrán que el buey suelto bien se lame. Aquí el buey sería, con perdón, la señora Paluzie, o el señor Junqueras, que, al parecer, se reparten las instituciones internacionales a las que hay que untar con un dinero que no es suyo. El buey, pues, no necesita la ayuda de una representante del estado opresor con ganas de hacerse la progresista y la simpática, aplaudiendo de paso la actitud del presidente Sánchez hacia el lazismo, con sus indultos, su eliminación de la sedición y su reforma de la malversación. Se trata de que cada uno cumpla con el papel que interpreta.

Los lazis, siempre pagando, lo cumplen a la perfección. El estado, con magistradas que hablan por hablar, no tanto. Y no estaría de más que el PSC, en el ejercicio de su peculiar oposición, planteara en voz alta la conveniencia, o no, de las propinas que nuestros indepes reparten por el mundo para captar un poco de atención, que son de las más generosas de la UNPO: me cuesta creer que los tártaros de Crimea se rasquen el bolsillo con la misma frecuencia. Por no hablar de los mongoles del Sur. Hasta en las naciones sin estado hay clases y no hay que meter en el mismo saco a los burgueses catalanes que a los pelacañas tártaros y mongoles. ¡Hasta ahí podríamos llegar!