Nuestro hombre en Pyongyang
Los pacientes de nuestro entrañable sanatorio acostumbran a ser monotemáticos: no hay quién les saque del proceso hacia la independencia de Cataluña. Por eso se agradece la presencia en tan singular institución de un excéntrico como Alejandro Cao de Benós, el aristócrata tarraconense que descubrió Corea del Norte a los dieciséis años, se enamoró del régimen criminal instaurado por Kim Il Sung y lleva desde entonces ejerciendo de propagandista oficial en España del país más absurdo del mundo. Escapa a mi comprensión cómo alguien puede quedar fascinado por una dictadura tan delirante, pero hay que reconocer que la chaladura de don Alejandro es realmente insólita en nuestro panorama social y político.
Escapa a mi comprensión cómo alguien puede quedar fascinado por una dictadura tan delirante, pero hay que reconocer que la chaladura de don Alejandro es realmente insólita en nuestro panorama social y político
Como ustedes ya sabrán, hace un par de semanas, la Guardia Civil se interesó por sus actividades y lo detuvo, aunque en seguida lo soltaron. Le acusaban de traficar con armas, pero él decía que solo había adquirido dos pistolas detonadoras --una para él y otra para su maridito tailandés-- para manipularlas y convertirlas en armas de autodefensa. Nuestro hombre tenía licencia de armas --¡así va España!--, pero se la retiraron por bocazas, cuando salió por la tele expresando su deseo de matar americanos a mansalva por la gloria de Kim Jong Un, el Brillante Camarada (o el Paquirrín de Pyongyang, según el punto de vista).
Llevo desde la detención esperando algún gesto de Corea del Norte --un incidente diplomático o, directamente el lanzamiento de un misil--, pero hasta ahora, Paquirrín no ha dicho esta boca es mía; lo cual ha servido para envalentonar a los que consideran a don Alejandro un embustero y un mindundi. De hecho, llevamos tiempo con ese tema. Según el interesado, en Pyongyang es alguien muy importante al que el régimen tiene siempre presente; según sus detractores, Cao de Benós no pinta nada en Corea del Norte y se dedica básicamente a lucrarse organizando viajes de turistas españoles a su paraíso socialista. Dado el sepulcral silencio del Brillante Camarada ante su detención, esta segunda hipótesis cobra fuerza.
Eso no quita para que estemos ante un creyente de primera. Según me contó un conocido al que le tocó pasearlo por Barcelona junto a unos cuantos norcoreanos auténticos, Cao de Benós es más de Pyongyang que los de Pyongyang. Parece que uno de sus acompañantes enloqueció ante las inmensas tentaciones del capitalismo y se puso a gastar sin tasa... Hasta que nuestro hombre, a grito pelado, le convenció de que se le estaba yendo la olla. Si es cierto lo que dice don Alejandro de que ha denunciado a más de un revisionista, ese infeliz debe llevar años en un campo de reeducación.
Yo no sé si este hombre es un loco peligroso o un iluso con delirios de grandeza, pero convendrán conmigo que original lo es un rato.