Pensamiento

Libertad, igualdad y Estado social

16 marzo, 2014 09:32

Pronto hará setenta años de la liberación de París por los aliados, gracias a múltiples y enormes sacrificios. Casi todo se olvida y se distorsiona a conciencia, pero el artífice determinante de aquella reconquista, tan trabajada y sufrida, fue el Ejército norteamericano. Medio año antes, el 15 de marzo de 1944, el Consejo Nacional de la Resistencia francesa (CNR) hizo público un programa de acción de gobierno con el título 'Les jours hereux' ('Los días felices'); la meta estaba próxima y la nueva república en un Estado social y democrático de Derecho esperaba. Stéphane Hessel, el conocido autor del influyente opúsculo '¡Indignaos!', lo ensalzó con melancolía.

No soy una persona instruida en estos asuntos. ¿Por qué hablo de ellos? Por necesidad de orientarme

Demos dos pinceladas sobre aquella tétrica víspera. En julio de 1942, menos de dos años antes de ese programa, se produjo la redada del parisino Velódromo de Invierno, donde estuvieron apresados cerca de 13.000 personas judías, un tercio de ellas niños. Y en junio de 1943, Jean-Paul Sartre estrenó, con permiso nazi, su obra 'Les mouches' ('Las moscas') en el teatro Sarah Bernardt, entonces 'de la Cité'. No tuvo éxito, pero parece que al acabar la función inaugural brindó con champagne con los mandos alemanes; si bien no quedó constancia fotográfica, como sucedería con otros que por ello tuvieron problemas más tarde. Sartre colaboró con el semanario 'Comoedia' y Beauvoir con Radio Vichy; durante años figuraron como sumos y arrogantes mandarines pero yo no aceptaría lecciones suyas de comportamiento. Casi todo se olvida y distorsiona a conciencia, selectivamente.

Ahora, la editorial barcelonesa Els Llums ha rescatado ese texto, con traducción al catalán de Aina Pedret. 'Els dies feliços' incluye comentarios de seis políticos catalanes, miembros de los partidos que formaron los gobiernos tripartitos, tan lejos de mi cariño personal y tan cerca de nuestra deuda pública. Volvamos al viejo texto francés. Entre las medidas a aplicar tras sacudirse el yugo de la Alemania nazi se postula: restablecer el sufragio universal y la "plena libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión; libertad de prensa, su honor y su independencia del Estado, del poder de los dineros y las influencias extranjeras"; al margen de esta última alusión, que podría ser xenófoba en otro contexto, me parecen impecables. Más aún si se agrega "la absoluta igualdad de todos los ciudadanos ante la ley". Y también el propósito de establecer "una verdadera democracia económica y social, que implica la expulsión de los grandes feudalismos económicos y financieros de la dirección de la economía".

No soy una persona instruida en estos asuntos. ¿Por qué hablo de ellos? Por necesidad de orientarme. Tengo idea de la influencia comunista en este documento. Es algo que no me importa. Nunca he sido comunista y nunca me defino anti nada; en lo cual soy orteguiano. Tiremos por la borda los prejuicios y leamos con libertad e inteligencia. Había en dicho escrito una llamada explícita a la unión de la Resistencia para incitar a los franceses a "eliminar todo espíritu de particularismo, todo fermento de división" que pudiera frenar su acción y que solo serviría al enemigo. Esto me parece admirable. Una proclama se me antoja, en cambio, contaminada de nazismo, es la siguiente: "En el combate se forjará una Francia más pura y más fuerte capaz de llevar a cabo desde el día siguiente de la liberación la obra más grande de reconstrucción y de renovación de la patria". Recordemos que las apariciones de Santiago Matamoros en los campos de batalla eran una réplica de las apariciones del profeta Mahoma junto a las tropas sarracenas. Les deslumbraba no ser menos.