Pensamiento

La importancia de llamarse Ernesto

5 marzo, 2014 08:42

Cuentan que cuando Oscar Wilde escribió en 1895 The importance of being Earnest –La importancia de llamarse Ernesto- buscó intencionadamente la dualidad entre la palabra earnest que significa serio, honesto, en lengua inglesa, y el nombre Ernesto. La trama de esta divertida comedia de sociedad lleva al lector, o al espectador, a situarse ante una historia plena de equívocos, de identidades erróneas. Pero esta característica jocosa del texto de Wilde no impide que se desprenda de la misma una sátira ácida que apunta al corazón, al epicentro, de la hipocresía social. De la honestidad y la seriedad como virtudes se habla continuamente a lo largo de la obra; de la honestidad para con uno mismo, e incluso para el prójimo, también.

Oriol Junqueras se ha convertido en esclavo obsesivo de un sueño: ocupar el espacio que en otro tiempo monopolizó CiU y llegar, una vez carbonizado Artur Mas, a la presidencia de la Generalidad con el menor desgaste posible. Para ello no duda en tender trampas

No sé hasta qué punto la política catalana y sus actores principales se hallan ante un conflicto de honestidades, de identidades erróneas, ante un gran engaño o ante una comedia de enredo. El tiempo lo dirá.

Lo explica con todo lujo de detalles la radio y televisión nacionalista; también los medios de comunicación afines y fuertemente subvencionados: ¡Ernest Maragall ha fichado por ERC! El ex consejero está en su derecho, es libre de actuar como mejor le plazca. Nada que objetar al respecto como tampoco, espero, nadie se atreva a negar al resto de los mortales la posibilidad de criticar este tipo de desplazamientos políticos, de transfuguismo premeditado y por etapas. Habrá que agradecerle a Ernest Maragall que su tránsito hacia ERC haya sido relajado, lento, previsible y exento de conversiones exprés como la que protagonizara, en su día, Ferran Mascarell. Eso sí, la elegancia hubiera sido un toque de distinción si su salida hubiera estado exenta de declaraciones lesivas hacia el partido que, durante tantos años, le dio cobijo y poder.

El resentimiento nubla el juicio y obtura la sabiduría aunque uno sea nieto de poeta. Pero más allá de las miserias del caso, y de las loas que a través de las redes sociales le dirigen a Ernest los que en otros tiempos le hubieran llevado al patíbulo, sería interesante hacer un estudio de afinidades, de compatibilidades. ¿Para qué? Muy sencillo, para averiguar que hay de earnest – de honesto, de serio – en esta operación tanto en la opción de Maragall como en la de ERC. Oriol Junqueras se ha convertido en esclavo obsesivo de un sueño, a saber: ocupar el espacio que en otro tiempo monopolizó CiU y llegar, una vez carbonizado Artur Mas, a la presidencia de la Generalidad con el menor desgaste posible. Para ello no duda en tender trampas tanto a sus adversarios, como a sus socios políticos. Para ello usa a Mas como ariete y a los disidentes del PSC como vitriolo para perforar la coraza socialista. Puestos a modernizar, o regenerar, Junqueras podía haber optado, por ejemplo, por integrar en su lista alguna joven promesa de NEC, pero no. Saltándose la fecha de caducidad de Ernest ha preferido comprar marca Maragall y olvidarse de todo lo demás. Maquiavélico el chico; pardillos los que le sirven de teloneros predestinados a disolverse, carentes de referentes, en un ecléctico magma republicano.

No será tarea fácil enarbolar la bandera de la izquierda social. El republicano ha votado sin rechistar los presupuestos y recortes de Artur Mas; el ex consejero se caracterizó siempre por buscar antes el entendimiento con CiU que con las otras formaciones

Las hemerotecas son tremendamente crueles. Ruborizan a más de uno y a veces, incluso, abofetean la conciencia. Complicado va a ser para la dirección republicana hacer olvidar a maestros y padres el trágala que gestó Maragall con la ley de educación catalana. Difícil también va a ser obviar que cuando Maragall hablaba de "artefacto inestable", refiriéndose al gobierno tripartito, sus ojos se posaban en los miembros republicanos del ejecutivo. No será tarea fácil, ni para Maragall ni para Junqueras, enarbolar la bandera de la izquierda social. El republicano ha votado sin rechistar los presupuestos y recortes de Artur Mas; el ex consejero se caracterizó siempre por buscar antes el entendimiento con CiU que con las otras formaciones políticas del Parlamento autonómico…

Seamos earnest, seamos serios. Puede ser que Oriol Junqueras haya comprado un nombre, una marca; de acuerdo, amigos, pero la patente de la socialdemocracia de este país aún la conserva el PSC.