Pensamiento

El resultado de las europeas puede llevar a Mas a dimitir

25 abril, 2014 08:02

Lo decía hace tres semanas, Mas se la juega el 25 de mayo. La última encuesta conocida en relación a las europeas se publicó el domingo en El Mundo elaborada por Sigma Dos. Y sus resultados van en línea con esa hipótesis. Con las limitaciones propias de la encuesta -muestra pequeña, no da porcentaje de participación, y no da resultados por CCAA- se puede hacer un primer análisis, comparando los resultados de 2009 con las previsiones de la encuesta de aquellos partidos o coaliciones en que los resultados están muy concentrados territorialmente.

¿Resistirá Mas una derrota de este calibre si finalmente se produce? ¿Dimitirá la misma noche electoral? ¿Afectará al denominado proceso soberanista y a la anunciada consulta del 9 de noviembre o a una hipotética declaración unilateral de independencia?

La federación nacionalista y sus aliados (PNV, CC y Compromiso gallego) obtendrían un 4,2% de los votos. En 2009, una coalición parecida obtuvo un 5,1% de los votos emitidos, de los cuales 2,79% en Cataluña, es decir, el 22,4% de los votos emitidos. Si el peso relativo de CiU se mantuviese, la federación nacionalista y sus aliados obtendrían en Cataluña entorno al 2,3% por ciento del voto total, frente al 3,2% vaticinado a ERC y sus aliados (exclusivamente de ámbito catalán). Por muchos matices que se introduzcan, la diferencia entre ERC y CiU es notable. CiU se quedaría por debajo del 20% de los votos emitidos en Cataluña, mientras ERC sobrepasaría el 25%. Entre ambos no llegarían al 45% del voto emitido, lo que representaría un notable incremento respecto a las europeas de 2009 (entorno al 34%) pero igual o menos que en las autonómicas de 2012. Imposible una lectura plebiscitaria.

A Ciudadanos las previsiones le dan un 2,3%, es decir, más o menos igual que a CiU. Hay que tener en cuenta que C's se presenta en toda España, por lo que es muy dificil decir con estos datos qué parte del voto obtendrá en Cataluña. En todo caso, no parece muy aventurado decir que puede superar el 15% de los votos en Cataluña, aunque, insisto, es una mera hipótesis. Aventurar a partir de esta encuesta los resultados de PPC, PSC e ICV es imposible. Pero no les queda más de un 40% a repartirse entre los tres.

Con estos hipotéticos resultados se comprende el nerviosismo de CiU. Alfons Quintà lo ratifica en su crónica. Una clara derrota de CiU ante ERC, y Ciudadanos convertido en tercera fuerza y acercándose peligrosamente a la federación nacionalista, conlleva que la gestión de Mas no puede calificarse sino como desastrosa para Cataluña y, lo que acabará siendo definitivo, para los intereses de su propio partido. No son de extrañar las llamadas a la participación de los dirigentes de CiU y, sobre todo, su insistencia en vincular la continuidad del proceso soberanista, o al menos su fuerza, a los votos de CiU. La pregunta que surge es inevitable: ¿Resistirá Mas una derrota de este calibre si finalmente se produce? ¿Dimitirá la misma noche electoral? ¿Afectará al denominado proceso soberanista y, más concretamente, a la anunciada consulta del 9 de noviembre o a una hipotética declaración unilateral de independencia? No es fácil dar respuestas. Yo no las tengo y, sinceramente, creo que nadie. Pero sí se pueden hacer hipótesis y analizar escenarios más o menos probables.

Sería previsible una reacción en el seno de CDC. Si todavía queda vida en su interior. La apuesta soberanista ha resultado un fiasco total. La independencia no es, ni en las mejores previsiones reales de los independentistas, para pasado mañana. En cambio las municipales se acercan. Y con las cosas de comer no se juega. Por ello no sería extraño un cambio de rumbo en CiU, lo cual, a día de hoy, parece que implicaría la salida de Artur Mas. Difícil alternativa, pero un Mas que ya no sirve para contener a ERC, ya no es útil, ni como mal menor, ni para su partido ni para los denostados, pero imprescindibles, poderes económicos.

Desde luego las europeas no serán las plebiscitarias con las que algunos sueñan, aunque, paradójicamente, pueden convertirse en el final político de Mas

Lo más digno sería que Mas aprovechara la noche electoral, de confirmarse los resultados, y optara por dimitir. La situación no sería nada fácil. Ni para CDC, ni para Cataluña. Pero algún día hay que empezar a cambiar de rumbo. Y cuanto antes mejor. Si nos atenemos a las declaraciones de miembros del Gobierno, con Mas no hay nada que negociar, han dicho; parece que no soy el único que contempla este escenario. La consecuencia más probable sería un adelanto electoral, aunque matemáticamente caben otras mayorías en el Parlamento autonómico, opción que no cabe descartar al 100%.

La salida de Mas, y la visualización de que hay una probabilidad cierta de un triunfo de ERC, tendría consecuencias dificiles de calcular en el comportamiento electoral de los catalanes en los comicios autonómicos. Seguro que produciría movilización máxima de los no independentistas; los independentistas ya lo están hace tiempo. Y seguro que una declaración unilateral de independencia, de viabilidad altamente improbable con CiU como fuerza política hegemónica, devendría, en caso de materializarse, una caricatura de lo acontecido durante la Segunda República. Pero no veo a ICV, ni a muchos diputados de CiU, acompañando a Junqueras en el balcón de la Plaza Sant Jaume.

Para terminar, la encuesta nos dice que los partidarios de la consulta alcanzarían entorno al 55% de los votos en las europeas, pero no llegarían ni al 30% del censo en caso de mantenerse la participación en torno al 50% como en 2009. Desde luego las europeas no serán las plebiscitarias con las que algunos sueñan, aunque, paradójicamente, pueden convertirse en el final político de Mas.