Esta semana hemos conocido que Francesc de Carreras, uno de los grandes impulsores de Ciudadanos, abandonó el partido hace pocos meses. Una salida que resulta paradigmática del rumbo que adquiere la formación liderada por Albert Rivera.
El partido, que nació con una vocación socialdemócrata y reformista, parece transitar hacia un perfil conservador y con una estructura tan jerarquizada como la de los partidos tradicionales. En su sorprendente pugna con el Partido Popular por liderar el espacio de derechas, decepciona a quienes veían en él una propuesta renovadora, capaz de incidir en los gobiernos de uno u otro color y, en su caso, optar al mismo gobierno.
De haber perseverado en su vocación inicial, las circunstancias actuales le resultarían extraordinarias. En un Parlamento tan fragmentado, consecuencia del debilitamiento de la política tradicional, un partido de corte verdaderamente liberal podría ejercer una gran influencia y favorecer, cuando no imponer, las reformas que necesita nuestro país. Pero no es así.
Permítanme recurrir al símil de un club deportivo para exponer cómo percibo la transformación de Ciudadanos. Las alineaciones reflejan la concepción futbolística del entrenador. Y los cambios a lo largo de un partido, las respuestas del técnico a las exigencias del corto plazo. Que, casi simultáneamente, haya causado baja Francesc de Carreras, y el fichaje estrella resulte ser Marcos de Quinto no es un hecho intrascendente.
Francesc de Carreras tiene tras de si una dilatada trayectoria política que arranca en su juventud antifranquista y su paso por partidos de izquierda, para acabar en un liberalismo que se encuentra cómodo con la socialdemocracia. Por su parte, Marcos de Quinto proviene del mundo de la gran multinacional, donde alcanzó posiciones muy relevantes, acompañadas de remuneraciones extraordinarias. En sus entrevistas señala que la política debe ser regida con criterios empresariales, especialmente aquellos del capitalismo financiero de nuestros días. Una aproximación simplona a cuestiones muy complejas, y que parte de la base de que la regulación y los impuestos son un freno al progreso.
Las diferencias entre uno y otro son enormes. Albert Rivera lo ha decidido: Francesc de Carreras abandona el campo, entra Marcos de Quinto. Veremos cómo acaba el partido.