Estos días se ha hablado mucho del instituto de Sant Andreu de la Barca. Hemos visto cómo cierta opinión pública, la independentista, se ha posicionado a favor del acoso de los profesores de una forma cuanto menos organizada. Por otro lado, aquellos que aún nos podemos llamar demócratas o librepensadores, hemos creído la versión de los alumnos, por cierto, menores de edad. Ciertamente, no es tanto creer como ver claro, muy claro, que si unos adolescentes se organizan en apenas 24 ó 48 horas por whatsapp, sin sus padres, a la puerta de una escuela para defender a sus compañeros, es que algo ha sucedido.

Pero unos y otros hemos olvidado una cosa. La escuela, el instituto, igual que la sociedad catalana está profundamente dividida. No todos los profesores son acosadores y no todos los profesores son independentistas. Y eso que parece algo obvio se está olvidando. La radicalización con la apuesta como portavoz por un revolucionario de salón, antiguo candidato de la CUP entre otros partidos extremos, del instituto de Sant Andreu de la Barca ha querido poner en la diana no sólo a los alumnos sino al resto de profesores.

No son pocos los profesores que van con el lazo amarillo a clase sino que además se ha vuelto ya habitual la ocupación de los espacios comunes de los docentes para la colocación de pósters y pancartas independentistas

Es una realidad que en el propio instituto las voces discordantes con el portavoz son grandes, pero también temerosas. No es para menos. En otros colegios e institutos la maquinaria independentista se ha vuelto a poner a todo ritmo. Ahora, estos días, no sólo se esta trabajando para obligar a firmar un manifiesto a favor de los profesores acosadores, sino que se sigue usando el recinto público escolar como espacio de propaganda. No son pocos los profesores que van con el lazo amarillo a clase sino que además se ha vuelto ya habitual la ocupación de los espacios comunes de los docentes, como la sala de profesores o departamentos --normalmente excluidos a los alumnos--, para la colocación de pósters y pancartas independentistas.

Según diversos profesores, no se trata de actos individuales sino de acciones organizadas con un patrón similar. Siempre bajo la coordinación de una persona a modo de comisario político. Alguien a quien la mayoría de profesores teme por sus contactos y que es el encargado de organizar todas las denominadas movidas espontáneas. En Sant Andreu de la Barca ha quedado claro quién es, pero quizás sería bueno que desde cada instituto aquellos profesores decentes que no acosan a menores comenzaran a publicar los nombres de estos comisarios políticos. Creo que no se sorprenderán si vemos que su perfil tiene una trayectoria muy similar. Y que nadie dude que ellos. Los comisarios sí hacen listas y sí preparan purgas desde el sistema con la complicidad del 155.