Leo que los resultados de las elecciones a la Cambra han sacudido el mundo empresarial catalán. Que el establishment y aledaños están en shock. Las grandes empresas han comprado su asiento por 75.000 euros para formar parte de una institución controlada no ya por el independentismo sino por su núcleo más extremista y antidemocrático, el más cercano al fascismo (listas negras preconizadas por el presidente in pectore, un programa electoral sectario y politizado al extremo)
No me puedo alegrar del resultado por obvios motivos de responsabilidad, pero no puedo negar un cierto grado de satisfacción por ver que los que han permitido el ascenso del secesionismo financiándolo, no enfrentándolo, dando la espalda a quienes han querido organizarse desde la sociedad civil para combatirlo, se rasgan ahora las vestiduras. A los que habitualmente recogían las nueces, esta vez les han caído sobre su cabeza. Y ya deberían haber aprendido de lo ocurrido en septiembre y octubre de 2017.
Para analizar lo ocurrido conviene recordar algunas cifras. De los 428.000 electores, salvo los asientos comprados, el resto son todo tipo de empresas que tenían un voto, sin atender a si se trataba de un autónomo o una empresa con 500 trabajadores. Han votado en torno a 19.000, las cifras en el momento de escribir este artículo no cuadraban. Pues bien, la candidatura de la ANC había obtenido 7.316 votos y el resto de candidaturas, 9.922. El sistema electoral les dio 31 asientos de los 40 en juego. En 2010 votaron 7.222 asociados.
De todo ello, y a falta de conocer más datos, podemos extraer algunas conclusiones.
He oído a personas decir que el ascenso de estos personajes ayuda a aislarlos. No creo en la política de cuanto peor, mejor. De momento, que la productora de Joel Joan haya ganado la vocalía a Planeta, o que no hayan salido elegidas empresas como Nissan, la Seat, AGBAR, El Corte Inglés, entre muchas otras, nos muestra que Cataluña va a la deriva. Me temo que cuando los que pueden quieran reaccionar, si es que lo intentan, ya sea demasiado tarde.