Cataluña es hoy un país intoxicado por un proceso político que ha provocado en su cuerpo social profundas anomalías que dificultan la convivencia e impiden el normal funcionamiento de sus instituciones.

-La anomalía de una izquierda nacionalizada que hace el juego al secesionismo. Agitan el dret a decidir cuando en realidad lo que reclaman es la secesión, se denominan soberanistas en vez de independentistas y cuando dicen defender las libertades nacionales de Cataluña están defendiendo los privilegios de su burguesía nacional. Este discurso genera una profunda confusión entre capas de la población que se sienten de izquierda.

-Cataluña presenta la anomalía sociológica de una clase media acomodada, con una condición social y un nivel de vida superior a la media del país, que lidera un proceso secesionista donde las capas populares asalariadas tienen un papel subordinado. El procés ha tenido mucho de chovinismo del bienestar, de fantasía revolucionaria burguesa

-La crueldad del procés y su profundo carácter antisocial. Cataluña es la comunidad autónoma que más ha recortado su gasto social desde el 2009, un 19,96 % (4.134 millones de euros). Los líderes secesionistas hablan del sufrimiento de los nueve dirigentes sometidos a juicio, pero no les ha preocupado nunca el deterioro de los servicios públicos, las colas en los hospitales, la degradación de las condiciones de vida en los barrios, la marcha de las empresas, la ralentización de la actividad económica y la caída del PIB catalán…

-La anomalía de un Govern que impone el catalán como única lengua de comunicación de la administración y de sus funcionarios, pero que desconoce la realidad cultural y lingüística de más del 55% de sus ciudadanos. El hecho de que los Mossos de servicio en ciudades del área metropolitana de Barcelona, utilicen en la mayoría de los casos el castellano como lengua de comunicación entre ellos y la ciudadanía, es algo más que una anécdota.

-La anomalía meteorológica de la TV catalana, donde España no existe. Las condiciones meteorológicas y la temperaturas de ciudades como Santiago, Santander, Bilbao, Madrid, Zaragoza, Sevilla, Murcia...no aparecen en TV3.Sin embargo, nos informan con todo lujo de detalles de la temperatura y la meteorología en Oslo, Tallin, Viena, Berlín, Bruselas, Londres, Ámsterdam...ciudades dónde se supone los catalanes deberíamos tener vínculos culturales y numerosos parientes.

-La farsa de la República inexistente, una sociedad instalada en un universo de ficción, donde lo virtual e imaginario aparenta ser real. Decenas de miles de catalanes se lo creyeron y participaron en las nefastas jornadas de septiembre y octubre del 2017. Muchos se sienten engañados, pero su fe les impide caer en el pecado de la duda y de la crítica a sus dirigentes.

-El desprestigio de las instituciones. Mandan las entidades ANC y Ómnium Cultural, obedecen las instituciones. Muchos ciudadanos de Cataluña piensan que los Jordis (Sánchez y Cuixart), durante las jornadas revolucionarias del 2017, fueron los verdaderos gobernantes del país y los que dirigieron nuestras instituciones.

-Los seguidores más radicales del procés se proclaman antifascistas pero en ocasiones actúan como comandos fascistas. Sería un acto de salud democrática que los líderes de la revolució dels somriures manifestarán su repulsa a estas actitudes de sus seguidores más radicales.

-La anomalía democrática. Presumen de demócratas pero violan e incumplen las leyes. Como manifestaba el vicepresidente primero de la Comisión Europea, el holandés Timmermans, a un miembro del Govern: "En una democracia como la española en donde se respetan todos los derechos, usted no puede violar la Constitución". El Govern sigue haciendo el ridículo en Europa. ¿Hasta cuándo?

-La anomalía de un Parlament que se dice soberano, pero que no acepta la mayoría cuando las decisiones no le agradan. Un Parlament que actúa como cámara de agitación y desgobierno en una Catalunya a la deriva.